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Opinión

La guerra que provocará Trump

El líder de Corea del Norte, Kim Jong un.

Tal día como hoy, 19 de abril de 1775, EEUU inició su primera guerra, la de la independencia de Gran Bretaña. Unos colonos cabreados por el expolio fiscal y por la deslealtad británica, tras el apoyo prestado por las Trece Colonias ante su guerra con Francia, dijeron ¡basta!

En el pequeño poblado de Lexington (a algunos les sonará a un portaviones hundido por los japoneses en la batalla del mar del Coral) se iniciaron las hostilidades, que terminarían en 1783 tras la victoria de Yorktown (otro portaaviones hundido por los japoneses, esta vez en la batalla de Midway) y la firma del Tratado de París, dando origen a los Estados Unidos de América.

Conviene recordar, para los que no lo sepan, que España contribuyó en gran medida a que los colonos obtuvieran la victoria

Conviene recordar, para los que no lo sepan, que España contribuyó en gran medida a que los colonos obtuvieran la victoria. En aquella época, España poseía un inmenso territorio, la Luisiana, que iba desde Nueva Orleans a San Luis. Pues bien, gracias al control del río Misisipi y de sus principales puertos fluviales, los colonos americanos pudieron campar a sus anchas en el frente oeste, manejando tropas, suministros y pertrechos, que les otorgaba España. Posteriormente, en el momento álgido del conflicto, tras la batalla de Saratoga (otro portaaviones, pero que no fue hundido) España declaró la guerra a Gran Bretaña en 1779, abriendo un nuevo frente en el sur, en la Florida, culminando el deterioro británico que, junto al apoyo francés, dio la victoria a los colonos.

¿Podemos decir que EEUU existe, en parte, gracias a España? Creo que sí. No estaría de más que, de vez en cuando, alguno de nuestros pusilánimes gobernantes se lo recordara y lo hiciera valer. Especialmente doloroso fue cuando, también un 19 de abril, en 1898, ese mismo país al que ayudamos a nacer, nos lanzó un ultimátum basado en falacias para abandonar la isla de Cuba, declarándonos la guerra dos días después.

EEUU se sabía dueño de la que sería su nueva condición, la de ser el “líder del mundo”

Para esa fecha, EEUU se sabía dueño de la que sería su nueva condición, la de ser el “líder del mundo”. Su industria, ya era mayor que toda la europea junta. Sólo le quedaba ver cómo en el viejo continente hacíamos lo que más nos ha gustado hacer siempre, pelearnos y destruirnos entre nosotros, para “tener que venir a salvar las libertades”. ¡Y vaya si lo hizo! Hasta en dos ocasiones. Como un buen hijo, vino a salvar a sus padres ingleses, franceses y ¿españoles?

EEUU sólo ha conocido un modelo de Estado, la democracia basada en una república federal con separación de poderes, cuya principal figura es su presidente, elegido cada cuatro años, máximo órgano ejecutivo y comandante en jefe del ejército.

En el presidente recae una gran responsabilidad. Su personalidad debe ser sólida, para que la toma de sus decisiones esté libre de emociones e improvisaciones que puedan originar graves daños a los ciudadanos. Precisamente, el primero de ellos, George Washington, es el referente del modelo ideal de presidente estadounidense, del que ya decían los congresistas de su época que “no era un tipo que actuara alocadamente, que despotricara y jurara, sino alguien sobrio, firme y calmado”.

En la historia de los presidentes de EEUU, ha habido unos que han cumplido más el “modelo Washington” y otros menos

Los que eligieron a Washington, marcaron las pautas de cómo debía comportarse el presidente de EEUU, especialmente tras convertirse en el “líder del mundo”, condición que le abocaba sin remedio al intervencionismo y la guerra.

En la historia de los presidentes de EEUU, ha habido unos que han cumplido más el “modelo Washington” y otros menos. Si bien, en líneas generales, han demostrado cierta templanza y meditación en la toma de decisiones, especialmente aquellas que llevaban al país a entrar en un conflicto bélico. Todos recordamos cómo Roosevelt, a pesar de las peticiones que le hacía a diario Churchill, no decidió entrar en guerra hasta que los japoneses cometieron la agresión de Pearl Harbor. Eso sí, no sin antes haber pedido permiso a las Cámaras.   

Cuando el otoño pasado Donald Trump ganó las elecciones con un programa “rompedor”, si bien, con alguna estupidez como la del muro mexicano, pero dirigido contra el “establishment” americano que aplasta a los ciudadanos de su país, a terminar con la Guerra Fría y los enemigos externos imaginarios, a revertir el despropósito de las políticas monetarias de intereses negativos generadoras de burbujas y a ayudar a sus aliados a destruir la amenaza terrorista yihadista, millones de personas en el mundo veían con esperanza a este nuevo presidente de EEUU.

Un día llevaba nuestro amigo Trump en el cargo, primer guantazo al código del presidente

Bien. Un día llevaba nuestro amigo Trump en el cargo, primer guantazo al código del presidente. Firma un decreto de inmigración que inmediatamente es paralizado por el poder judicial. Espantoso ridículo. Alguien diría “Está empezando. Vamos a darle un margen de tiempo”.

Pues no. Trump ha dado un giro de 180 grados a varios de sus compromisos electorales más relevantes, introduciendo un elemento de incertidumbre y desconcierto sobre el futuro de su política que resulta alarmante.

En primer lugar, tras acusar a China de “gran manipulador mundial de los tipos de cambio”, que es cierto, y haber amenazado con imponer un arancel del 40% a todos los productos chinos, todo eso ha cambiado. Para Trump, ahora China no manipula nada (según declaraciones a TWSJ) y ha acordado redactar los términos esenciales de un acuerdo comercial bilateral con China, abriendo de par en par las puertas al mayor fondo chino de riqueza soberana, que se ha ofrecido para financiar el gigantesco plan de infraestructuras que Trump quiere poner en marcha.

Trump ha dado marcha atrás en su política de subir tipos de interés. Ha sorprendido a todos afirmando que el “dólar está muy alto” y “los tipos no deben subir más”

En segundo lugar, Trump ha dado marcha atrás en su política de subir tipos de interés. Ha sorprendido a todos afirmando que el “dólar está muy alto” y “los tipos no deben subir más”. Afortunadamente, eso no dependerá de él, pero demuestra una falta de criterio y coherencia que no augura lo mejor para el futuro de la economía estadounidense, ya en clara desaceleración y que en los próximos meses se contagiará a toda Europa.

En tercer lugar, el ataque a la base aérea Siria, que ha causado un gravísimo daño a la relación con Putin. Asunto clave para acabar con los terroristas islámicos. El personaje tomó la decisión de forma unilateral, tras ver los vídeos que le mostraron, sin análisis y de forma totalmente emotiva y arbitraria. Cualquier mente serena y no sesgada llega a la conclusión de que no tiene el menor sentido que Al Assad haya sido el responsable, ya que está ganando la guerra a los terroristas. El tirano no tenía nada que ganar y mucho que perder en un ataque así. Pero el colmo del despropósito es que el propio Trump confesó que tomó la decisión mientras tomaba el postre con el mandatario chino. Este episodio de emotividad, prepotencia y falta de análisis es inadmisible en un jefe de Estado. 

Vistos los antecedentes del personaje, acabará provocando un conflicto bélico sin ningún género de dudas

Finalmente, está el asunto de Corea del Norte, que es el más grave con gran diferencia, y dónde, vistos los antecedentes del personaje, acabará provocando un conflicto bélico sin ningún género de dudas, dado que se enfrenta a un líder completamente enloquecido al que la inmensa mayoría de la población obedecerá sin pestañear. Bien harían España y la Unión Europea en tener previstas medidas para esta situación y no perder el tiempo en banalidades, ya que un hecho así provocará una grave crisis mundial. Pero mucho me temo que el escaso nivel de nuestros gobernantes hace que no entre en sus previsiones.

Como conclusión, en sólo tres meses de mandato, Trump ha demostrado ser un auténtico irresponsable que toma decisiones de forma emotiva. Parece no tener ninguna intención de cumplir sus promesas electorales, lo que le convierte en otra decepción más. Y, por último, diríase que esta poseído por algún tipo de patológico resentimiento hacia el anterior presidente, Obama, porque le humilló en público, siendo esa su motivación real para llegar a la Casa Blanca.

Damas y caballeros, ante semejante personaje nos encontramos. Espero equivocarme y que finalmente cumpla con su programa. Honestamente, lo dudo. Si Washington levantara la cabeza… 

PD:  Hoy, les dedico el tema, bastante alineado con el asunto, “Crazy Train” de Ozzy Osbourne https://youtu.be/FVovq9TGBw0

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