Opinión

España 2024: Entre ‘Zorra’ y el ‘Cara al Sol’

A Pedro Sánchez le gusta Zorra, ya saben, la canción que va a representar a España en Eurovisión, ese festival en el que competimos una treintena de países y últimamente gana la devastada Ucrania, o queda segunda, que a solidarios no hay quien nos gane a los europeos. Dice el presidente que es un tema “feminista” el de los Nebulossa, mucho mejor -donde va a parar- que el Cara al Sol, aquel himno falangista de infausto recuerdo para millones de españoles de posguerra, que “la fachosfera” (sic) querría que nos representase en el certamen.

No, no es una distopía ni un mal sueño, es nuestro presidente del Gobierno este lunes del final de una entrevista en La Sexta con Antonio García Ferreras, saliendo al paso cómo pudo, polarizando, insultando a millones de españoles de derecha, de izquierda y mediopensionistas; gentes a quienes la canción (?) nos parece una auténtica mamarrachada -caretas fuera-, desafinada y mal ejecutada sobre el escenario, pero presuntamente transgresora; que es lo que vende en estos tiempos que nos ha tocado vivir.

Tengo para mi que Sánchez no sabe bien el jardín en el que se ha metido. Pudo haberse quedado en el socorrido “bueno, Antonio, ya se sabe la cultura es provocativa o no es”, que también le dijo a Ferreras para cubrir el expediente, pero no. Hay que subir más y mañas alto el muro de la polarización contra los reaccionarios, reales e imaginarios, con toga judicial o sin ella, que acechan a su gobierno.

Estoy convencido de que esta Zorra, que gusta a una minoría hipster además del presidente, a la mayoría le produce rubor, cuando no indignación, por reproducir el peor estereotipo que pesa sobre la mujer hace siglos. Y en pleno ataque de vergüenza ajena, va el inquilino de La Moncloa y nos llama “fachas” por no comulgar con ese feminismo queer de última generación.

Estoy convencido de que esta Zorra, que gusta solo a una ínfima minoría hipster además del presidente, a la mayoría nos produce rubor, cuando no indignación feminista de la de verdad, por reproducir el peor de los estereotipos que pesan sobre la mujer desde hace siglos, ese que la presenta como un ser manipulador y falso a partes iguales cuando le conviene.

Y en pleno ataque de vergüenza ajena por lo vivido la noche anterior en el Benidorm Fest, va el inquilino de La Moncloa y llama “fachas” a quien no comulgan con ese feminismo queer desabrido que hace no tantos meses -cuando le convino para ganar las elecciones del 23J- él mismo censuraba a Irene Montero en las entrevistas para congraciarse con sus amigotes-.

Si, lo ha leído bien, estimado lector, ese señor al que usted y yo pagamos el sueldo y la vivienda, tilda de “facha” a quien critique una más que cuestionable elección de nuestro representante en el próximo Festival de Eurovisión. Ya, ya sé que en su día España envió al Chiquilicuatre (2008), que no era precisamente Pavarotti, pero esto es otra cosa.

El Chiquilicuatre fue un personaje creado por el actor David Fernández y apadrinado por Xavier Sardá en sus Crónicas Marcianas, una gamberrada sin mensaje, que se agotaba en sí misma; esto de Zorra, después del padrinazgo del presidente, se presume la quintaesencia de la España de hoy… Y no lo es, por más que el discurso oficial lo pretenda.

El Chiquilicuatre fue un personaje creado por el actor David Fernández y apadrinado por Xavier Sardá en sus Crónicas Marcianas, una gamberrada sin mensaje, que se agotaba en sí misma; esto de Zorra, después del padrinazgo del presidente, se presume la quintaesencia de la España de hoy… Y no lo es, por más que el discurso oficial lo pretenda.

No reconozco cuando paseo por sus calles ninguna España artificialmente dividida en partidarios del Cara al Sol y la “fachosfera” detractora de Pedro Sánchez, por un lado, y otra, supuestamente de izquierdas, a la cual Zorra le debe parecer la quintaesencia de la provocación. Conozco muchos amigos de izquierda que piensa que es un bodrio; entre otras razones porque, hasta para provocar, hay que tener estilo y los Nebulossa no llegan ni a hit de gasolinera... Ya les gustaría ser Camela.

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