Opinión

Estamos en guerra y nadie se entera

Europa está en guerra hace años y lo peor es que no se ha querido enterar

  • Un avión F35 de la RAF, imagen de archivo

El concepto de guerra ha cambiado con el paso de los años. La tecnología ha modificado en poco más de un siglo la manera en la que la humanidad se empecina en destruirse. De la guerra de trincheras y las cargas de caballería de la I Guerra Mundial hemos llegado a drones, guerra bacteriológica, ataques cibernéticos o misiles intercontinentales, por citar tan solo unos ejemplos. De la misma forma, la declaración de guerra como inicio de las hostilidades no es la misma que años ha. No se tata de que un diplomático presente un documento ante el gobierno de otra nación o que un airado canciller abofetee con un guante la cara de otro. La guerra del siglo XXI es más sibilina y deshonrosa.

Europa está en guerra hace años y lo peor es que no se ha querido enterar. Era más cómodo legislar sobre tapones de plástico, organizar un tinglado burocrático mastodóntico, mantener valores buenistas y fiarlo todo a la protección de los EEUU, esos que ya nos salvaron el culo en las dos guerras mundiales y a los que, por definición, todo el mundo pone a parir. Europa ha sido un nini que, desde el sofá de casa de sus padres, se pasa el día jugando con el móvil con todo pagado y dice que no puede emanciparse porque la vida está muy mal y no hay empleos bien pagados a cambio de no hacer nada. Pero papá EEUU se ha cansado y nos ha dicho que espabilemos. Y ante el problema de la Defensa del territorio – y la civilización – europea, Europa no tiene ninguna estrategia. Se habla del ejército europeo, pero ese concepto, salvo aquella brigada mixta franco-alemana que duró poco, es imposible, máxime con el Reino Unido fuera de la UE.

Lo peor es que tenemos al enemigo en casa e incluso gobernando. Hasta ahora los políticos habían podido esconder la verdad: el avance imparable de una invasión social, política, cultural y religiosa que ha supuesto la inmigración que no viene a integrarse ni a respetar nuestras leyes y costumbres. No pongo en duda que hay gente llegada de fuera que lo único que desea es prosperar y vivir en paz respetando al país que los ha acogió, pero estaremos de acuerdo que no es el modelo estándar. Los resultados: no pasa una semana sin que se produzca un suceso luctuoso en algún punto de Europa. Ya no nos pueden decir que son hechos aislados o que los cometen dementes. Existe una estrategia cuidadosamente planificada para minar desde dentro nuestro sistema.

Europa ha sido un nini que, desde el sofá de casa de sus padres, se pasa el día jugando con el móvil con todo pagado y dice que no puede emanciparse porque la vida está muy mal

Ese tipo de guerra, sumada a la de las noticias falsas e informaciones sesgadas hacen que parte de la población no tenga claro que estamos en guerra, repito. Una guerra distinta, pero guerra al fin y al cabo. En el caso español es particularmente grave porque tenemos un flanco sur desprovisto de capacidad de reacción. De ahí que cuando Sánchez habla de aumentar el presupuesto en Defensa uno no sepa si reír o llorar. Marruecos ya iguala a España en el presupuesto militar, y buena parte de su arsenal y medios se lo hemos “regalado” nosotros vía Sánchez; EEUU considera a Marruecos su aliado y le ha vendido alta tecnología: drones, escudos anti misiles y treinta y cinco aviones F-35. Esto supone, entre otras ventajas, disponer de cazas de despegue vertical, indetectables por el radar, con detección de objetivos mediante láser y que el piloto disponga de un casco equipado con realidad virtual que dispone de seis cámaras que facilitan imagen en vivo. 

La guerra cultural y mediática la tienen casi ganada; la otra, Dios quiera que no llegue, también la ganarían. Porque Yolandas, Irenes, Bolaños, Puentes, Puigdemont, Oteguis y Sánchez no se ganan guerras. Se pierden. Eso, si alguno no se pasa al otro bando. Así que, mientras gobierne Sánchez, no me hablen de Defensa.

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