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Opinión

España: tan lejos de Suecia y tan cerca de Argentina

Suecia pasó de un Estado de Bienestar a un Estado Posibilitador: reduciendo desde 1990 el gasto publico, los impuestos, el déficit y la deuda pública y abriendo a la competencia privada la provisión de los servicios públicos

Juan Domingo y Eva Perón

La geografía y la historia sitúan a España entre Suecia y Argentina, dos países en las antípodas no solo en el espacio físico, sino también en el progreso económico y social. Si se repasa la trayectoria histórica comparada de los tres países en los ámbitos económico e institucional, las conclusiones que se obtienen son muy clarificadoras para saber de donde venimos, donde estamos y hacia donde nos estamos dirigiendo a gran velocidad.

Hacia finales de los años 60 del pasado siglo, España tenía una renta per cápita equivalente a la de Argentina y la mitad que la de Suecia. Desde entonces, mientras que Argentina se estancaba y retrocedía en su comparación con España, nuestro país recortaba su divergencia con Suecia con tasas de crecimiento muy superiores hasta alcanzar una mínima distancia en los años noventa coincidiendo con la grave crisis que padeció la economía nórdica, fruto de sus excesos socialistas.

Con Zapatero la divergencia con Argentina se contrajo mientras que se volvió a ampliar con Suecia. Desde entonces hasta ahora, con la salvedad del periodo de gobierno de Rajoy en el que volvimos a acercarnos a Suecia y separarnos de Argentina, España –como muy bien refleja el siguiente gráfico- ha emprendido, decididamente y con la imprescindible contribución de Sánchez, el camino argentino que nos aleja cada vez más, no sólo de Suecia; también de Europa.

La frase atribuida a Eva Perón “toda necesidad social es un derecho”, sin reparar en su razón de ser ni en su viabilidad económica ni financiera, se ha venido practicando en aquel país

Demostrada la consistente evidencia de la convergencia de España con Argentina y al mismo tiempo el alejamiento de Suecia, que los empecinados Zapatero y Sánchez han venido protagonizando sin descanso y con sumo aprovechamiento, es pertinente analizar las trayectorias de ambos países para vislumbrar el camino de vuelta al lugar que nos corresponde en el mundo, antes de que el actual Gobierno consume su devastadora labor.

El caso argentino se resume en un Estado fallido, con reiteradas suspensiones de pagos de las deudas que no cesa de contraer, que siendo extraordinariamente rico en recursos naturales y uno de los países con mayor renta per cápita del mundo hace un siglo, ha venido decayendo para ser ampliamente superado por países de dimensión equivalente como Corea del Sur, Australia y España y también -aunque con menores diferencias- por Brasil, México y sobre todo Chile, antaño mucho más retrasados. La política que inspiró tal desastre se resume en una muy conocida frase atribuida a Eva Perón: “Toda necesidad social es un derecho”, que sin reparar en su razón de ser ni en su viabilidad económica ni financiera se ha venido practicando allí, para ser imitada en España por el socialismo gobernante del siglo XXI, con equivalentes resultados.

La historia de Suecia es muy relevante porque, a diferencia de Argentina, tras experimentar un siglo –1870-1970– de sinigual éxito que culminó en un grave fracaso veinte años después, protagonizado por su socialismo gobernante, fue capaz de cambiar de rumbo y reemprender el buen camino; constituyendo así un excelente ejemplo a imitar. En la encrucijada actual de España, es mucho lo que podemos aprender de Suecia y sobre todo debería ser practicado por un próximo -el actual bastante trabajo tiene en seguir agudizando la crisis– gobierno desde su primer día.

Entre 1870 y 1970, Suecia vivió su “siglo de oro”, no cultural como el español, sino económico aumentando más que ningún otro país la renta por hora trabajada. Para lograrlo se llevaron a cabo reformas institucionales favorables al libre mercado y el desempeño de la función empresarial.

  • Entre 1910 y 1970 los impuestos sobre la renta estuvieron por debajo de los de EEUU, mientras que los ingresos fiscales en porcentaje del PIB eran similares; es decir, bajos.
  • Entre 1920 y 1980 Suecia duplicó su gasto público, que pasó del 31 al 60% del PIB, mientras que el empleo público se triplicaba. El zénit del gasto se alcanzó en 1993 con el 72,4% el PIB.
  • Todas las grandes y exitosas empresas suecas: Ikea, Volvo, Tetra Pak, H&M, Ericsson, Alfa Laval fueron fundadas antes de 1970.
  • Desde 1970, la renta per cápita creció mas lentamente que en EEUU, mientras que las políticas keynesianas de gasto público fracasaron: la legislación laboral aumentó los costes haciendo decaer la competitividad internacional, los impuestos de la renta crecieron sin parar, la inflación se disparó, en 1982 se devaluó la moneda, los constantes cambios legislativos deterioraron la seguridad jurídica y el desempleo creció como nunca, hasta el punto de que entre 1970 y 1995 los adultos desempleados se duplicaron alcanzando el 20%.
  • Entre 1970 y 1995 se estancó el crecimiento del PIB y la creación de puestos de trabajo; todos públicos, ninguno privado.
  • En 1970 Suecia era el 4º país más rico del mundo, en 1980 el 6º, en 2000 el 11º y en 2010 el 10º tras un arsenal de reformas liberalizadoras.
  • El experimento socialista sueco en las décadas de 1960 y 1970 fue un paréntesis de fracaso en la historia del país.
  • En 1992, para detener la devaluación de su divisa, el Banco Nacional de Suecia subió el interés al 500%. De este modo, como señaló alguien, “Suecia se había transformado en una república bananera…pero sin siquiera tener bananas.”
  • Tanto en Suecia como en los demás países nórdicos, el mayor crecimiento se consiguió antes del Estado de Bienestar, que según el prestigioso académico sueco Assar Lindbeck, “deterioró la responsabilidad individual y destruyó los valores éticos”.

Suecia, a diferencia de Argentina y España, enfrentó su crisis con lucidez y valentía mediante reformas tales como:

  • Educación: cheque escolar y competencia público privada, con crecimiento privado a costa del sector público
  • Sanidad: externalización de servicios de los centros públicos, cheque sanitario y libre competencia publico-privada.
  • Pensiones. Sistema mixto reparto & capitalización. Las generaciones futuras están exentas de pagar las pensiones previas: no se paga lo que no se ingresó antes. Retiro libre desde los 61 años con pensión según contribuciones realizadas durante toda la vida laboral.
  • Fiscalidad: reducción de los impuestos al trabajo y abolición de los impuestos sobre la riqueza y la herencias. Entre 1996 y 2013 Suecia fue el país que más disminuyó su presión fiscal seguida de Finlandia, Holanda y Dinamarca.
  • Trabajo: Los funcionarios -salvo jueces, militares, etc- no tienen más derechos -incluido el despido– que los trabajadores del sector privado y el subsidio de desempleo está condicionado a buscar activamente trabajo.

Suecia pasó de un Estado de Bienestar a un Estado Posibilitador: reduciendo desde 1990 el gasto publico, los impuestos, el déficit y la deuda pública y abriendo a la competencia privada la provisión de los servicios públicos. Las reformas las hicieron los liberales –la “ultraderecha” para Sánchez y sus socios– y han sido respetadas por los socialistas cuando han gobernado.

Obviamente, las citadas medidas han consolidado a Suecia como un país con la cuentas públicas ejemplarmente saneadas y una economía pujante, siendo un buen ejemplo a seguir. Justo lo contrario que Argentina. Y sin embargo, Sánchez, siguiendo la senda tercermundista que iniciara Zapatero sigue haciendo todo lo posible para seguir alejándonos de Suecia y acercarnos a Argentina.

¿Hasta cuando permirán los españoles tamaño despropósito?

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  • M
    Manuteide

    Este comentario refleja la situación psicológica de nuestra sociedad...la socialdemocracia posibilista donde todo son derechos y escasos deberes y obligaciones. La cultura del esfuerzo se ha sustituido por el todos iguales sin esfuerzo....las leyes de educación socialistas y la última del PP la ley Wert han sido un ejemplo de ello...La economía de mercado liberal ha sido sustituida por una economía socializada y subvencionada a costa de unos impuestos confiscatorios que arruinan a los autónomos y pequeñas empresas....si a ello añadimos un gasto público no productivo desmesurado impuesto por gobiernos del PP y PSOE sobretodo nos encontramos con la situación caótica que vivimos y que empeorará cuando este verano la UE deje de comprar deuda pública y se acabe la barra libre...y todo esto impregnado de un falso ecologismo pijoprogre impuesto por la agenda 2030 de los magnates Soros y compañía inspirados en los manifiestos comunistas del foro de Puebla y Sao Paulo. O sea nos llevan a un comunismo disfrazado de seudodemocracia. Y todos tan felices...y se me olvida comentar el triste papel de la mayoría de medios de comunicación sobretodo de las grandes corporaciones de comunicación Mediaset y Atresmedia subvencionados hasta la médula.

  • W
    Wesly

    ¿Cuál es el origen de nuestros problemas?. Diría que es nuestra mentalidad, nuestra actitud basada en creencias erróneas. Las creencias determinan las actitudes de la gente.

    Los políticos y sindicatos nos han llenado la cabeza de mensajes promocionando "el reparto de la riqueza", los “derechos sociales” y "el estado del bienestar". Estos mensajes tienen un efecto nefasto en la sociedad ya que promueven la creencia de que el dinero cae del cielo, o la exigencia de que sean los demás los que generen la riqueza y nos regalen la parte que supuestamente nos toca para disfrutar del bienestar al que nos dicen que tenemos derecho, lo que desincentiva la cultura del esfuerzo y de la responsabilidad y nos lleva inexorablemente a la pérdida de competitividad y de progreso, al paro, a la ruina y a la miseria.

    Hay que cambiar las creencias para que cambien las actitudes. Hay que promocionar la cultura del esfuerzo, de la responsabilidad, del mérito, del reconocimiento del trabajo bien hecho.

    Los políticos y sindicalistas deberían ser los primeros en actuar en coherencia con estos principios y en dar ejemplo a la sociedad.

    Pero, desgraciadamente, existen muy pocos políticos y sindicalistas dispuestos a ello. Prefieren acceder y mantenerse en el poder para disfrutar de los privilegios que les reporta, pagados obligatoriamente por los ciudadanos sujetos a la competencia.