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Opinión

¿Tú te los crees?

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, interviene durante un acto político, este miércoles en Barcelona.

A lo largo de estos meses, hemos vivido virajes y volantazos difíciles de entender. La única explicación es una sobredosis de táctica ante un escenario que cambia a una velocidad meteórica. Las nuevas estrategias de campaña empiezan a dibujarse con conceptos clave que ya podemos empezar a ver tanto en eslóganes como en discursos.

El Partido Socialista, con su eslogan de “Ahora Gobierno, ahora España” se remite, sin lugar a dudas, a la sensación de estabilidad que busca transmitir como gobierno. Hasta ahí, poco sorprende. Cuando un partido está en el Gobierno y se enfrenta a una nueva contienda electoral, hablar de estabilidad es relativamente sencillo. Lo que sorprende en el Partido Socialista  es la parte del “Ahora España”.

Posición clara del PSOE en Cataluña

A algunos nos alegra ver a la izquierda utilizando la palabra España sin ningún tipo de complejo. Pero lo que deja entrever esta parte del eslogan es un posicionamiento claro sobre el tema territorial. Parece que Cataluña volverá a ser un elemento fundamental en campaña y el PSOE quiere dejar muy clara su postura sobre todo debate que se pueda abrir al respecto. En realidad, hace ya algunas semanas que la posición del PSOE se ha endurecido. Han hablado de la aplicación del 155, de la Ley de Seguridad Nacional…

Particularmente, comparto la mayoría de las afirmaciones que han hecho en esta línea, pero… ¿Qué pasa si hacemos un resumen del histórico cercano? Las declaraciones de Pedralbes, el revuelo que surgió tras el tema del famoso mediador, los pactos del PSC con los independentistas en la Diputación de Barcelona, los pactos de los socialistas navarros, la negativa a votar a favor en la moción de censura que plantea Ciudadanos en el Parlamento catalán

Este histórico hace cuanto menos poco creíble ese aparente cierre de filas frente a un tema que no permite vacilaciones. O los grandes gurús de Moncloa consideran que la memoria de los electores es prácticamente inexistente o parece difícil creer que los vaivenes tácticos que estamos viviendo puedan beneficiar a un Partido Socialista que dice una cosa y acaba haciendo otra cuando la táctica o la estrategia lo exigen. 

Ciudadanos y el exceso de táctica

La otra cara de esta moneda es Ciudadanos. Un partido al que el exceso de táctica puede haber hecho mucho daño. Con un electorado que, según apuntan todas las encuestas, está todavía muy poco fidelizado, encaran unos comicios muy complicados para ellos y en los que, parte de sus votantes, aparentemente huyen a izquierda y derecha en proporciones prácticamente calcadas.

Inés Arrimadas y Albert Rivera durante la moción de censura a Quim Torra

Parece que la receta que plantea el partido naranja para encarar estas nuevas elecciones pasa por trabajar el concepto de “utilidad”. Se reivindican ahora como la llave de la estabilidad. Se presentan como la alternativa capaz de centrar cualquier coalición, ya sea de izquierdas o de derechas. Fuimos muchos quienes creímos que ese era el papel de Ciudadanos desde la primera vez que se presentaron a unas elecciones generales. Fuimos muchos quienes creímos que la voluntad de Ciudadanos era, como mínimo de entrada, la de dar estabilidad al país haciendo que no fuera necesario el apoyo de los nacionalistas. Tendrán mucho trabajo tratando de explicar los motivos por los que ahora sí serán garantía de estabilidad habiendo podido serlo hace pocas semanas. De nuevo el problema será la credibilidad

El PP más económico

Si alguien parece salir beneficiado de todo este periplo según todas las encuestas es el Partido Popular. No tienen tampoco una campaña fácil. La lucha por acabar pareciendo una alternativa de estabilidad será complicada con un Partido Socialista que cuenta con recursos más que suficientes para ganar esa batalla.

El presidente nacional del PP, Pablo Casado, en un acto con los afiliados.

El Partido Popular podría intentar aferrarse al apriorismo de ser “el partido de la estabilidad económica”, teniendo en cuenta que, según muchos economistas, la hipótesis de que se acerca una crisis no parece descabellada. Pero no podemos perder de vista el poco tiempo que tienen para establecer ese marco ni la fuerza con que parecen imponerse otras prioridades. Por ello parece difícil creer que podrán basarse en el discurso económico.

La falta de credibilidad en los discursos y la falta de unidad pueden dificultar aún más la solución al problema territorial.

Parece que la lucha a lo largo de estas semanas será la lucha por dar imagen de estabilidad. La pregunta al final será si los españoles creemos que alguno de los partidos que se presentan a estas elecciones es garante de estabilidad o si acabaremos creyendo que todo esto no es más que sobreactuación y cálculo electoral constante.

Es cierto que el problema territorial es y será un elemento importantísimo, pero tratarlo de forma constante como una herramienta electoral acabará dificultando aún más su posible solución. La falta de credibilidad en los discursos, viciados por la campaña permanente, y la falta de unidad en el modo de abordar el problema puede enquistar todavía más la situación. Necesitamos de una vez sentido de Estado, consensos y estrategia conjunta, pensando no en quién es más constitucionalista que el de al lado sino en cómo narices arreglamos esto. Quizá el día que veamos a nuestros políticos actuar por el bien común y no por estrategias partidistas volveremos a creer en ellos.

 

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