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Opinión

El marqués de Leguineche se instala en la Moncloa

Pedro Sánchez y Quim Torra.

Esto no es un Gobierno, es una película de Berlanga. Tumultuosa, descacharrante y coral. Patrimonio Nacional viene al caso, tanto por la reciente decapitación de quien fuera el presidente de esa entidad, el sabio Pérez de Armiñán, sustituido en el cargo por una ignota diputada socialista, como por algunas similitudes con el glorioso filme.

En concreto, la sombría escena final, en la que el marqués de Leguineche y el bobales de su hijo Luis José (geniales Luis Escobar y López Vázquez) saludan a una hilera interminable de turistas japoneses que visita su palacio, previo pago, mientras el guía recita con desidia una tenebrosa letanía: “Marqués and son, the end of de saga”. Los japos toman fotos y se van.

El sepelio de la izquierda

Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, como Leguineche and son, también salieron a la puerta de su palacio (Moncloa) para recibir obsequiosos a sus displicentes invitados, una colla de independentistas sediciosos a quienes dedicaron todo tipo de gestos de entrega y sumisión, más propios de una sala de sadomaso que de la sede del Ejecutivo de la Nación.

Faltaba aquí el guía, la voz en off que describiera la escena. Cayetana Álvarez de Toledo, sin proponérseloofició a la perfección el papel, al clamar desde su escaño: “Hoy se entierra a la izquierda española”. El final de una saga en la peli y el sepelio de una panda en la Moncloa. La panda del PSOE. No confundir con la pandilla de Sánchez, que esa está viva y bien viva. Incluso Ábalos, el miembro más berlanguiano del Ejecutivo, por desmesurado y por valenciano, se esfuerza ahora en sacudirse el olor a cadaverina y afronta, petulante y bronquista, sus cuentas pendientes con los juzgados.

Ha perdido su característica arrogancia y se ha convertido en un tipo pendenciero, con el gesto torcido y el puño apretado

Ábalos es como el Luis José de Berlanga, el mentecato de una historia disparatada que se embolica a cada paso y termina comiéndose el marrón. Incluso pasa unos días entre rejas (Luis José, no José Luis). Sánchez, doctor en cinismo, campeón de la frigidez sentimental, le acaba de endosar a su 'número tres' el título de responsable único de todo cuanto aconteció en la agitada noche del aeropuerto de Barajas.

La sombra de miss Delcy le persigue. Ha perdido su característica arrogancia y se ha convertido en un tipo pendenciero, con el gesto torcido y el puño apretado. Huero ya de argumentos y consumidos los embustes, ha optado por la embestida. Y no la del búfalo, condición que le atribuía Sánchez a Maroto la otra tarde en el Senado, en una de las intervenciones más estúpidas de cuantas recuerda el Hemiciclo, sino la de quien se siente irremisiblemente acorralado.

Ábalos, que acaba de colocar en su propio ministerio a la esposa de su guardespaldas, el ya legendario Koldo García, enorme protagonista de la turbia madrugada con Delcy, tuvo la desvergüenza moral de agitar en sede parlamentaria el recuerdo de las víctimas del 11-M y hasta las del Yak-42 como triste argumento defensivo frente a esas cuarenta maletas rebosantes de dólares y lingotes que le persiguen como una pesadilla. Sus compañeros del Ejecutivo le ovacionan en público pero le apuñalan en privado. En el partido le huyen cual si fuera un apestado del virus chino mientras por doquier escucha voces de "dimisión, dimisión".

Sánchez le concede la gestión de la Seguridad Social a un Gobierno vasco incapaz de apagar, en casi un mes, el incendio tóxico de una escombrera en la que aún se encuentran sepultados dos trabajadores

Todo cuanto produce este Gobierno resulta berlanguiano, hiperbólico y disparatado. Políticos de baratillo reclutados por un fanático del yo que perpetran iniciativas insensatas. Los tractores, por ejemplo, se manifiestan contra el Ejecutivo y el vicepresidente Iglesias correa a su encuentro para animares a que 'aprieten, aprieten'. ¿Contra quién? ¿Contra él mismo?. El coronavirus hace temblar a medio planeta y nuestro ministerio de Sanidad se dispone a prohibir que se fume en el coche. Sánchez le concede la gestión de la Seguridad Social al Gobierno vasco, incapaz de apagar, en casi un mes, el incendio tóxico de una escombrera en la que aún se encuentran sepultados los cuerpos dos trabajadores. Quizás maketos. En la mentada soirée del reencuentro independentista, Carmen Calvo no duda en preguntarle a los convidados: "Bueno, ¿y qué queréis, que hablemos de los presos y los exiliados?". Como quien dice, ¿y qué tal, qué os parece como va el Barça?". Y la más delirante: Dolores Delgado pasa a ser, en horas veinticuatro, de ministra de Justicia a fiscal general del Estado. Ni Rafael Azcona habría superado tal apoteosis de desvaríos surrealistas. 

Pareciera que el marqués de Leguineche ha tomado las riendas de la Moncloa. "¿Acojonan, no?", diría al ver a los guardias de la garita. Salvo en una cosa. Tras su 'Patrimonio', Berlanga rodó un premonitorio 'Todos a la cárcel'. Sánchez, sin embargo, ha sacado a todos los golpistas del trullo, con su jefe Junqueras al frente. Condenado a trece años, apenas ha cumplido cinco meses. La naturaleza imita al arte pero a veces lo supera. Y lo desborda. Tal es el caso.

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