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Opinión

Otro golpe de estado en ciernes

Quim Torra, en la manifestación.

El separatismo no ha aprendido la lección. Pretende volver a dar un golpe de estado. ¿La fecha?: el próximo 1-O.

“Continuaré hasta el final”

Eso dice Quim Torra. El actual President está diseñando lo que sería una repetición de los hechos del pasado año, solo que con mayor gravedad: “Si el pueblo catalán se echa a la calle, estoy dispuesto a llegar hasta el final”. Eso significa declarar unilateralmente la independencia, con todo lo que comporta de conflicto civil. Hace meses que se escucha ruido de sables en los cenáculos separatistas, que reclaman contundencia y pasar a la acción. En ese sentido, Torra tiene fe ciega en los CDR, tropas de choque destinadas a la ocupación de las calles, el Parlament, la delegación del gobierno – sí, la que ocupa la benemérita socialista Teresa Cunillera -, así como el “blindaje” de lugares estratégicos como el Palau, TV3 o las consellerías de Interior, asaltando las sedes de PP y Ciudadanos.

Torra, que actúa por libre, desentendiéndose de la opinión de los presos, los dirigentes del PDECAT y de Esquerra más moderados, incluso del mismo Carles Puigdemont, reunió hace poco en una cena privada a destacados líderes radicalistas del separatismo para hacerles partícipes de su proyecto. Su objetivo es sacar a las masas el próximo 1 de octubre, aniversario de la falsa consulta, movilizar a la ANC para que, junto a los CDR, se hagan con el control de calles y plazas y emplear a la fuerza armada de los Mossos como elemento de coacción.

Torra está decidido a que parezca una “revolución del pueblo” para poder proclamar lo que, a su juicio, se dejó a medio hacer el año pasado, llegando a la abierta insumisión con respecto a la ley y a la constitución. Amparándose en esa pretendida revuelta popular, el President iría al Parlament a proclamar la república de manera irreversible, desconociéndose si en ese plan tiene decidido que se hará con los diputados de la oposición. Los CDR son partidarios del arresto de los opositores, incluidos periodistas y demás elementos contrarios al independentismo, pero esa es una cuestión que aún no se ha decidido. El plan da por descontado el potente apoyo mediático de TV3 y Catalunya Ràdio, que emitirían un programación de “emergencia” en la que, como siempre, se daría una versión sesgada favorable a los separatistas. Todo en nombre del pueblo, como argumentaba Pilar Rahola este sábado pasado en la televisión autonómica, porque, según ella, tienen todo el derecho a hacerlo.

El plan da por descontado el potente apoyo mediático de TV3 y Catalunya Ràdio, que emitirían un programación de “emergencia” en la que, como siempre, se daría una versión sesgada favorable a los separatistas

Los CDR, que serían convertidas en “milicias civiles”, se han ofrecido al Govern para participar en las misiones que hemos descrito, pero todo indica que también poseen su agenda propia en la que incluyen objetivos no previstos por la cúpula separatista. Desconocemos cuales son, pero no es difícil imaginarlos. Si en la actualidad se asaltan sedes de partidos, se acosa a miembros de la judicatura o a medios de comunicación no separatistas, todo es posible con una revolución.

La previa a todo este movimiento se está realizando estos días. La labor de zapa para erosionar el papel de la justicia española, a raíz de los correos enviados entre magistrados, se está publicitando a bombo y platillo desde los medios afines al régimen, inculcando en la masa estelada la idea de que el juicio será una farsa y que hay que tomarse la justicia por su mano. Es la vieja argucia de hablar de un estado deteriorado, corrompido, fascista, violento. Una vez consumado el golpe, se constituiría una Asamblea de Electos integrada por cargos públicos separatistas, lógicamente, y el Parlament quedaría cerrado como reliquia del autonomismo. Todo este plan, que prevé asimismo la ocupación de centros neurálgicos como aeropuertos y estaciones de tren, así como de medios de comunicación nacionales, está encima de la mesa. No es algo que desconozca el gobierno de Sánchez y, posiblemente, de ahí vengan las declaraciones acerca del indulto a los presos realizadas por Borrell, Batet, Calvo y Cunillera. Ignoran que, a las fieras, una vez sueltas, no es fácil detenerlas.

¿Podrían triunfar?

Ese es el quid de la cuestión. Torra cuenta con una movilización “colosal”, sic, para tener la coartada perfecta. Es un trampantojo, evidentemente, porque la ANC y los CDR son instrumentos de los partidos separatistas y no harán nada si no se les ordena. Todo dependería de si la gran masa separatista decide salir, dispuesta a lo que sea. Pero Torra también añade que “No piensa ir a la cárcel por una chorrada”, expresión que significa dos cosas. Primera, Torra considera lo que hizo Puigdemont como una charlotada, una estafa al separatismo, proclamando una república que duró solamente ocho segundos; segunda, no tiene vocación de mártir -ahí se mide el calado de su patriotismo – y, si no se produjese la irrupción de las masas en las calles, optaría por seguir tensando la cuerda hasta llegar, bien a unas elecciones autonómicas anticipadas, bien a unas elecciones generales que también lo serían, bien a las municipales de la próxima primavera.

Aunque esa sea la carta que se esconde en la manga, lo que se deduce es que, si tiene ocasión de proclamar la independencia, lo hará, tenga el coste que tenga. Solo precia de una excusa, de un incidente, de una manifestación y ya no digamos de un herido o un muerto. Torra busca lo mismo que el separatismo anda desesperado por encontrar: un incidente de Gleiwitz, un hundimiento del Maine, un teniente Castillo o un Calvo Sotelo. El separatismo está solo a un tris de volver a intentarlo, solo que esta vez están más decididos, porque tienen al frente a alguien que no es ni Artur Mas ni Carles Puigdemont. Torra está hecho de otra pasta, como vengo diciendo desde que fue elegido por Puigdemont para el cargo de President.

Es de todo punto imprescindible que frenar una locura que supondría una contienda civil de la que nadie saldría ganador, como bien sabemos por la guerra de 1936. No sería el separatismo el único culpable, en el desgraciado caso de que tal cosa sucediera, porque PP y PSOE habrían sido colaboradores imprescindibles por su dejadez, su cobardía y su falta de temple.

Suponemos a Pablo Casado informado, habida cuenta de su exigencia para que se aplique un 155, pero de verdad, no la patochada de hace un año, con una duración indefinida

Suponemos a Pablo Casado informado, habida cuenta de su exigencia para que se aplique un 155, pero de verdad, no la patochada de hace un año, con una duración indefinida, al menos hasta que las aguas vuelvan a su cauce. Tampoco dudamos que Albert Rivera esté al tanto de todo este aciago panorama que se cierne sobre Cataluña, caso de cumplirse los planes de los que, en su mezquina autosatisfacción, pretenden entrar en la historia pasando por encima de todo un pueblo.

De quien no nos cabe la menor duda de que está plenamente informad es del presidente del gobierno. Dispone de los servicios de información que, nos consta, hace tiempo que alertan acerca de esta posibilidad. Ahora habrá que ver cómo reaccionan todos, incluidos los presos separatistas, que saben muy bien a donde conducen las actuaciones ilegales. Una declaración de Junqueras, por vía de ejemplo, en la que se mostrase contrario a todo intento de repetir golpes de estado, sería la muestra de que hay vida inteligente en el terreno de la estelada.

Mucho nos tememos que eso es poco menos que imposible.

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