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Opinión

El frenazo al populismo en Holanda y la victoria de Guindos

Luis de Guindos, ministro de Economía, y la directora gerente del FMI, Christine Lagarde.

Se frenó al enemigo en Holanda. Al islamófobo Geert Wilders. Uno de los jefes del clan con los que el populismo quería montar su franquicia de aldeas galas por toda Europa. Fracasó Wilders, como también ha fracasado la extrema derecha en su cita electoral en Austria. Al clan le queda su gran bala de plata. Marie Le Pen en Francia. Un daño colateral en ese intento del Gobierno de Rajoy, convertido en imperiosa necesidad, de retomar para España esos sillones en las grandes instituciones europeas, allí dónde se corta verdaderamente el bacalao en las decisiones económicas. No se oculta desde Moncloa, ni tampoco desde Economía, el gran objetivo del próximo ejercicio: la vicepresidencia del Banco Central Europeo. Lograr que un apellido castellano sustituya al portugués Vitor Constancio, cuyo mandato expira el 31 de mayo de 2018. Tras la marcha de José Manuel González Páramo, en 2012, no se ha vuelto a escuchar el castellano en la asamblea de notables del regulador bancario europeo y controlador de la política monetaria.

España es la cuarta economía del euro. Es el quinto país más poblado de la Unión. Tiene dos de los bancos más grandes del mundo, ejecutivos de primera fila y multinacionales como portaaviones en los sectores más diversos, desde las telecomunicaciones a la energía o las infraestructuras. Y un pasado lustroso por su peso en las instituciones internacionales. Pero actualmente boxea muy por debajo de ese peso. En ese intento por volver a ganar pedigrí ayuda la derrota del populismo en Holanda. No porque Wilders tuviera capacidad de veto sino porque ese movimiento para frenar la sucursal populista ha destrozado la línea de flotación de Jeroen Dijsselbloem, el viejo enemigo de Luis de Guindos. La hecatombe de los socialdemócratas, reducidos a 5 escaños frente a los 38 sillones de hace cinco años, complica su presencia como ministro en el futuro gobierno de coalición de Mark Rutte. Ergo complica su posible reelección como presidente del Eurogrupo, una espita que aún duele en la memoria de Guindos.

La carambola de pactos que tendrá que lidiar Rutte para el diseño de su gobierno multicolor no favorece la continuidad de Dijsselbloem, no solo al frente de la cartera de finanzas holandesa, sino de cualquier otro ministerio. El movimiento se disecciona cautelosamente estos días por Guindos ante su vieja aspiración de presidir el Eurogrupo. La puerta vuelve abrirse y con ella la promesa cincelada por Mariano Rajoy al propio Guindos, en los momentos del bloqueo político y del gobierno en funciones. “Aguanta como ministro que volveremos a promover tu candidatura por Europa”, aseguran que fue la promesa. La frase explicaría la continuidad en el Gabinete de un ministro que aspiraba a la vicepresidencia, al que llegaron importantes cantos de sirena, y millones de por medio, del sector privado y que decidió mantener su compromiso de ‘Todo por la patria’ bajo el aderezo del premio menor de un verso suelto de un ministerio troceado. La Ítaca de Guindos vuelve a estar a tiro de piedra. A pocos meses. Enero de 2018. Según una fuente comunitaria, a la que citó Expansión el pasado viernes, Dijsselbloem podrá permanecer en el cargo hasta la finalización de su mandato, pese a que no aparezca en el nuevo gabinete de Rutte en alguna cartera económica. En la práctica, no hay ningún automatismo entre dejar de ser ministro en funciones de un país y abandonar la presidencia del Eurogrupo. Para ello, alguien debería forzar su dimisión con presiones políticas. Una especie de rebelión de ministros de Finanzas.

El movimiento se disecciona cautelosamente estos días por Guindos ante su vieja aspiración de presidir el Eurogrupo

Guindos no quiere desvelar todavía sus cartas. “Ahora tenemos un presidente. El señor Dijsselbloem tiene un mandato que espero que pueda completar”, aseguraba a principios de año en una entrevista a Bloomberg TV. Tampoco en el ministerio de Economía desvelan si volverá a presentarse. Eso sí, Guindos ha insistido en que España no tiene la presencia que le corresponde en los altos cargos de la UE según su peso económico. España perdió en enero de 2012, nada más llegar el PP al Gobierno, su silla en el directorio del Banco Central Europeo. Y eso pese a que existía un pacto de caballeros según el cual los cuatro grandes de la eurozona (Alemania, Francia, Italia y España) tenían garantizado su puesto en el comité ejecutivo del BCE. En su libro sobre la crisis, Guindos lo atribuyó a un castigo de Merkel por la política económica del expresidente. Además, en contraste con la vicepresidencia y la cartera de Competencia que ocupaba Joaquín Almunia, el actual comisario Miguel Arias Cañete tiene muchos menos poderes como responsable de Energía y cambio climático.

Guindos figura en todas las quinielas de la prensa internacional para sustituir a Dijsselbloem. Para el diario alemán Frankfuter Allgemeinesu principal rival podría ser el socialista eslovaco Peter Kazimir, que se destacó durante la crisis de Grecia por su defensa a ultranza de la disciplina fiscal a golpe de tuit, y que, además, es partidario de que el holandés cumpla su mandato. Para que Dijsselboem siga, sería necesario cambiar estas reglas: por ejemplo, convertir la presidencia del Eurogrupo en un trabajo a tiempo completo, algo que defiende España. Pero paradójicamente, Holanda es uno de los países que bloquea este cambio porque no quiere que el cargo se convierta en una especie de ministerio de Economía de la eurozona.

Dos son los principales factores que podrían complicar las opciones de Guindos y hacerle fracasar de nuevo en su carrera hacia la presidencia del Eurogrupo. En primer lugar, la reciente elección del conservador italiano Antonio Tajani como presidente de la Eurocámara. Con ella, el PP europeo, al que pertenece Guindos, ocupa la mayoría de los altos cargos de la UE: también los presidentes de la Comisión, Jean-Claude Juncker; y del Consejo, Donald Tusk, son del mismo partido. Si la prioridad es reequilibrar el reparto, tendría más posibilidades el socialista Kazimir. El segundo hándicap que deberá superar la candidatura de Guindos es el reiterado incumplimiento de los objetivos de déficit pactados con la UE por parte del Gobierno de Mariano Rajoy. España estuvo a punto de ser sancionada con una multa de 2.000 millones de euros y la congelación de 1.300 millones de ayudas comunitarias a causa del desvío en 2015 causado por las medidas electoralistas de Rajoy. Al final se libró gracias a la flexibilidad promovida por el comisario de Asuntos Económicos, el socialista Pierre Moscovici, y por Juncker.

Un hándicap que deberá superar la candidatura de Guindos es el reiterado incumplimiento de los objetivos de déficit pactados con la UE por parte del Gobierno de Mariano Rajoy

El nuevo dibujo en Holanda abre otra puerta a Guindos. Ya lo intentó en julio de 2015. El ministro de Economía recorrió entre mayo y junio de aquel año casi 45.000 kilómetros para conseguir el apoyo de sus socios. Incluso, Guindos tenía la bendición de la canciller Merkel. Sin embargo, fue decisivo el apoyo de Francia a Dijsselbloem, pese a que el presidente Hollande había transmitido a Rajoy que apoyaría a Guindos. El cambio de actores en Europa dibujará otras alianzas en la carrera por el Eurogrupo. De momento, Guindos suma la primera victoria.

@miguelalbacar

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