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Opinión

Feijóo, ¿por qué no dejas de enredar?

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo.

Un buen amigo tiene una finca con vacas, de esas que se sacrifican para nutrir de carne a la gente corriente con permiso de los ecologistas y de los vegetarianos, que ahora se inclinan por la ensalada de quinoa y otras pamplinas. Pero lo importante de una finca con vacas es el toro. Dar con un toro efusivo que tenga la indeclinable voluntad de cubrir a las vacas y de preñar a cada una que se le ponga por delante es una garantía impagable. Dar con un toro presidido por la máxima promiscuidad representa el éxito del año y consolida el futuro de la finca. No es fácil. No siempre se consigue. Mi amigo falló en una ocasión. Dio con un toro que o bien era de la acera de enfrente o simplemente era manso. El resultado fue terrible. No hubo crías. La especie no se reprodujo conforme al mandato de la madre naturaleza que ignoran o refutan las feministas recalcitrantes. Aquel año fue realmente inolvidable. Para mal.

A mi el Partido Popular me recuerda muchas veces al toro indolente de mi amigo. He leído con gran atención el artículo que escribió la semana pasada en el diario El Mundo el exministro José Manuel García Margallo sobre la derecha que debería ser. En su opinión, el señor Pablo Casado está cometiendo un error porque está alentando la derecha con aspavientos, la derecha sin complejos. A su juicio el PP debería instalarse “en el proyecto tranquilo que nos identifica con la defensa de los derechos y de las libertades y con la vindicación del centro político como punto de encuentro del reformismo y de la convivencia”.

Un encierro de noventa días

Todo esto parece muy plausible, forma parte del mantra de la corrección política y quizá, algo que sería más grave, podría colmar la actitud fatalista de una población sometida a un encierro injustificado de noventa días que ha aceptado sin ganas de pedir cuentas. Yo pienso, sin embargo, que los partidos honestos están para despertar las conciencias narcotizadas por el poder, no para seguir drogándolas.

El señor García Margallo se contradice porque, en su mismo artículo, relata cuándo España se jodió. Fue cuando el expresidente Zapatero aprobó una Ley de Memoria Histórica para romper el espíritu de la Transición, dividir a los españoles y acusar a la derecha española de intransigencia y de intolerancia por no aceptar el trágala anacrónico. El problema que tenemos actualmente en el país multiplica los riesgos que desató Zapatero. Durante su pasada comparecencia en el Congreso para aprobar la última prórroga del estado de alarma Sánchez afirmó: “Lo voy a decir alto y muy claro: ¡Viva el 8-M! El país que queremos es el del ingreso mínimo vital, el de la transición ecológica, el de la igualdad real y efectiva. Somos un Gobierno de progreso y feminista. Somos un país democrático que camina hacia un futuro mejor”.

Manifestaciones sectarias

Todo este proyecto de la izquierda delirante que condena a los ciudadanos al pesebre y a la miseria general, que hipoteca a la industria y que menosprecia el sector servicios lo escupió el mismo día que el Instituto Nacional de Estadística comunicó que el número de muertos durante la pandemia supera los 43.000. Es decir, consciente de que las cifras que enseña todos los días el infausto doctor Simón son un 55% inferiores a las reales. O sea, ocultando que el resultado catastrófico en términos de fallecimientos de nuestro país -el peor del mundo sin duda- fue el producto de alentar manifestaciones sectarias como la del 8-M a sabiendas del riesgo cierto en que se incurría, del retraso negligente en adoptar medidas para proteger a la población en riesgo y de la falta de diligencia en equipar debidamente a los sanitarios para combatir la pandemia.

El plan de 'desescalada' más restrictivo del Continente va a condenar al infierno al sector turístico y a la hostelería, que es el más poderoso de la nación y el más intenso en número de empleos

Como todo se hizo tarde desde el principio, todo se ha hecho peor después. El confinamiento más extremo del mundo no solo no ha evitado la catástrofe humanitaria, sino que está causando la mayor debacle económica de la Unión Europea. El parón completo de la actividad va a provocar que el PIB del país se contraiga un 20% en el segundo trimestre del año, superando con creces a nuestros socios. El plan de 'desescalada' más restrictivo del Continente va a condenar al infierno al sector turístico y a la hostelería, que es el más poderoso de la nación y el más intenso en número de empleos. Todas estas desgracias son completamente inauditas. ¿Cómo se puede hacer el don Tancredo ante las mismas?

Con un enemigo tan peligroso, que ha causado tanto daño a la nación, y que se propone seguir haciéndolo con su proyecto bolchevique -arrasando las instituciones, desprestigiando a los cuerpos de seguridad del Estado y ocupando la administración pública con sus amigos y los de Iglesias- no se puede lidiar con temor. O preñas a la vaca o la tienes que vender para carne, pero sin la cría profetizada por la madre naturaleza. La oposición del Partido Popular tiene que ser sin cuartel, a sangre y fuego, sin espacio posible para la componenda con alguien que sabes certeramente que te quiere engañar para después liquidarte sin clase alguna de compasión. El señor Margallo, y con más notoriedad que él, el señor Núñez Feijóo, el presidente de Galicia, creen que Casado no debe entrar en la estrategia de crispar del Gobierno.

Chantajes y baronías

Yo tengo un gran respeto por Feijóo. Va camino de volver a gobernar Galicia por cuarta vez. Ha demostrado ser un gestor eficaz y un político incombustible ante las amenazas de las mareas y de los demás excrementos que merodean por la región. Sólo me parece que habría que pedirle un favor. Que no enrede. José María Aznar gobernó durante ocho años España. Los últimos cuatro logró el mandato por mayoría absoluta con un programa liberal sin concesiones después de haber conseguido que el país ingresara en la Unión Monetaria contra los melifluos del propio partido y de muchos prebostes del Ibex 35 que apostaban por una Europa a dos velocidades. También tuvo el acierto, a diferencia del Partido Socialista, de construir una formación sin lugar a las baronías y a los eventuales chantajes de los líderes territoriales.

Feijóo se está saltando esa norma. Después de la moción de censura contra Rajoy, que vulneró el espíritu constructivo con el que se diseñó constitucionalmente, el señor Feijóo pudo presentarse a las primarias para elegir al nuevo líder del PP. Si hubiera concurrido habría ganado de calle. Era el hijo pródigo, el ungido, nadie atesoraba más cualidades ni más predicamento en el partido. Pero no quiso. Abdicó. Fue como el toro de mi amigo que no deseaba preñar a las vacas. Lo mínimo que se le podría pedir en adelante es que dejase de debilitar la presidencia de quien se hizo con el cargo contra todo pronóstico y por fortuna: Pablo Casado. Pero no quiere, y jode lo que puede.

Pero sus ideas son cristalinas y afiladas como una buena navaja de Albacete. Destaca sideralmente respecto a la mediocridad dominante en la nación, y no digamos en el Parlamento

Se opuso desde el principio al nombramiento de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del Grupo Parlamentario, y desde entonces no ha desaprovechado la oportunidad de minarla. Yo adoro a Cayetana. Es una de las personas más formadas e inteligentes del país, y por supuesto del Congreso de los Diputados. Puede que sea arrogante y que tenga un punto prescindible de soberbia -¡quién sería tan casto y puro para no tenerla dado su currículo!-. Pero sus ideas son cristalinas y afiladas como una buena navaja de Albacete. Destaca sideralmente respecto a la mediocridad dominante en la nación, y no digamos en el Parlamento. Mucha gente detesta su acento argentino, ¿pero no es eso una muestra de racismo, ahora que el debate está de moda?

Lo crucial es que tiene muy diagnosticado al adversario, y me parece que hace muy bien en combatirlo con denuedo. Los ‘demócrata-cristianos’ del PP -aquellos que según dicen las crónicas salían victoriosos de las peleas con los leones en los coliseos de Roma-, los García Margallo, los marianistas -que tanta responsabilidad han tenido en el surgimiento de Ciudadanos y luego de Vox por su incomparecencia en Cataluña y por su pasividad culpable en la dejación de los principios que hicieron grande al PP-, los Feijóo que abundan en el partido dicen que Cayetana se pasa de frenada. Yo creo que a veces le falta acelerar.

El 'marqués de Galapagar'

Calificar a Iglesias de hijo de terrorista fue de una obviedad apoteósica. Haberlo desarmado antes por sus tendencias totalitarias y contrarias a la Constitución fue un ejercicio de pedagogía colosal. Cayetana sólo tiene un defecto. Tiene poco sentido del humor, y esto despierta una falta de empatía punitiva. Yo adoro a Cayetana porque es marquesa de verdad, y podría haber aprovechado este hecho evidente para humillar aún más al ‘marqués de Galapagar’, que se ha fugado de Vallecas desde que ha hecho el dinero que no podría ganar jamás en el sector privado -o sin la ayuda de las dictaduras chavistas-, que ha colocado a su pareja de ministra, y que tiene su ‘dacha’ tan blindada por guardias civiles que los delitos en el pueblo donde vive han crecido ante la falta de efectivos.

Cayetana ataca la víscera que desprecia la derecha mansa que sigue queriéndose parecer a la UCD fracasada, y que no quiere sacar los pies del tiesto porque sigue acomplejada ante la izquierda. Se siente incomprensiblemente heredera del franquismo y adolece de la inclinación maldita por hacerse perdonar unos delitos que jamás ha cometido. Lo que todavía no ha entendido esta derecha menesterosa es que lo que está en juego en el tablero político es la batalla cultural. El desafío pendiente consiste en derrotar la presunta y falaz superioridad moral de la izquierda, en combatir la impunidad de la que goza en el orden social y cultural, el privilegio del que disfruta en las televisiones privadas adictas que regaló Rajoy y la galantería vomitiva del mundo del ‘artisteo’ y de la pretendida ilustración acostumbrada a vivir desde tiempo inmemorial al calor de la subvención.

Todo esto lo sabe a la perfección Casado, lo practica dialécticamente siempre que puede Cayetana, y lo conoce de sobra Feijóo, que es un tipo extremadamente inteligente y capaz. Por eso me atrevo a decirle: ¿por qué no dejas de joder a Casado? Como a mi amigo, me parece que hay que apostar inexorablemente por el toro efusivo y promiscuo determinado a preñar a las vacas.

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