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Opinión

Gracias, Sánchez, porque estoy vivo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la reunión del Comité Técnico para la Desescalada.

Hemos de ser cuidadosos. Empezamos a cansarnos. Cansados de estar en casa. Cansados de abrir un periódico y leer lo mismo todos los días. La radio ayuda. La televisión es mejor no ponerla, no sea que salga alguien durante la comida y  te diga que si no es por él aquí habrían muerto 300.000 personas. O sea, que estás vivo, y bien podrías agradecérselo a quien tú ya sabes y no quiero nombrar ahora. Me pregunto cómo habrá hecho los cálculos y porqué 300.000 salvados y no tres millones. Por preguntar, vaya.  

Cuidado con la tele

Lo de la tele en estos tiempos es un riesgo en toda regla, y no porque salgan viejecitos que reciben el alta entre aplausos  para tapar la desgracia y mal sabor de la muertes que no vemos y casi no sentimos, escondidas todas en la frialdad de las cifras y porcentajes. Y no porque algunos programas sean para rojos y maricones, como tiene dicho Jorge Javier Vázquez, sino porque cuando no sale Sánchez por La 1, sale por Antena 3 Pablo Iglesias, al que se le hiela la sonrisa cuando Matías Prats le pregunta por su responsabilidad en el desastre humano de las residencias. Por cierto, señor vicepresidente inclusivo y feminista, además de Matías, al que nombró hasta la hartura, y aunque no quisiera verlo, también le entrevistaba Mónica Carrillo, a la que no se dirigió por su nombre en ningún momento. Como si preguntara una estatua, vaya. Habrá que suponer que eso de ser un caballero es cosa de machistas. Mucha televisión y cada vez menos Parlamento. 

Sesenta y seis días confinados 

Por estar cansados, empezamos a estarlo de los memes y vídeos que recibimos. Cansados de no saber si lo que te llega al móvil es fake o no. Ya no reenvío. Ya no abro vídeos. Hoy se cumplen 66 días de confinamiento y mañana el Congreso dará el placet para una prórroga del estado de alarma de un mes entero y verdadero. Esto empieza a no tener ninguna gracia, y menos cuando ves cómo otros españoles disfrutan de una cierta cotidianidad que a los madrileños nos hurtan sin explicarnos las razones. Yo creo que ha de haberlas, y como lo creo me gustará conocerlas. Es una pena que el lehendakari Urkullu no gobierne en Madrid, porque si así fuera estábamos ya saliendo de la fase 4. ¡Ay, esos siete escaños nacionalistas vascos, qué poder, qué facilidad para el chantaje y la tajada! Pero insisto, no creo en una mano negra, y por eso no entiendo que el mando único no zanje el asunto con una explicación. En las últimas 24 horas Madrid ha registrado cinco contagios. Mosquea la cosa, ¿verdad amigo madrileño?

Pero, ya digo, hemos de ser cuidadosos. El riesgo no es que el peor Gobierno de la democracia haga mal las cosas. Eso no se discute ya. Son lo que vemos que son, y no les voy a aburrir con lo que han hecho desde que llegaron a La Moncloa. Hemos de ser cuidadosos, decía. Una vez asumido el riesgo de la situación en la que estamos, España empieza a parecerse a la Cataluña más radicalizada de hace unos meses  cuando las familias, para que la paella dominical terminara bien, lo mejor era no hablar de política. Entonces siempre quedaba el fútbol como sustituto. Hoy ni eso. 

Los réditos del “frentismo”

Los periódicos publicaban ayer encuestas dispares, en una se dispara el PP, en otra se mantiene Sánchez. Frentismo. En unos escriben juristas acreditados en contra de una prórroga de un mes del estado de alarma, en otros a favor. Más frentismo. Los que salen a la calle son golpistas, reaccionarios, fachas, 'cayetanos', pero ya no es solo el barrio de Salamanca. Ya no es sólo en Madrid donde se manifiestan contra el Gobierno. Patriotas de gol y puticlub, afirma Juan Carlos Monedero, referente intelectual de la extrema izquierda española. 

Seamos cuidadosos con nuestra democracia. Madrid es una olla a presión, y no solo de la extrema derecha. Pero jugamos con fuego. Nadie sabe qué puede pasar con las calles encendidas junto al Gobierno más frentista de la democracia. Pero no demonicemos a quien protesta -la forma en que protestan es otra cosa-, porque entonces habrá que recordar las que apoyó el hoy vicepresidente Iglesias alentando a rodear el Congreso de los Diputados, o las de Torra, hoy de nuevo comparsa de Sánchez, cuando Barcelona era una barricada.  

Sánchez ha interiorizado que vive mejor en la polarización, en la tensión, y de esta manera resultará fácil tapar su gestión desde que que llegó al Gobierno, y no sólo desde la pandemia. Curiosamente este es el mismo juego que hace la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, llamando a manifestarse y animando a concentraciones ciudadanas claramente ilegales. Y lo son, desde luego, cuando las distancias no se respetan y carecen de la preceptiva autorización.  

Mando único hasta el 5 de julio 

No hay ninguna capital  en Europa que que se encuentre en la situación que está Madrid. Ni París, ni Roma, ni Bruselas o Londres. No hay ningún país con medidas extraordinarias como las nuestras. Ninguno que vaya a sumar tres meses de estado de alarma. Y lo que es peor, con el Parlamento cerrado los meses de verano.  Decía el presidente hace unos días que era “sano” ir cada 15 días al Congreso y pedir la prórroga. Ahora es de un mes, y hay quien asegura que así estaremos hasta el 5 de julio. Mañana se aprobará con los votos de PNV, el verdadero partido bisagra de España, y los de una ERC envidiosa, infantil y lábil que vuelve al redil. El Parlamento a medio gas, y con un mando único al frente que va camino de los tres meses. Nunca Orwell lo habría imaginado. Viva la democracia. Y viva la libertad. Con perdón.

¿Mascarillas? Si, no, ya veremos, quizá…

Y ahora que, dos meses después, han llegado las mascarillas a los supermercados, el Gobierno se prepara para hacerlas obligatorias. Y ahora el ministro de Consumo arremete contra el turismo, él, Garzón, que es diputado por ¡Málaga! Ahora, que cuestionan las rebajas porque habrá aglomeraciones en las grandes superficies, como si no lleváramos semanas entrando ordenadamente a los supermercados. 

Aciertan cuando rectifican, le decía Manuel Fraga a Felipe González. Ya ni eso. No rectifican. Los que se equivocan son siempre los otros. Él pasará a la historia porque ha evitado 300.000 muertes. Quizá la mía. Lloro de emoción y agradecimiento. Gracias presidente Sánchez. Nunca lo olvidaremos. Y sobre todo no lo olvidarán los familiares de los 27.650 muertos hasta ayer. Esos, seguro.

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