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Opinión

Garrapatas de lo público

Rara es la mañana que no desayunamos con una nueva Dirección General, con sus correspondientes asesores, creada 'ad hoc' para colocar a uno de los bendecidos por el sanchismo

Consejo de Ministros

Les propongo que visualicen una enorme granja dedicada a la explotación de ganado ovino. En ella viven millones de ovejas al cuidado de un pastor. A cambio de que este las proteja de los depredadores y les suministre alimentos, ellas aceptan sumisas que las esquilen y ordeñen. Tras años de acumular en la granja suciedad y basura, aparece una plaga de garrapatas que se pegan a la piel de las obedientes ovejas y se alimentan de su sangre, provocándoles múltiples infecciones. El pastor, en vez de reducir o eliminar drásticamente a los ácaros, decide transformar la granja para convertirla en una explotación de garrapatas y no de ovejas. Los rumiantes pasan así de ser los alimentados a convertirse en alimento. Para evitar que las ovejas abandonen el rebaño, el pastor las convence de que se necesitan todavía más garrapatas, de que deben dejarse succionar aún más la sangre para que se pueda mantener la granja.

Ahora les pido que cambien la palabra granja por Estado, la de ovejas por ciudadanos, la de pastor por Gobierno y la de garrapatas por ministerios, observatorios y organismos varios. Y obtendrán una imagen nítida de en lo que se ha convertido España. Nos machacan a impuestos para mantener no sólo sanidad, defensa, justicia, educación o pensiones, sino un ramillete de chiringuitos indeterminado cuya cantidad total no puede obtenerse a golpe de click. No existe una web donde se puedan consultar, como si de un árbol genealógico se tratase, las ramificaciones burocráticas de cada uno de los veintidós ministerios. Costeamos muchos, muchísimos, pero no sabemos cuántos ni, muchas veces, para qué.

Lo llaman patriotismo fiscal, y cuestionarlo lo equiparan poco menos que a escupir a nuestros empleados públicos

Nuestros pastores ministeriales nos repiten desde sus mullidas moquetas, con cierto tonito de superioridad moral que replican desde sus terminales mediáticas, que debemos pagar cuantos más impuestos mejor para sostener pensiones, hospitales, policías, escuelas y jueces. Lo llaman patriotismo fiscal, y cuestionarlo lo equiparan poco menos que a escupir a nuestros empleados públicos. Pero quienes esputan todos los días sobre el trabajo de estos funcionarios son ellos con su querencia al despilfarro. Una banda que no ha venido a servir sino a servirse de lo público mientras intentan convencernos de que hay cumplir con las obligaciones fiscales sin rechistar. Como si ello estuviera reñido con una exigencia de máxima transparencia y racionalidad en el gasto. Las ovejas balamos y hemos de aguantar estoicamente a nuestros huéspedes parásitos.

Una Vicepresidencia sin cometidos

Rara es la mañana que no nos desayunamos con una nueva Dirección General, con sus correspondientes asesores, creada ad hoc para colocar a uno de los bendecidos por la batuta mágica del sanchismo, unas veces a instancias del PSOE, otras a instancias de Podemos. Miren si no los 80.000 euros que cobra el escogido a dedo por el vicepresidente Iglesias para ocupar la Dirección de Derechos Animales, un organismo con 4,6 millones de presupuesto que no tiene proyectos, pues carece de competencias. También es desconocida la utilidad exacta de la Vicepresidencia de Asuntos Sociales que ocupa el líder de la formación morada, más allá de visualizar series y películas que después recomienda a través de las redes sociales. Su sueldo nos cuesta otros 80.000 euros anuales.

Entre sus hazañas más destacadas están las de financiar un estudio sobre la función opresora del color rosa en las niñas y escribir tuits quejándose amargamente por la emisión de la película Pretty Woman

Mención especial merece el Ministerio creado para colocar a su señora, el de Igualdad, cuyo presupuesto para 2021 ascenderá a 451,42 millones de euros. Mientras que España cae puestos en los rankings de bienestar de las mujeres, el ministerio liderado por Irene Montero se dedica a conceder subvenciones públicas por valor de 600.000 euros para la realización de “Postgrados de Estudios Feministas y de Género y Actividades", a costear informes sobre patrañas interseccionales o a pagar un sueldazo que ronda los 100.000 euros anuales a Beatriz Gimeno, directora del Instituto de la Mujer. Entre sus hazañas más destacadas están las de financiar un estudio sobre la función opresora del color rosa en las niñas, escribir tuits quejándose amargamente por la emisión de la película Pretty Woman o cambiarle el nombre a su chiringo para convertirlo en el Instituto de las Mujeres (en plural). Un gran logro feminista, según la ministra.

Mientras tanto, cientos de miles de ERTE siguen sin pagar desde hace ya casi un año y el anuncio de un Ingreso Mínimo Vital para los más desfavorecidos que ha quedado en prácticamente nada.

La cosa es que el gasto total para el año 2020 según los PGE fue de 550.486,65 millones de euros. El porcentaje de gasto en Sanidad ascendió al 14,4%, mientras que el de pensiones al 35,8%. Si sumásemos el resto de partidas que conforman la columna vertebral del Estado (Educación, Defensa, Interior o Justicia), nos colocaríamos en torno al 60%. Parece que sí que hay mucho donde rascar. Las colas del hambre nos lo imponen. Los miles de negocios cerrados a consecuencia de las decisiones arbitrarias impuestas para contener la pandemia nos obligan. Va siendo hora de que las ovejas cuidemos un poco más de nosotras mismas y menos de los ácaros que nos exprimen la sangre, porque a la vista está que no lo hacen por nuestro bien, sino por el suyo.

El periodista y escritor P.J. O’Rourke dijo: “A los políticos les interesa la gente, lo cual no es siempre una virtud. También a las pulgas les interesan los perros”. Como las ovejas interesan a las garrapatas.

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