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Opinión

'Espantada' general en el PSOE para no dar el relevo a Sánchez

Javier Fernández.

Javier Fernández pasa por ser un tipo cabal, "lo mejor que tiene el PSOE", según hemos venido oyendo en estos meses dentro y fuera de ese partido. Por eso sorprende aún más la espantada que va a protagonizar el presidente de la gestora negándose a inaugurar el 39 Congreso Federal el 16 de junio. Hoy, martes, reunirá por última vez en Ferraz al órgano provisional de dirección y, si las crónicas aciertan, tampoco dará una última rueda de prensa.

Antes que él, los coordinadores de la ponencia, Eduardo Madina y José Carlos Díez, ya hicieron mutis por el foro hace una semana porque, dicen, tampoco quieren ellos defender un documento que, minutos después, empezará a ser demolido por el sanchismo vía enmiendas para introducir un modelo de partido "asambleario" ajeno a la tradición socialista y orientado "a una izquierda imposible".

Dan ganas de preguntar: ¿Hay alguien ahí?... Si no lo hago es porque lo hay. Vaya si lo hay. El vacío en política no existe y al susanismo de una gestora en desbandada ya le ha sustituido de facto el pedrismo que viene.

Además de los trabajadores y del gerente, Gregorio Martinez -también de salida-, en Ferraz andan Sánchez y su equipo (José Luis Ábalos, Adriana Lastra, Juanma Serrano y Maritcha Ruiz Mateos) instalándose en la cuarta planta y manejando la organización del congreso; según alguna fuente, cambiando "hasta aspectos técnicos" decididos por Javier Fernández; la gota que ha colmado la paciencia del asturiano, muy enfadado.

Pero tanto él como el resto de los derrotados en las primarias deberían entender que la política es también respetar la liturgia. Y, ciertamente, renunciar a dar la bienvenida a los mil delegados que se reunirán en el Palacio de Congresos de Madrid a partir del viernes 16 de junio no es la mejor forma de acabar un mandato e iniciar otro en un partido que se dice de gobierno.

Porque el presidente asturiano se ahorrará el bochorno personal de entregar el testigo a quien contribuyó a derribar en el traumático Comité Federal del uno de octubre, pero ¿a qué precio? El mensaje es claro... y muy peligroso: "este no es nuestro PSOE". El problema es que el electorado puede acabar entendiendo que sigue habiendo dos PSOEs... claro, que igual es lo que se pretende. 

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