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Opinión

La estrategia Decreto-Ley o el dilema del prisionero

La ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, y la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio.

La excepcionalidad de la legislatura que acaba es innegable, tenemos tantos ejemplos de primera vez, que pareciera que nuestra democracia quería poner a prueba artículos de la Constitución, que aunque previstos, no estaban explorados. Por primera vez prosperaba una moción de censura que dibujaba un Congreso de los Diputados con una Mesa y Presidencia de la Cámara con una mayoría diferente a la del Gobierno. Esta paradoja ha jugado y juega un papel muy importante en la estrategia política estos nueve meses. El Gobierno ha acusado ampliamente a la oposición, surgida de la moción de censura, de bloquear alguna de sus iniciativas estrella. El Ejecutivo, para sortearlo, decidió utilizar una de las prebendas más controvertidas: el decreto-ley.

Este pasado viernes 5 de abril el Gobierno de Sánchez daba por finalizados los 'viernes sociales', una denominación que hace referencia a la aprobación mediante decreto-ley de alguna de las medidas estrella de los presupuestos frustrados que pactaron PSOE y Podemos. También, esta semana pasada se produjo la convalidación en la Diputación Permanente de seis decretos con el apoyo explícito o implícito de todos los grupos políticos a excepción del PP. Esta aprobación, con la concurrencia de la gran mayoría de los grupos de la Cámara, puede ser considerado como un éxito de la estrategia electoral de Moncloa: seguir gobernando hasta el último día; incluso durante la precampaña.

Estrategia del PSOE

La estrategia de campaña del PSOE pasa por la herramienta más controvertida y ejecutiva que tiene en su poder, el BOE. Es la primera vez que un Gobierno aprueba en periodo preelectoral una batería de medidas sociales que tienen como objetivo marcar el ritmo y la agenda de la precampaña. La figura legal para llevarlos a cabo ha sido y está siendo ampliamente criticada por toda, repito, toda, la oposición; sin embargo, la convalidación de los decretos muestra el dilema del prisionero que lleva aparejada la estrategia: si los convalidaban/aprobaban dan oxígeno al Gobierno y la última medalla a pocos días de hacer la tradicional “pegada de carteles”; si por el contrario, las rechazaban, el Gobierno tenía el relato hecho: la oposición ha vetado incrementar el permiso de paternidad o ampliar el subsidio de desempleo a los mayores de 52 años, entre otras. A ver cuál es el partido que se puede permitir el lujo de rechazar estas medidas con las urnas en los talones.

La estrategia electoral de Moncloa está siendo un éxito, aunque desde el punto de vista democrático sea cuestionable

La estrategia electoral de Moncloa está siendo un éxito, aunque desde el punto de vista democrático sea cuestionable. Desde que se convocaron elecciones, el Gobierno ha dejado de tener que lidiar con los errores del día a día y con la oposición en el Congreso, para encadenar semanas protagonizadas por la aprobación de medidas sociales, fotografías presidenciales, escasas entrevistas en formato tradicional y mítines llenos a reventar. Mientras tanto, la oposición tiene que lidiar con encuestas agoreras, entrevistas de riesgo y fotografías exóticas de campaña. El único respiro que la oposición ha sabido aprovechar fue el lanzamiento de un slogan "Titanic” cuya polémica no duró lo que hubieran deseado.

La estrategia de los 'viernes sociales' es cuestionable, pero altamente efectiva. A la inmensa mayoría de los electores que verán ampliados sus derechos ¿realmente les importa que su tramitación haya sido mediante decreto-ley? ¿Conocen la diferencia entre esa tramitación y una convencional? ¿Es el decreto-ley una figura cuestionable por el poder que otorga al Ejecutivo? Preguntas todas ellas que han sido contestadas por analistas y periodistas políticos, carne de tertulia, pero no en el debate de la calle. Solo el futuro sabe si el decreto-ley será regulado de una forma más restrictiva como pide la siempre la oposición, sea del color que sea. O quizás, el PSOE ha inaugurado un nueva forma de hacer campaña electoral: gobernar hasta el último día.

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