Opinión

El fin del Gobierno de la violación

Irene Montero duplica el gasto en personal en su Ministerio: 5,2 millones en 9 meses
Irene Montero, ministra de Igualdad Europa Press.

Al parecer nadie sospechaba que crear un Ministerio de Igualdad que diese sueldo, altavoz y coche oficial a quienes se “formaron en género” en un taller del 15M podía acabar con la aprobación de una ley que rebajase condenas a los violadores. Son los mismos incrédulos, que se autoperciben moderados, quienes asisten con sorpresa al espectáculo de soberbia de quien carece de todo, menos de decoro, al culpar a los “jueces machistas” de sus propios errores.

Irene Montero y su Secretaria de Estado, Pam —su nombre es más largo que su formación— no han admitido el error doble. Primero rebajar penas a los violadores y posteriormente despreciar el aviso que de ello dio el CGPJ y el Consejo Fiscal, en el informe del trámite legislativo previo del Anteproyecto de ley. Son soberbias porque se saben impunes, poderosas. Son víctimas, pequeños dioses de nuestro tiempo. Mujeres que dicen ser un constructo social y viven del género. No son feministas, sino generistas, alejadas de la realidad de la mujer que ha sufrido o sufrirá una violación. Son buenas representantes de una agenda ideológica global con enormes presupuestos de lobbies. La Ley Trans no se la ha inventado la cabecita llena de ruido de Irene Montero. Su destino está ligado a Sánchez, activo en otra rama del mismo negocio.

Afirma ser víctima de una conspiración global de justicia machista. El patriarcado es opresor porque obedece la ley que ella escribió y las Cortes aprobaron

Tienen la soberbia del mal dirigente que teme que su estafa sea descubierta. Irene Montero prefiere mostrar problemas de percepción de la realidad antes que reconocer su desastre. Afirma ser víctima de una conspiración global de justicia machista. El patriarcado es opresor porque obedece la ley que ella escribió y las Cortes aprobaron. Todo al margen de las advertencias de quienes han estudiado algo más que “el género en Tik tok” y no tienen un alma carcomida por la ideología.

El desastre de la ley del “sólo sí es sí” es la perfecta metáfora del feminismo desquiciado y peligroso que representan. Soberbias, irresponsables, infantiles, ignorantes. Víctimas. Son el perfecto tirano posmoderno incapaz de asumir una responsabilidad, en este caso compartida. Esta Ley se presentó en Cortes a iniciativa del Consejo de Ministros en pleno y fue aprobada por 204 diputados de los grupos que sostienen el Gobierno: PSOE, Podemos, ERC, Bildu, PNV… y Ciudadanos. El “feminismo liberal” era esto. La progresía de azafatas de congreso que consideran presentar una moción de censura ante la rebaja del delito de malversación, pero por soltar violadores a la calle no. No pueden. Los diputados de Arrimadas ayudaron a que se perpetrase esta humillación a las mujeres, este escándalo.

Podemos quiere diluir la culpa, porque antes diluyeron la violación. La Ley del “sólo sí es sí” era la ley más importante para el feminismo que niega a la mujer biológica. El camino al poder para la izquierda se inicia en la calle. Aquellas concentraciones frente a los Juzgados tras la sentencia de la Manada en las que prometieron que no habría abuso,
todo sería violación. Esta el la clave del desastre.

Para que todo fuese considerado violación había que reducir la duración de las penas, pues bajo un mismo término se estaban englobando actos de distinta gravedad. Cuando todo es violencia, incluso una mirada, un piropo, la violencia real deja de tener la misma gravedad. Quisieron que todo fuese violación y con ello consiguieron abaratar uno de los peores crímenes contra las mujeres. Los datos de agresiones sexuales en manada no han dejado de crecer desde que se creó el Ministerio de Igualdad, contrario a la ciencia criminológica y al derecho. Ir de convivencias a una Fundación de la ONU no es lo mismo.

Feijóo está dedicado a “no insultar a Sánchez” y en prohibir los coches de más de 10 años cuando debería mostrar que es un escándalo irrespirable e insostenible

El “sólo sí es sí” es la máxima expresión de cómo someten, cómo subordinan la seguridad y dignidad de las mujeres realmente víctimas a la ideología para alcanzar el poder, que ahora han de perder. Pero su soberbia desprende un miedo que la oposición es incapaz de oler. Sin brújula ni proyecto de poder tiene ante sí la última oportunidad para provocar unas elecciones anticipadas por la ruptura y caída del Gobierno. Un hueso que no puede soltar quien merece gobernar. Feijóo está dedicado a “no insultar a Sánchez” y en prohibir los coches de más de 10 años cuando debería mostrar que es un escándalo irrespirable e insostenible. Sin embargo empieza a serlo para las mujeres que exigimos que dejen de humillarnos y ponernos en peligro desde un Gobierno que beneficia a los violadores. Si esto no provoca unas elecciones anticipadas pierdan toda esperanza. Un país fallido.

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