Opinión

Feijóo se hace el sueco

En cierto modo, estas dos jornadas de moción conforman el pistoletazo de salida de la campaña del 28-M

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a su llegada a una reunión a puerta cerrada con embajadores de la Unión Europea
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a su llegada a una reunión a puerta cerrada con embajadores de la Unión Europea EP

No es probable que Alberto Núñez Feijóo haya seguido con el pinganillo en una oreja el primer tramo de la moción de censura del PRT, el Partido de Ramón Tamames, asistido por la cobertura parlamentaria de un Vox obsesionado de buena mañana con diferenciar la opinión pública de la publicada, distinción -aprendida en Steve Bannon , aquel augur de Trump- cuya peor parte naturalmente corresponde, según Santiago Abascal, a la canallesca. Pedro Sánchez concluyó su primera intervención con la mira puesta en el PP, y en su “abstención indecente”, como estrambote del discurso en el que vendió acción de gobierno, refirió las supuestas afrentas de presuntos ultraderechistas y, sobre todo, se esforzó en el objetivo de presentar a Vox y el PP como dos gotas de agua.

Feijóo sabe que no es necesario hacer nada cuando se agota un ciclo: solo dejar que ocurra.

Pero, ni con uno ni con otro, Feijóo, a lo suyo, permanecía a esas horas ajeno al circo, enfrascado en una reunión a puerta cerrada con diplomáticos de varios países de la Unión Europea nada menos que en la Embajada de Suecia. En cierto modo, estas dos jornadas de moción conforman el pistoletazo de salida de la campaña del 28-M, esa fecha tenida de forma casi unánime como el comienzo del fin de la égida sanchista. Feijóo lo sabe. Y especialmente sabe que no es necesario hacer nada cuando se agota un ciclo: solo dejar que ocurra.

El tramo escénico de este primer acto de la moción ha sido, como era previsible, para los muy cafeteros: un guión cerrado que ha debido de provocar el sopor del “candidato interpuesto”, conocido también como el “señuelo”. Entre ellos no se cuenta precisamente el presidente del PP, quien ha optado, incluso en la elección del escenario, por hacerse el sueco.