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Opinión

Esto pa ti, esto pa mí

Ada Colau y Jaume Collboni en la presentación de su pacto en Barcelona

Les decía que en los próximos meses sabríamos qué le ha costado al PSC, es decir, a nuestros bolsillos, los votos de En Comú Podem. No ha hecho falta esperar tanto. Sabemos ya que Collboni les ha prometido no tocar ni uno de los cargos que ha ido enchufando Colau. Que no son pocos. A servidor le salen casi doscientos. Solo para ella, Colau disponía de veinte. Que no sus farte de ná, diría el clásico. Porque la política vista desde el córner rojizo se limita a acumular poder y dinero. Y como sea que esta cuchipandi no son proclives al trabajo pelean como gatos panza arriba con tal de mantener su sueldo. Porque esto no va de sillones, va de cuentas corrientes. Cito unos datos, públicos, por cierto: los cargos designados a dedo por Colau cuestan 10’8 millones de euros al año y se reparten entre asesores, gerentes de organismos autónomos y entidades públicas empresariales, gerentes y directores generales de empresas, fundaciones o consorcios, comisionados, consejeros de distrito y demás ilusiones ópticas. No es una figura retórica: existen comisariados para la Agenda 2030, Políticas Alimentarias, Diálogo Intercultural o Pluralismo Ideológico. Les ha faltado uno de Tchaikovski Superior y Pas a Deux con Katiuskas. Añadamos que el que menos se lleva se apalanca al año 23.000 pavinis. Para lo que hacen no es moco de pavo. Y no hablo del nepotismo de estos comunistas porque no es mi intención provocar acidez estomacal al lector.

Sabemos ya que Collboni les ha prometido no tocar ni uno de los cargos que ha ido enchufando Colau

En total, que Colau le dijo a Collboni que le votarían si mantenían a los compi yoguis de la señora y el chico de los recados de Iceta dijo que sí porque, según éste, “Hay que conseguir que al menos Pedro pueda decir que gobernamos en una de las grandes capitales”. A Pedro no se le pueden dar disgustos y de ahí que el chico hiciera lo que decimos en catalán, mans i mànigues, todo lo posible, para salir electo como alcalde. Pero Colau es como el escorpión de la fábula y tiene que obedecer a su naturaleza traidora – cosa común entre los seguidores de ese engendro llamado comunismo – y así, en su perorata del sábado pasado, soltó algo que pasó inadvertido. Dijo con esa cara que mezcla odio, rabia y sectarismo que Collboni le ofreció “Un pacto secreto para entrar en el gobierno sin que el PP lo supiera de entrada”.

Colau le dijo a Collboni que le votarían si mantenían a los compi yoguis de la señora y el chico de los recados de Iceta dijo que sí

Llegados aquí la pregunta es obvia: ¿quién nos asegura que Colau y los suyos no entraran a formar parte otra vez del gobierno municipal, habida cuenta de que Collboni no tiene concejales para gobernar en solitario? Este reparto de sueldos, carguitos y demás ¿no esconderá un acuerdo secreto, este sí, entre socialistas y Colau que, al fin y a la postre, llevan gobernando cogiditos de la mano hace tiempo? Porque gobernar con los comunistas se ha hecho desde siempre en Barcelona. Antes, con el PSUC, después con Iniciativa per Catalunya. Recuerdo lo que llegó a mandar Eulalia Vintró, que iba con abrigo de visón a las manifas anti fascistas, por no citar al omnipresente Jordi Borja, ex Bandera Roja, ideólogo de Maragall y muñidor de entidades como el Observatorio DESC del que salió Ada Colau. No ganaban elecciones pero se colocaban en cargos desde los que influir y, mucho mejor, colocar a los suyos. Un viejo socialista decía que cuando el PSC perdiera Barcelona no tendría un solo alto cargo en el ayuntamiento con carné del partido porque todos eran comunistas.

¿Veremos a Colau otra vez al lado de Collboni como su Gran Visir? Son muchos los que me dicen que, pasadas las elecciones generales y de cara a septiembre, podría ser. Es cuestión de repartirse los despachos y no hacerse daño. Qui vivra, verra.

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  • G
    Genji

    Sr. Giménez, ¿de verdad los barceloneses no nos merecemos algo mejor que todos estos personajillos, sin oficio (conocido) ni beneficio, que están el el Ayuntamiento? La mayoría aspira a obtener una sinecura- y en el caso de Colau es palmario- y tirar "palante", que son dos días.

  • P
    Petrarca

    Muy probable que sea así, Miquel, y que Sirera no remueva ni los frutos de su nombre. La Barcelona ideal: que mande la LGTB.

  • S
    S.Johnson

    El personal tiene que vivir de algo y cada uno tiene lo que vota. Ningún problema.
    ¿Quién dijo que la democracia era un sistema perfecto? En realidad solo sirve para no tener que andar a las puñaladas, de las de verdad, con filosos cuchillos cachicuernos o puñales dorados, no retóricas, cada vez que toque cambiar de gobierno o aplicar las leyes, que no es poco.

  • B
    Beeblebrox

    El PP ha dejado claro a todos los barceloneses que trabajan y pretenden disfrutar con seguridad del fruto de su trabajo y ahorro que se tienen que hacer independentistas. La UCD hizo lo mismo y hubo 20 años de Pujol ladrón y aquí parece que las ideas no han mejorado nada

  • L
    Lucy

    Permítame felicitarle por segunda vez, por fin alguien dice la verdad.
    El PP ha demostrado que no tiene ni idea de la política de Barcelona.

    • U
      Uatu

      La gente que "no tiene ni idea de la política de Barcelona", ni de política y democracia en general, es la que esperaba que el realismo mágico lloviera sobre Barcelona y cambiara que el 80% del electorado está por tragar con, o votar directamente a, o independentismo o izquierda, más o menos radical, más o menos de centro.
      Ni Colau ni Sirera podían hacer otra cosa, si es que optaban por hacer algo y no quedarse mirando esperando que hagan otros, como reza el programa político de Vox: figurar, agitar, y esperar a que caiga la fruta podrida... ayudando, si les dejan, con algún gusano o bacteria.
      Así que, fuera de tragar con el independentismo y el socialismo más o menos comunal, lo que queda es o realismo mágico, o "desfiles por la Diagonal". En fin.

  • S
    Stephen Dedalus

    ¿Veremos a Colau otra vez al lado de Collboni como su Gran Visir?
    Lo verán, aunque Ignacia de Pano no lo reconocerá.