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Opinión

El hombre que quiere acabar con la democracia

Una de las normas sagradas del periodista es su derecho a no revelar las fuentes que le han proporcionado la información que publica

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump
El expresidente de Estados Unidos Donald Trump. Rich Graessle / ZUMA Press.

Benjamin Franklin fue muchas cosas en su larga vida. Fue científico, político, inventor (le debemos el pararrayos, las lentes bifocales, la deliciosa armónica de cristal para la que Mozart escribió música), filósofo ilustrado, embajador en Francia, ilustrísimo masón, padre fundador de EEUU… y periodista. Sí, también periodista, parece mentira con lo buena gente que era. Incluso hizo una fortuna editando y vendiendo periódicos, quién lo vería hoy, pobrecito. Pero fue, además de lo anterior, uno de los mejores definidores del concepto de libertad y de democracia que ha dado el género humano.

Franklin dijo esto: “No hay tal cosa que se llame libertad pública si no hay libertad de expresión… Quien quiera acabar con la libertad de una nación debe comenzar subyugando la libertad de expresión”. Una gran parte de ustedes ha tenido el privilegio de nacer en un país en el que esa frase de Ben Franklin era casi una obviedad. Lo mismo se entendía en toda la Europa libre, en América del Norte y en la práctica totalidad del mundo que nos atrevemos a llamar civilizado.

Todo ese mundo estaba de acuerdo en eso: la libertad de expresión es una parte indisociable de la libertad, y si no hay libertad de expresión no hay democracia. Así de claro. ¿Quiénes pretenden acabar con la libertad de expresión? Los tiranos. Todos, sin excepción, desde el antiguo Egipto –donde los faraones ejercían una habilísima censura– hasta ahora mismo, hasta la censura colectiva (mejor fuese decir acoso o linchamiento) que determinados grupos de desalmados ejercen en las redes sociales. Estos son tan tiranos como los papas hasta el siglo XX, como los reyes absolutos, como Hitler o Stalin o Mao.

¿Cómo se acaba con la libertad de expresión? Fácil: acogotando a quienes la ejercen, y estoy pensando, en este caso, en los periodistas. ¿Y cómo se acogota a los periodistas? Lo más corriente es comprarlos o, por mejor decir, subvencionarlos, cosa muy común en nuestros días.Pero si ni siquiera eso basta, lo que hay que hacer es cercenar su independencia por la fuerza hasta conseguir que digan lo que el tirano (o los tiranos) quieren que digan… y nada más.

Pero nadie puede obligarle a decir de dónde sacó los datos. Eso es cargarse la independencia del periodista, amenazar su trabajo y destruir la libertad de expresión

Una de las normas sagradas del periodista es su derecho a no revelar las fuentes que le han proporcionado la información que publica. El informador debe estar seguro de que lo que publica es cierto, pero nadie puede obligarle a delatar a quienes se lo han contado o de dónde lo ha sacado: eso podría poner en peligro a mucha gente, por más veraz que sea la información. Si a alguien (al poder, por lo general) no le gusta lo que el periodista ha publicado, lo que tiene que hacer es desmentirlo y demostrar que el informador ha mentido. De eso suelen encargarse los hechos. Pero nadie puede obligarle a decir de dónde sacó los datos. Eso es cargarse la independencia del periodista, amenazar su trabajo y destruir la libertad de expresión. Eso ya era así cuando Benjamin Franklin fundaba periódicos. No ha cambiado.

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de decir en un acto público que hay que obligar a los periodistas a revelar de dónde o de quién han sacado lo que dicen. Si no lo revelan, él propone meterlos en la cárcel, donde seguramente serán sodomizados por algún “preso que es extremadamente fuerte, duro y malo”. Entonces el o la periodista, siempre según Trump, “te va a decir: mira, creo que te voy a dar la información, este es el que me lo contó, sacadme de una jodida vez de aquí”.

Pues muy bien. Eso es exactamente lo que se hace en Cuba, por ejemplo, y lo que se hacía (y se sigue haciendo) en Rusia, primero con los soviéticos y ahora con ese mafioso que tienen todavía al mando. Eso es lo que hizo Franco toda su vida, y lo mismo Mussolini, Hitler, Stalin, Pinochet, Videla, Trujillo, todos los tiranos de los países árabes y por ahí seguido hasta Seti I, faraón que mandó manipular la información sobre la batalla de Qadesh, en el 1274 antes de nuestra Era. Eso es la negación de la democracia. Su destrucción, como bien decía Benjamin Franklin.

Se informaba al presidente del “expediente Steele”, que contenía escalofriantes informaciones (políticas y de orden privado) sobre las relaciones de Trump con la Rusia de Putin

Cuando el presidente Joe Biden dice que ese Trump pretende la destrucción de la democracia estadounidense, no está haciendo una frase típica de campaña electoral. Está formulando una evidencia como la copa de un pino. No es un insulto ni una crítica; es la descripción de una realidad. Una realidad objetiva. Una realidad gravísima.

No es la primera vez que Trump dice eso. Nada más llegar a la presidencia, en los primeros meses de 2017, ese sujeto tuvo una reunión en el célebre despacho oval con varias personas. Entre ellas, el director nacional de Inteligencia, James Clapper; el Fiscal General, Jeff Sessions, y el director del FBI, James Comey. Se informaba al presidente del “expediente Steele”, que contenía escalofriantes informaciones (políticas y de orden privado) sobre las relaciones de Trump con la Rusia de Putin. Se le dijo que el informe no había sido elaborado por el FBI sino por una fuente externa pero segura, y que no era imposible que la Prensa lo tuviese y lo pudiera publicar. Eso sería terrible para la nueva administración.

“Pues se les mete en la cárcel”, dijo Trump delante de todo el mundo. Añadió que los periodistas son unos cobardes y que, con unos cuantos días en prisión, “cantarían” todo. El director del FBI, Comey (que fue quien contó aquella reunión en su libro A Higher Loyalty), trató de explicarle a Trump que encarcelar a periodistas por hacer su trabajo tendría tremendas consecuencias constitucionales.

Los demás estaban de acuerdo. Pero a Trump le daba igual. Lo único que quería era impedir que su mujer, Melania, se enterase de que en Moscú, invitado por Putin, había tenido una sesión de sexo salvaje con prostitutas de lujo en la que había habido un numerito de “lluvia dorada”; es decir, que habían producido y usado orina para sus divertimentos eróticos. Si para evitar que Melania lo supiese había que detener a los periodistas que lo publicasen, pues adelante.

Esa barbaridad, que le costó el puesto a Jim Comey al frente del FBI, es un precedente directo de lo que Trump acaba de repetir: que los periodistas deben publicar lo que él quiere, no aquello que a él no le gusta. Ese es uno de los motivos para concluir que Trump es un déspota, un tirano al que le importa un rábano la salud del sistema democrático norteamericano. Es decir, que es un peligro muy serio. Y no solo para su país; lo es para todos.

El gobierno de Nixon, enfurecidísimo, llevó ante el Tribunal Supremo a ambos periódicos, a los que acusaba de haber revelado “secretos oficiales” y de haber puesto en riesgo la seguridad nacional

Hay, entre muchos más, un precedente histórico (legal) que podría dejar en nada las pretensiones totalitarias de Trump. En 1971, primero el diario The New York Times y luego el Washington Post publicaron los célebres “papeles del Pentágono”, una monumental colección de documentos en los que se demostraba que todos los presidentes, desde Eisenhower hasta Nixon, habían mentido sobre la implicación de EE UU en la guerra de Vietnam y sobre las posibilidades reales de ganar aquella contienda.

El gobierno de Nixon, enfurecidísimo, llevó ante el Tribunal Supremo a ambos periódicos, a los que acusaba de haber revelado “secretos oficiales” y de haber puesto en riesgo la seguridad nacional.

El Tribunal Supremo dio la razón a los dos periódicos con una frase demoledora: “La libertad de prensa está para beneficiar a los gobernados, no a los gobernantes”. Benjamin Franklin no lo habría dicho mejor. Nixon, como suele decirse, se la envainó minuciosamente y como represalia ordenó que, a partir de aquel momento, ningún periodista del Times ni del Post volviesen a pisar la Casa Blanca. Tres años después, Nixon tenía que dimitir por sus trampas y sus mentiras en el caso Watergate.

Lo mismo que Trump, azuzan a su hueste contra los periodistas, a los que tachan sistemáticamente de manipuladores, mentirosos y sembradores de noticias falsas

Piensen en todo esto los seguidores de los partidos que ponen en sus actos públicos vídeos en los que ese miserable totalitario les muestra su apoyo. Resulta que son los mismos partidos que “eligen” a los periodistas que pueden cubrir sus actos: dejan entrar a unos sí (los buenos, los obedientes y favorables) y a otros no. Como todos los tiranos o aprendices de tirano. Lo mismo que Trump, azuzan a su hueste contra los periodistas, a los que tachan sistemáticamente de manipuladores, mentirosos y sembradores de noticias falsas… cuando esa es precisamente su especialidad. Es a lo que se dedican.

Lo mismo que Trump, acabarán con la democracia en cuanto les dejen. Quiera Dios que no tengamos que verlo nosotros, aquí. Otros ya lo están viendo.

Hay una ilustre organización estadounidense, la RDI (Renew Democracy Initiative), que está presidida por la ex senadora Heidi Heitkamp y de la que forman parte, entre muchos más, Garry Kaspárov y el también ex senador Bob Kerrey. Su intención es mantener y vigilar la salud de la democracia. Uno de sus últimos documentos, sobre la libertad de expresión, concluye así:

“La alternativa a esto [la protección de la libertad de Prensa y de su independencia] es la interferencia y la censura del poder. Algunos países, incluidas algunas democracias, toman esa ruta. Somos bendecidos de vivir en un país que no lo hace”.

Que Benjamin Franklin y el Señor, en su infinita misericordia, les conserven la vista. Que buena falta les hace.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • F
    Franz Chubert

    La semana en que la portavoz del Gobierno (obviamente, al dictado de Moncloa) dice que todos los medios deberían tener un espacio en el que se dieran las noticas tal y como el Gobierno las redacta ...

    después de intentar colar una Ley de Info Clasificada en virtud de la cual el Gobierno decide de qué se puede escribir y de qué no ...

    y después de que una de las mamporreras del Gobierno (Angelines Barcelona) al dictado de su amo, proponga que quienes discuten el cambio climático deben ser privados de la libertad de expresión ...

    despúes de todo eso, españoles, vuestra preocupación debe ser Trump, un tío que ya no es presidente y que ni siquiera es el candidato para las siguientes elecciones.

    Como dijo Catulo, pluma scribae videtur (se le ve el plumero al escriba).

  • Y
    Yorick

    Algorri es un hombre sin prejuicios: aprovecha cada ladrido que escribe para demostrar la clase de perriodista que es.

    • A
      Alon101

      No entiendo porqué hay que insultar a los perros, comparándolos con Algorri.
      Aunque sea de forma tangencial.

  • T
    Tyler

    O sea que el peligro es Trump, y no los que censuraron que los americanos pudieran conocer el contenido del Laptop de Hunter Biden antes de que se votara en las elecciones, los que censuraron los videos y documentos que intentaban probar el fraude electoral, los que censuran las opiniones contrarias a la ideología woke, los que negaron los servidores a la red social Parler, también antes de las elecciones, para que no pudiera difundir información, llevándola a la quiebra. Resulta que Trump es el peligro, aunque él no ha censurado a nadie. Aunque él sí fue censurado. Esa sórdida historia sobre Rusia la cuenta una persona despedida de su administración, que no tiene ninguna prueba de que eso sea verdad, pero debemos creerle. Si eres izquierdas puedes mentir al Congreso de EE.UU. mientras te hacen mamadas en el despacho oval y luego retirarte dando conferencias, como Clinton, o puedes bombardear seis países y que te den el premio Nobel de la paz, como Obama. Pero Trump, que no censuró a nadie, que no atacó a nadie, que advirtió del peligro de Rusia a occidente y que se enfrentó a China, es el peligro para Ud. Váyase Ud. y todos los que son como Ud. a la M.

  • A
    Alexander

    Trump estaba en lo cierto al acusar a la mayoría de los medios de comunicación de estar haciendo una campaña constante en su contra.

  • W
    Wesly

    Quién se encuentra en plena labor de destruir la democracia és Pedro Sánchez.

    Pretende controlar, a través de sus peones más sectarios, todas las instituciones del estado, fiscalía y poder judicial incluidos.

    Pretende silenciar y criminalizar a la oposición. Pretende hacerse un "aló presidente" diario como Maduro. Pretende pasarse por el forro las leyes de transparencia, ocultando información relevante.

    Es un claro aspirante a dictador bananero.

  • B
    Boyevik

    Ya me extrañaba a mi que le figura este se refiriese a quien ha elimiado la democrcia en España, Supersona el Profanador de tumbas

  • F
    fsdprioro

    Muy bien Algorri en tu intento de distraer la realidad de este País.
    No Hace falta ir a EEUU, aquí tenemos a casi todos los medios subvencionados cantando lo que el presidente quiere( por eso tu te has tenido que refugiar en este periódico), tenemos a la ministra portavoz que quiere un espacio en TV para contarnos ella "sus verdades". ¿Por que no hablas de eso?, porque son tus conmilitones.
    Que tengas un buen día "falsete".

  • A
    Alon101

    Por el título del artículo pensaba que se trataba de Pedro Sánchez.
    ¡ Vaya decepción !
    ¿ Trump ? Un miserable aprendiz comparado con nuestro Presidente de Gobierno.

    • T
      Tamaratamaral

      Si este hombre es admirador de Sánchez..jamas lo critica..cuando he Visto el título he empezado..ha cambiado ..luego ya vi que nunca criticara a la izda

    • A
      Alon101

      Algorri es basura conocida.
      Mamporreoro de Sánchez desde el principio de los tiempos.

  • L
    Leonidas

    Vaya artículo. Céntrese en España para no ir tan lejos. Aquí tenemos un gobierno mucho más peligroso para la libertad y la prensa, a la que compra con subvenciones, y sino te deja fuera, y no dice nada