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Opinión

España, democracia menguante

Tenemos que frenar el deterioro que está sufriendo nuestra democracia constitucional, para que volvamos a ser lo que fuimos desde 1976: una democracia creciente

No está loco
José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez.

El  mundo intelectual español se puede clasificar en tres  categorías: el desorientado, el falso y el verdadero. Fueron intelectuales desorientados los de principios del siglo XX, pues siendo muy talentosos en sus muy estimables especialidades,  tenían una visión muy distorsionada y sobre todo negativa de España, que no se correspondía con la realidad. Los falsos son los contemporáneos, que se han apropiado indebidamente del apelativo y han llevado más lejos aún sus disparates. Se trata de músicos “pop”, cineastas, actores, literatos, artistas, etc… ajenos por completo a cualquier conocimiento mínimamente serio de la ciencia, el derecho, la economía, etc.

Tanto a unos como a otros son de aplicación los retratos que de ellos hicieran dos grandes autoridades verdaderamente intelectuales. Para Joseph A. Schumpeter: “La ausencia de responsabilidad directa para los asuntos prácticos y la consiguiente ausencia de conocimiento de primera mano, es lo que distingue a un intelectual”. Y para Friedrich Hayek: “Los intelectuales son gentes que juzgan todos los asuntos, no por sus méritos específicos, sino por ideas generales a la moda. No conocen nada a fondo. El intelectual –nada que ver con un científico o un empresario– no está interesado en detalles  técnicos o dificultades de tipo práctico. Le atrae la amplitud de miras y la falsa comprensión de lo social como un todo que el sistema planificado promete. La repulsa emocional de los intelectuales contra el capitalismo está estrechamente ligada con la creencia de que todo aumento de riqueza se consigue al precio de un deterioro del nivel de vida de las capas sociales más débiles. Un tipo de pensamiento “suma cero” que no se tiene de pie”.

La tercera categoría, la de los verdaderos intelectuales: los que saben de lo que hablan y hablan de lo que saben, acaba felizmente de “salir del armario” de la historia a través de un informe -selectivo, no exhaustivo– sobre nuestras instituciones políticas, la economía y la sociedad de nuestro tiempo, titulado muy descriptivamente: “España, democracia menguante”.

Se echaba en falta, desde tiempos inmemoriales, que el pensamiento ilustrado español se ocupara monográficamente –desde su independencia intelectual- de los verdaderos males de la nación y de sus posibles remedios desde una perspectiva crítico- constructiva. Por iniciativa de uno de sus insignes miembros, Manuel Aragón, catedrático de derecho constitucional y exmagistrado del Tribunal Constitucional, el Colegio Libre de Eméritos integrado por muy reconocidos catedráticos universitarios de las diversas ramas de la ciencia y el saber, acaba de ofrecer a la sociedad española y a sus políticos, sus reflexiones a través de un recién editado libro con el título que encabeza este artículo.

Ante la improbable atención mediática sobre su contenido y de cara a la opinión pública, he aquí un resumen  muy sintético del mismo que debiera animar a su lectura:

En su introducción “llama la atención sobre la situación de deterioro de la Democracia Española  que está poniendo en grave riesgo el adecuado funcionamiento de nuestro sistema constitucional, con la consiguiente merma de las libertades y el progreso político, social y económico que desde la transición política y la plena instauración de la democracia habíamos disfrutado durante décadas los españoles”.

La estrategia iniciada por el independentismo catalán de los “cordones sanitarios” ha dado lugar a  gobiernos radicalizados administrando a ciudadanos que no lo están

El capítulo sociológico del informe describe un grave decaimiento de la confianza de los ciudadanos en la política, que comenzó con Zapatero y se ha agudizado con Sánchez. La estrategia iniciada por el independentismo catalán de los “cordones sanitarios” ha dado lugar a  gobiernos radicalizados administrando a ciudadanos que no lo están. Más de ocho de cada diez españoles acreditan, sin la menor duda, rechazo a la actual política y la nostalgia de la vieja política de pactos y acuerdos.

En el ámbito político se examina la degeneración de la democracia española: una ley electoral de listas cerradas y bloqueadas que conlleva que el líder del partido que gana las elecciones no solamente controle el poder ejecutivo, sino también el legislativo. La función parlamentaria de control, incluso la propia potestad legislativa parlamentaria ha decaído casi por completo, pues los decretos leyes suponen ya el 70 % de la producción legislativa.

La justicia, su independencia, las dilaciones judiciales, el ministerio fiscal y el Tribunal Constitucional se analizan con propuestas tan razonables como concretas para la mejora de su funcionamiento. Se constata la grave circunstancia de que en parte del territorio español, los poderes autonómicos desobedecen de manera expresa y reiterada la Constitución, las leyes y las sentencias de los tribunales, sin que el poder central lo remedie utilizando las competencias que tiene para asegurar la vigencia del Estado Derecho. Además, el Gobierno como órgano deja de tener relevancia propia absorbido por la persona de su presidente, más como un presidente de la nación que como mero presidente del poder ejecutivo. De este modo, se desvirtúa nuestro parlamentarismo institucional, mientras que SM  El Rey está viendo difuminadas sus atribuciones.

El Estado Autonómico se examina críticamente para llegar a la conclusión de su necesaria reforma constitucional, que solo podrían llevar a cabo los dos grandes partidos.

La política exterior –que no cabe disociar de la interna – de los últimos años acredita debilidad y pérdida de reputación. Cada vez somos más vulnerables y menos influyentes.

En el capítulo titulado Los problemas de la economía, se constatan los hechos –casi todos negativos– que, en contra del actual e inmotivado discurso optimista del gobierno, describen: una clara tendencia decreciente de nuestro PIB por habitante desde 2007, un gran desempleo -el doble del de la UE– que aumenta con el PSOE en el poder y disminuye con los gobiernos del PP, un mercado laboral –herencia del franquismo– rígido y dual con sindicatos que no representan a los trabajadores sino a los gobiernos socialistas y los trabajadores de las grandes empresas  estatales. La libertad de mercado, su segmentación, la innovación tecnológica y la competitividad, ignoradas por el gobierno, son reivindicadas como ejes de nuestra prosperidad.

La política energética se considera debe ser revisada por completo, comenzando por la derogación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de 2021.

En materia fiscal se señala la alarmante deuda pública, que aumenta en grandes proporciones con los gobiernos socialistas. Se plantea la necesidad de gobiernos frugales que respeten al contribuyente  con servicios sociales de calidad a un precio impositivo módico.

Está en manos de los políticos y de los ciudadanos alertar y difundir la necesidad de la reforma, porque no podemos seguir así. Los ciudadanos todavía tienen capacidad de reacción

El gran tema educativo recibe la atención que merece, aportando un argumento ignorado en España y eje vertebral de los mejores países en esta materia: su calidad depende de la de los maestros, cuya selección y formación debe estar orientada a  atraer a los mejores candidatos. La formación profesional dual, los préstamos estatales garantizados a los estudiantes y una seria atención a la investigación científica reciben el tratamiento que merecen.

Recientemente, en el Foro de la Sociedad Civil, Manuel Aragón, señaló que: “España tiene capacidad para enfrentarse a sus problemas, pero tiene que hacerlo con urgencia. No tenemos un Estado fallido, pero sí debilitado. Está en manos de los políticos y de los ciudadanos alertar y difundir la necesidad de la reforma, porque no podemos seguir así. Los ciudadanos todavía tienen capacidad de reacción. Tenemos que estar vigilantes y no dormirnos. Tenemos que frenar el deterioro que está sufriendo nuestra democracia constitucional, para que dejemos de ser una democracia menguante y volvamos a ser lo que fuimos desde 1976: una democracia creciente”.

Nuestra sociedad civil, al menos la más ilustrada, haría bien en documentarse con esta extraordinaria publicación, no solo de nuestros problemas, sino también y sobre todo de sus soluciones que siguen dependiendo de nuestros votos.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • D
    Derry

    Un resumen certero de los males de esta democracia menguante. La contribución del Psoe al deteriorio es delictiva, intencionada y criminosa; debería penar con su desaparición.

  • N
    Norne Gaest

    Estos son los articulistas que dan nivel a un periódico, no una nutrida tropa de vulgares comentaristas, cual menudean en periódicos y televisiones. Aquí también hay una calidad menguante (o estabilizada en un consolidado escaso nivel) ¡Un servidor, que añoraba los debates de La clave y ahora abomina de las tertulias de televisión! ¿Por qué no llaman a la gente que sabe, con nivel, y quitan tantos comentaristas inanes?
    Muchas gracias por informarnos del libro

    • D
      DANIROCIO

      Muy Facil Las Cosas Serias No Vende,los Charlatanes Si Venden