Sus palabras este 5 de enero pasaron desapercibidas porque andábamos a vueltas con el roscón y los regalos, y porque, en el fondo, vienen a contradecir el esquema preestablecido de que Pedro Sánchez convocará, sí o sí, elecciones generales después del semestre de Presidencia española de la UE, allá por diciembre. Pero Pablo Iglesias, a quien todavía susurra el que fuera gurú de ambos en La Moncloa, Iván Redondo, conoce el paño y asegura que no le sorprendería que el presidente las adelante a esta primavera.
A mí tampoco; es más, lo que me sorprendería es que Sánchez no adelantara esos comicios a abril o los hiciera coincidir con los autonómicos y locales en un superdomingo 28 de mayo que mejore una expectativa electoral socialista rodeada de temor al fracaso pese al oropel europeo.
Viene a decir el ex vicepresidente del Gobierno y líder en la sombra de Podemos algo de pura lógica a la luz de todas las encuestas; la última, esa del diario El País que este lunes aseguraba que Alberto Núñez Feijóo crece en voto tras la grave crisis institucional derivada del enfrentamiento entre el Gobierno y el Tribunal Constitucional por haber admitido este las medidas cautelarísimas que pidió el PP.
Si Sánchez, apunta Iglesias, no disipa esta atmósfera de derrota con un golpe en la mesa y deja que Feijóo convierta las urnas locales del 28 de mayo en un tsunami contra él, ya puede disfrazarse luego de Napoleón de la UE que en diciembre perderá el Gobierno.
Feijóo saca a Sánchez en ese sondeo una distancia de apenas dos puntos -otras encuestas, como la de Hamalgama que publicó Vozpópuli le otorgan una diferencia mucho mayor-, pero para el líder del PP son oro puro: primero, porque El País no es sospechoso de antisanchismo; segundo, porque el trabajo de campo se hizo tras haber sido acusado por el Gobierno y el Bloque de investidura de instigar el ”golpe” (sic) de los magistrados conservadores -una de dos, o los españoles nos estamos volviendo mayoritariamente golpistas o a alguien se le fue la mano con la hipérbole-; y tercero, porque invertir semejante tendencia a la baja solo cuatro meses antes de las urnas es muuuuy complicado; los frailes Iglesias e Iván Redondo saben lo difícil que es invertir una tendencia porque nunca abandonaron la cocina electoral.
Si Pedro Sánchez, reflexionaba Iglesias -cinco días antes de publicarse ese sondeo ¡ojo!-, no disipa esta atmósfera de derrota que le rodea con un golpe encima de la mesa para reactivar al electorado y permite, en cambio, que Feijóo convierta las urnas autonómicas y municipales del 28 de mayo en el “tsunami” contra él que augura el número tres del PP, Elías Bendodo, luego puede disfrazarse de Napoleón europeo que en diciembre perderá el Gobierno.
Al fin y al cabo, ya sorprendió en 2019 adelantando las elecciones al 28 de abril, ganó con 120 escaños y hundió al PP de Mariano Rajoy que acababa de heredar Pablo Casado hasta unos raquíticos 68 diputados -de 135 que tenía-; con más razón -piensa no solo Iglesias, también algunos destacados cuadros socialistas ministros-, Sánchez debería repetir osadía ahora que anda de capa caída y ya no tiene aquel gobierno bonito y con astronauta que lucía tras ganar la moción de censura.
O reta a su rival popular a un Duelo al sol este mismo abril en las urnas con Yolanda Díaz y Santiago Abascal de artistas invitados y, probablemente decisorios en sus respectivos resultados para que haya gobierno de izquierda o derecha, o apuesta por el tan temido por los barones socialistas superdomingo -hasta cinco urnas habría en algunas mesas de España: Congreso, Senado, Autonomía, Ayuntamiento, Concejo y Diputación Foral (País Vasco) o Cabildo (Canarias)-; ese debería ser el dilema ahora mismo en La Moncloa, porque seguir desangrándose en los sondeos no parece sensato ni conveniente.
Como el PP gane en voto municipal el 28M, no digamos si arrebata al PSOE alguna autonomía emblemática -Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha o Aragón-, la única incógnita por despejar será si Feijóo gobierna en solitario o con Vox
A qué cotas no habrán llegado la incertidumbre y el desánimo en el PSOE que hay quien susurra, preguntado por la predicción de adelanto de las generales hecha por Iglesias: “llegados a ese punto, mejor un superdomingo en mayo que dejar ir solo a Sánchez en abril, digan lo que digan en contra Page, Lambán o Puig; es la única manera de que el partido se movilice todos a una y tire de la candidatura del presidente”.
Porque esa fuente, y todas, son conscientes de que como el PP gane el 28M en cómputo de voto municipal -no digamos si además arrebata a los socialistas algunas de sus autonomías más emblemáticas tipo Comunidad Valenciana, Extremadura, Castilla-La Mancha o Aragón-, la única incógnita electoral que quedará por resolver en los meses siguientes será con quien gobierna Feijóo: en solitario o con Vox.
Entonces, dará igual ya cuantos viajes alrededor del mundo en calidad de presidente europeo o cuantas fotos se vaya a hacer el semestre siguiente Pedro Sánchez con Emanuel Macron, Joe Biden y Xi Jinping, o con quien vaya a sumar Yolanda Díaz… Todo el esfuerzo habrá sido inútil.
Pablo Iglesias lo sabe. Por eso habla de adelanto electoral en este preciso momento y así de abiertamente; No en su nueva faceta de periodista gratis et amore preocupado por una información de calidad sino en la más prosaica de líder en la sombra de Podemos que nunca se fue: para presionar a quien un día fue su designada -“Yolanda te nombramos nosotros”- por un billete de primera en ese Arca de Noé de izquierdas que será Sumar después del diluvio… Que aquí nadie regala nada, estimado lector. Feliz 2023.