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Opinión

Yo estoy con Mario Vaquerizo: este feminismo también me da igual

Mario Vaquerizo

El nuevo feminismo no hay por donde cogerlo. El movimiento, que en teoría defiende la igualdad, se ha ido desvirtuando hasta el punto de presentar a todos los hombres como potenciales violadores y al sistema como el mal a combatir. "Heteropatriarcado" lo llaman. Esta nueva corriente radical e infantil, de la que se están aprovechando los partidos de izquierdas, deja a muchas mujeres fuera, como yo, que no entendemos la deriva que se está siguiendo ni nos sentimos representadas con lo que se defiende.

Muchas no acudimos a las pasadas dos huelgas del 8 de marzo de la mujer, que dicho sea de paso, y en general, daban vergüenza ajena. Es vital que se reivindique el papel de las féminas en la sociedad, pero para hacerlo no es necesario faltar a tu trabajo, presumir de ello y reunirte con tus amigos para dar cuatro gritos con la cara pintada y atuendos morados como si fuera carnaval. Todo ello aderezado con muchos selfies, para hacer aún más propaganda gratuita al partido que ha puesto color al movimiento y que lo único que tiene de feminista es el nombre.

El feminismo se ha ido desvirtuando hasta el punto de presentar a todos los hombres como potenciales violadores y al sistema como el mal a combatir; "heteropatriarcado" lo llaman

Ojo, hay de todo. Hay mujeres que acudieron con toda su buena fe a las manifestaciones y de pronto se vieron metidas entre carteles que rezaban "alejad vuestros rosarios de nuestros ovarios", "tu miedo a mi libertad se llama machismo", "eres libre" o "ninguna mujer tiene un orgasmo limpiando la cocina". El fondo es bueno pero se confunden churras con merinas y uno ya no sabe por qué hay una marabunta de gente exigiendo libertad para las mujeres en España, en pleno 2019, como si esto fuera un país islámico u opresor.

Imagen de la huelga feminista

Y, bueno, luego están las féminas como Paula Bonet, que ya han perdido definitivamente el juicio:

Tuit de Paula Bonet

Este feminismo no me representa

Otro de los argumentos del nuevo feminismo es denunciar que hay más hombres que mujeres presidiendo empresas o gobiernos. Es cierto, pero es una brecha que con los años se está acortando gracias a la incursión de la mujer en el mercado laboral. Y es un completo error intentar reducir este desnivel a la fuerza metiendo a presión a féminas en compañías o instituciones simplemente porque son mujeres y hay que ser feminista. Eso es no haber entendido nada.

A mí que en mi empresa haya un 50% de mujeres y otro 50% de hombres me da exactamente igual, solo veo personas ejerciendo su trabajo. Y aquellos que presumen de tener equipos pares o con más cuota femenina, como el PSOE, hacen exactamente lo contrario a lo que predican: nos presentan ante la sociedad como el colectivo débil al que hay que ayudar para que trabaje. Si yo fuera alguna de las ministras de Sánchez y viese que el 'jefe' está sacando pecho por tener más vaginas que penes en su equipo, dimitiría de la vergüenza

El feminismo real es otra cosa, y es algo que empieza en las familias, pasa por los despachos de los políticos y acaba en los de las empresas

Todas estas performances restan credibilidad al verdadero movimiento. El feminismo real es otra cosa, y es algo que empieza en las familias, pasa por los despachos de los políticos y acaba en los de las empresas. Quiero menos brecha salarial, quiero más medidas contra la violencia de género y quiero que se erradiquen el acoso, las violaciones y los abusos, pero el camino para conseguirlo no es a ritmo de pandereta ni tampoco presentando a los hombres como los culpables de todo.

En fin, no me extraña que Clara Serra huyese de Errejón ni que Mario Vaquerizo dijera que "el feminismo" le "da igual", si con este circo ya uno no sabe ni qué se está defendiendo realmente.

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