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Opinión

Feijóo rumia su venganza

Alberto Núñez Feijóo, en Santiago de Compostela

Es una rara avis, una especie en vías de extinción. Alberto Núñez Feijóo, (Orense, 58 años), suma tres legislaturas con mayoría absoluta y se encamina hacia la cuarta. Hay que rebobinar a los tiempos de Fraga, Bono o Pujol para encontrar algo parecido. Feijóo fue alto cargo en Madrid en los Gobiernos de Aznar (Correos e Insalud) y regresó a Galicia para expulsar de la Xunta a los maulas del bipartito PSOE-BNG. Y ahí sigue. Dispuesto a encarar el cuarto asalto a la presidencia regional con todos los vientos favorables. 

La llegada de Pablo Casado y los cambios en la cúpula de Génova no le han despojado a Feijóo de su condición de 'barón de barones' en el PP. Primus inter pares. Algunos pensaban que quizás Juanma Moreno, que puso punto final al régimen socialista andaluz, podría aspirar a ese papel. Ni por asomo. Bastante tiene Moreno con enmendar la catástrofe de corrupción y deudas que dejaron Chaves y compañía en la Junta. Otras cosa es Isabel Díaz Ayuso. Madrid se ha convertido en el bastión democrático, la barrera de libertad frente al socialpopulismo de Pedro Sánchez. Pero Ayuso, una figura en crecimiento, acaba de aterrizar en Sol. Tampoco está para dar batallas internas.

Feijóo estuvo a punto de cortarle la cabeza Teo García Egea, el número dos de Génova. Casado evitó la decapitación a cambio de jurar fe eterna a los principios centristas del partido

Feijóo sigue siendo un tótem intocable en la familia de los populares. Un referente criticado y venerado. Pero respetado. Casado se lo ha reconocido expresamente en varias ocasiones, en especial tras el revolcón electoral de las generales de abril, cuando peregrinó, envuelto en el sayal de la humildad franciscana, a pedirle árnica, o quizás clemencia, al líder gallego. Feijóo estuvo a punto de cortarle la cabeza Teo García Egea, el número dos de Génova. Casado evitó la decapitación a cambio de jurar fe eterna a los principios centristas del partido, lejos de los devaneos radicales en los que había incurrido durante la campaña electoral por miedo a Vox.

Nada ha desvelado aún Feijóo sobre su futuro. Todos dan por hecho que se presentará de nuevo y que convocará, posiblemente, para antes del verano. Piensa su gente que es aconsejable alejarse de los comicios catalanes, que todo lo enlodan y distorsionan. No así de los vascos, que también tocan este año. Gallegos y vascos ya votaron en paralelo en las últimas autonómicas y a Feijóo no le fue nada mal.

Serán las primeras elecciones en las que el electorado del centrodereha pueda castigar los desaforados desatinos de Sánchez

La baza fundamental de Feijóo, con todo, es lo que en los cenáculos de Santiago llaman 'el factor Susana' o 'la gran venganza contra el sanchismo'. Susana Díaz perdió su poltrona de gran sultana andaluza por la desidia de Sánchez hacia el órdago separatista. "Me equivoqué, perdí por Cataluña", reconoció la lideresa tras su defenestración. Feijóo dispondrá, si convoca con celeridad, de un arma decisiva para reondear su victoria. Serán las primeras elecciones en las que el electorado del centrodereha pueda castigar los desaforados desatinos de Sánchez. La Fiscalía de Delgado, los conchabeos de Ábalos con el régimen criminal de Maduro, la humillación ante Junqueras y Rufián, los abrazos con el racista Torra...y otras viles menudencias.

El bofetón a Sánchez de Galicia resonará en toda España. Nada que ver con lo que ocurra en País Vasco o Cataluña, regiones con un biotopo político demasiado perdido para la causa del PP. Y para la democracia. Feijóo no quiere coaliciones con Ciudadanos, que nada le aportan, sino que confunden. Su propuesta es versátil y trasversal: centrista en lo político, galleguista en lo lingüístico y liberal en lo económico. La fórmula del eclecticismo mágico que se precisa para robar voto al PSOE, anular a Cs y taponar a Vox

¿Y tras las gallegas, ¿qué?, se preguntan. Puede pasar de todo. Los medios gallegos, tan complacientes con el presidente y su cuadrilla, apuntan ya a la cabeza del PP. Es decir, al entrecejo de Casado. El líder de los populares está gestionando con escasa habilidad el momento más dramático, peligroso e inquietante de nuestra reciente democracia. A veces se muestra sutil. Otras, sumamente feroz. Las más, como "esa nave pequeña, sorprendida en un vasto mar por un viento enfurecido", que cantaba Catulo.

Con un PSOE radicalizado hasta las lindes del podemismo ultra, y con un Cs convaleciente, Casado tiene terreno libre para crecer por la derecha, el centro y algo más allá

Será una apreciación errada pero, por momentos, muchos, el paciente Casado parece no tener proyecto claro ni para su partido ni para España. Debería seguir el certero consejo de Aznar. "Enfrentar a Vox como si el Gobierno no existiera y enfrentar al Gobierno como si Vox no existiera". Esto segundo es importante. Con un PSOE radicalizado hasta las lindes del podemismo ultra, y con un Cs convaleciente, Casado tiene todo el terreno libre para la derecha, el centro y más allá. Quizás se decida a dar el paso.

De momento quien lo va a hacer, según los pronósticos, es Feijóo, el eterno delfín de Fraga, el fiero rival de Rajoy, la molesta sombra para Casado. Sánchez, curiosamente, puede convertirse en el trampolín en el que Feijóo se apoye no sólo para conservar la Xunta, sino incluso para pensar en Génova y hasta en la Moncloa. Los asuntos de Estado tienen preceptos audaces: "Abandone el Palacio quien pretenda ser piadoso", advirtió Lucano. Toma nota, Casado.

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