Opinión

Ferrovial se hace un Uber y otras bofetadas que le esperan a Sánchez

La mudanza a Países Bajos preocupa a Moncloa por la imagen de España que proyecta en los mercados e inquieta al Fisco por la señal que lanza a los contribuyentes

El presidente de Ferrovial, Rafael del Pino. EP

El Gobierno británico logró con su Brexit que Ferrovial plegara velas en Reino Unido. Cuatro años más tarde, la coalición que lidera Pedro Sánchez ha conseguido que la misma empresa, con 70 años recién cumplidos de historia, tome la misma decisión en España. La multinacional que fundó Rafael del Pino y Moreno el 18 de diciembre de 1952 mudará su sede social a Países Bajos. Punto final.

Las inversiones en suelo español no se resentirán. La mudanza tampoco tendrá impacto en la plantilla. Pero la 'huida' a Holanda lanza una señal inequívoca: España no es hoy una plaza 'friendly' para quienes tienen dinero y aspiran a ganar mucho más. Rafael del Pino, hijo del fundador, es uno de ellos. Viejo conocido de la 'lista Forbes' por su inmenso patrimonio, el discreto empresario madrileño ha tomado una decisión en silencio que generará mucho ruido.

La multinacional llevaba tiempo planeando con máxima discreción un importante cambio organizativo. Se trataba de adaptar la estructura societaria al andamiaje de su negocio; a estas alturas, muy internacional y poco español. En 2018, en pleno seísmo del Brexit, Ferrovial trasladó de Reino Unido a Países Bajos la sociedad que agrupaba sus actividades internacionales. Ese holding, titular hoy del 86% de todos los activos, es el que absorberá la matriz española.

Es un proceso 'natural' en la trayectoria de Ferrovial. Pero este hito no exime de polémica la jugada maquinada por Del Pino y su equipo. Es imposible desligar el traslado de la sede social del convulso panorama político nacional, dominado por un Gobierno que ha puesto a los grandes empresarios y a los ricos en el punto de mira. Y Rafael del Pino reúne ambas condiciones: lidera un grupo con presencia en una veintena de países y su fortuna supera con creces los 3.000 millones de euros.

Mal que le pese, sea o no su intención, el movimiento del empresario está cargado de simbolismo. Se produce en el año en que han entrado en vigor los tres impuestos que el Ejecutivo de coalición se ha sacado de la manga: el de las energéticas, el de la banca y el de las grandes fortunas. Y el consejo de administración los aprobó antes de la campaña contra los "capitalistas despiadados" del ala morada de la coalición.

Aunque los 'popes' de Ferrovial tocaron este martes las puertas correspondientes (Moncloa y organismos reguladores), la mudanza genera turbación en las filas del Ejecutivo. Se trata de una noticia empresarial de alcance internacional, de las que destacan el Financial Times y el Wall Street Journal. Que se hable de España por su incertidumbre regulatoria no interesa en absoluto al presidente del Gobierno, obligado a colocar su deuda soberana entre los fondos 'capitalistas', tras el repliegue del Banco Central Europeo.

Paralelamente, con su 'evasión', Ferrovial abre una senda peligrosa. Nuestro país cuenta con otras grandes empresas nacidas en España pero cada vez menos españolas. Ejemplos sobran: De Inditex a Iberdrola, pasando por Santander, BBVA, Acciona, Sacyr o ACS. Si la inseguridad jurídica avanza, si la campaña gubernamental gana en agresividad, cualquiera de ellas podría tener la tentación de seguir los pasos de Ferrovial. Sería una acción de venganza perfectamente camuflada como otro movimiento corporativo 'natural'.

La capacidad de resistencia tiene un límite y cada multinacional sabe dónde está el suyo. Que se lo digan a La Caixa, con su ADN cien por cien catalán, que acabó largándose a Valencia

Salvando las distancias, la compañía de infraestructuras se ha hecho un Uber. Una vez materializado el cambio de sede, Ferrovial tendrá su sede en un país con unas condiciones fiscales más benignas. ¿Falta de patriotismo? En el entorno de la empresa recuerdan que el traslado tendrá un impacto reducido en las arcas de Hacienda, y que lo realmente importante -empleo e inversiones- permanecerán intactas.

Pero lo cierto es que la señal que emite Ferrovial inquieta al Fisco y a quienes saben de fiscalidad, por el ejemplo que da al resto de empresas y de ciudadanos, todos ellos contribuyentes. También lo es que otras compañías con características similares siguen aguantando el tipo y no se han planteado, por ahora, una decisión similar. Por lealtad al país, por miedo al gobierno de turno, por interés (el BOE da mucho dinero) o -por qué no- por convicción propia. Pese al ambiente 'tóxico' que respiran algunos empresarios, ni Inditex se ha planteado mover su sede de Arteixo, ni Iberdrola de Bilbao, ni Santander de la ciudad que le da nombre.

Ahora bien, la capacidad de resistencia tiene un límite y cada multinacional sabe dónde está el suyo. Que se lo digan a La Caixa, con su ADN cien por cien catalán, que acabó largándose a Valencia por los desmanes de unos políticos descerebrados.

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