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Opinión

Junqueras tiene en su mano el futuro de Cataluña

Oriol Junqueras.

Un preso. Un condenado por sedición por el Tribunal Supremo tiene en su mano el futuro de Cataluña. Oriol Junqueras, que sigue durmiendo en prisión de lunes a jueves, dispone tras las elecciones autonómicas del 14 de febrero de la llave que abre las puertas del Palau de la Generalitat.

El dilema que tiene por delante está claro: seguir dándole cuerda al 'procés' con una alianza con el partido de Carles Puigdemont o romper la baraja con un tripartito junto a los socialistas y los comunes. La primera opción tiene la ventaja de que esta vez Esquerra Republicana aspira a liderar por primera vez el Govern y, además, siempre podrá argumentar que las urnas han deparado una mayoría absoluta en votos y en escaños a favor del independentismo, algo que nunca antes había pasado.

Si Sánchez quiere la presidencia de la Generalitat tendrá que ceder, indultar a los presos y promover un referéndum de autodeterminación.

La segunda opción, echarse en brazos de Salvador Illa, es mucho más complicada para ERC, puesto que supondría renunciar a presidir el Gobierno, pero ahora mismo no se puede descartar porque el independentismo tiene una ocasión de oro para sacarle los higadillos a España: si Pedro Sánchez quiere la presidencia de la Generalitat tendrá que ceder, indultar a los presos y promover un referéndum de autodeterminación. Y, con la hoja de servicio del actual inquilino de La Moncloa, todo puede ocurrir.

A pesar de ello, las elecciones catalanas también suponen un aldabonazo para Sánchez. Su estrategia se ha demostrado acertada. Su gurú de cabecera, Iván Redondo, lo ha vuelto a conseguir. Los socialistas logran lo nunca visto: ganar en votos y ser la primera fuerza en escaños. Y el PSOE alcanza su objetivo soñado, que la segunda fuerza nacional sea Vox, que adelanta a Ciudadanos, Partido Popular y Podemos.

La oposición, destrozada

Estos resultados confirman la debacle del partido de Inés Arrimadas y comprometen seriamente el futuro de Pablo Casado al frente del PP. Con la oposición echa trizas, puede ser la ocasión para que ahora Sánchez escenifique una ruptura con Pablo Iglesias y nos meta en elecciones generales a la vuelta del verano, aprovechando que ya habrán llegado las vacunas y que todavía no se habrá visto la peor cara de la crisis (los ERTE y los ICO están tapando buena parte de los problemas).

O Casado y Arrimadas se organizan de inmediato y constituyen una alternativa liberal y europeísta, o tenemos Sánchez para rato.

En todo caso, se hará lo que decidan Sánchez y Redondo, una pareja que sigue ganando posiciones gracias a su buen olfato. Primero se cargaron a Cs, y ahora van a aniquilar al PP. El objetivo no es otro que conseguir que Vox se convierta en la alternativa al Gobierno del PSOE y que, por tanto, los electores moderados no tengan más remedio que tragar con Sánchez ante la tesitura de que gobierne Santiago Abascal. Yo o el caos.

O Casado y Arrimadas se organizan de inmediato y constituyen una alternativa democrática, liberal y europeísta, y quizás bajo unas nuevas siglas que no estén manchadas por la corrupción, o tenemos Sánchez para rato. España es cada vez más sanchista, empezando por Cataluña.

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