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Opinión

Fútbol, pan, circo y dinero

Los campos de fútbol seguirán cerrados.

Tengo que confesar algo. Después de cuarenta y dos días, ustedes (aunque sean pocos) y yo tenemos ya una relación que, como pasa en las parejas, debe basarse en la confianza más absoluta. En el cuaderno de notas donde voy apuntando ideas para esta sección desde que empezó el confinamiento puede leerse esta anotación: "Necesitamos el fútbol/La vida no es igual sin la Champions (alguien tenía que decirlo: lo peor de este confinamiento es que no hay partidos de Champions)". O sea, un servidor tenía pensado escribir sobre la ardiente necesidad del fútbol en nuestras vidas y sobre cuánto y cómo lo echábamos de menos.

Lo anoté porque imaginaba un sufrimiento atroz por la falta de fútbol. Que no hubiera Liga ni Champions en plena reclusión, con lo mucho que nos entretendrían ambas competiciones, me parecía un desastre social sin precedentes porque como país no podemos estar sin apasionarnos con el balompié. Creía que el fútbol nos gobernaba más que nunca precisamente en marzo y abril, cuando llegan las eliminatoria decisivas de la competición europea y cuando la competición doméstica se pone más tensa. Albergaba la certeza de que no podríamos vivir sin esa adrenalina. 

Nada más lejos de la realidad. Por lo que siento y por lo que veo en mis conocidos, el fútbol no sólo ha pasado a un quinto plano, sino que ha sido arrumbado al cajón del olvido. Porque las cosas realmente importantes son otras. Si lo piensas se echa de menos, sí, pero no es prioritario ni mucho menos. Por supuesto hay aficionados que pagarían el dinero que no tienen por volver al estadio cada domingo. Pero parece cristalino que a la mayoría le indigna más que se hable de hacer test diarios a los jugadores que la ausencia de partidos.  

El error de mi vaticino, por tanto, es evidente. Equivocarse es una cosa muy sana que está infravalorada. Recuerdo que hace unos cuantos años, cuando mi compadre Daniel Forcada y yo entrevistábamos a Luis María Anson para la biografía que escribimos sobre el periodista, nos soltó un par de frases de esas que no se olvidan: "Hace algunos años tenía yo un millón de certezas y un puñado de dudas. Ahora sólo me queda un puñado de certezas y, a cambio, me han surgido un millón de dudas". 

Nunca he creído del todo en esa visión neomarxista que nos pinta el fútbol como el opio del pueblo de nuestra era. Tampoco creía que este amado deporte fuera equiparable al dicho romano de panem et circenses (pan y circo)

Algunas de las características positivas del confinamiento son, como ya he repetido en alguna ocasión, que al llevarnos al límite porque nos quita tantas cosas nos obliga a reordenar las prioridades y que al estar sumidos en una realidad cambiante e incierta nos quita esas certezas que creíamos irrebatibles. En suma, nuestros moldes mentales varían, como si un alfarero los estuviera rehaciendo, acaso porque eran de barro, y como resultado nos encontramos con sorpresas, algunas de las cuales son felices y otras son más bien tenebrosas.  

Lo digo porque nunca he creído del todo en esa visión neomarxista que nos pinta el fútbol como el opio del pueblo de nuestra era. Tampoco creía que este amado deporte fuera equiparable al dicho romano de panem et circenses (pan y circo). Son dos maneras similares, aunque separadas por veinte siglos, de expresar cómo el Poder (con mayúscula) controla a la plebe mediante artificios, sean religiosos o deportivos, que la mantienen distraída de lo importante. Para que la gente viva anestesiada y no se rebele. Para que seamos serviles.  

Estaba convencido de que ver el fútbol desde ese prisma resultaba un tanto desmesurado, incluso conspiranoico. Hasta que he leído el documento que maneja el Consejo Superior de Deportes (CSD), dependiente del Ministerio de Cultura y Deporte, para argumentar la vuelta de la competición. Dice el papel de marras que la reanudación de la Liga debe hacerse cuanto antes porque "nos devuelve a la normalidad" y "también contribuye a fortalecer el espíritu colectivo en la última fase del confinamiento". Sí, han leído bien, "fortalecer el espíritu colectivo". 

¿Qué diantres es el "espíritu colectivo"? No diré, aunque suene parecido, que me recuerda a la "formación del espíritu nacional" franquista. Sí parece, en todo caso, una de esas añagazas del Poder para mantenernos contentos. Narcotizados. ¿Lo 'conspiranoico' hecho realidad?

Adoro el fútbol, incluso inicié aquí una sección al respecto justo antes de la reclusión, por lo que no soy sospechoso de ser el típico anti-fútbol que lo considera como una de las plagas bíblicas. Pero lo de "fortalecer el espíritu colectivo" huele bastante mal. ¿Qué diantres es eso del "espíritu colectivo"? No diré, aunque suene parecido, que esto me recuerda a la "formación del espíritu nacional" franquista. Sí parece, en todo caso, una de esas añagazas del Poder para mantenernos contentos. Narcotizados. ¿Lo conspiranoico hecho realidad?

Lo mejor para fortalecer mi espíritu sería que dejase de engordar esa terrible estadística de muertes. O que, por no pedir tanto, cuando vaya la próxima vez a la farmacia y pida mascarillas, no me suelten otra vez el "vuelva usted mañana". O que mi amiga Raquel se recupere. O que mis familiares puedan volver a abrazar a nuestro hijo. O tomarme unas cañas e ir a cenar con los amigos. Creo que el ansiado paseo de este domingo junto a mi pequeño sí va a fortalecerme. O a volverme loco, ya veremos.  

Si vuelve el fútbol, mejor que mejor, pero sería bueno que quienes mandan se dejen de chorradas para justificarlo. Quiero pensar que quien escribió ese texto sobre "fortalecer el espíritu colectivo" simplemente se vino arriba y no pretendía utilizar el fútbol como remedo cutre del pan y circo. O sí era su intención, porque los caminos del poder son inescrutables. Prefiero quedarme con esa duda. Pero tengo la firme certeza, en cambio, de que en la posible vuelta del fútbol, que mueve tanto dinero, influyen más otros intereses ocultos

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