Opinión

'El País' desconecta de la realidad

En tiempos de auge de la derecha, publica una lista de pensadores 'influyentes' donde todos son progresistas, enésima prueba de que viven en una burbuja

  • Portada del diario 'El País'

Ya nadie se irrita, más bien se recibe con media sonrisa: el periódico que durante décadas fue un referente para el debate nacional ya parece la revista radical de un campus de élite en Estados Unidos. Su reciente lista de "Los diez pensadores más influyentes del mundo" revela que han perdido por completo el pulso del debate público, marcado por un fuerte repunte reaccionario. La política gira cada vez más a la derecha, pero ellos escogen a diez pensadores progresistas. El mundo rechaza cada vez más la ideología LGTBIQ+, pero ellos ponen en lo alto del listado a Judith Butler, papisa de la teoría queer, que defiende la legalidad de la prostitución, la gestación subrogada y los tratamientos trans en menores. El mundo es cada vez más multipolar, pero casi todos los pensadores de su lista pertenecen a universidades occidentales

La lista no es una anécdota. Los posicionamientos políticos de El País cada vez se muestran más alejados de la realidad. Fueron con todo contra Donald Trump y ganó con holgura las pasadas elecciones en Estados Unidos. A la mañana siguiente, tuvo que salir Pepa Bueno —directora del rotativo– a explicar que aquello era "un triunfo de la desinformación". Por desgracia para el planeta, los granjeros de Oklahoma no leen El País, ni siquiera los debates feministas del suplemento SModa, por tanto escogen mal a sus líderes. La cabecera progresista tampoco levanta cabeza en España, donde por ejemplo apoyaron a Susana Díaz en las primarias contra Pedro Sánchez y a las tesis de Errejón en los ‘vistalegres’ contra Pablo Iglesias. En Madrid, han atacado de manera sistemática a Isabel Díaz Ayuso, con el apoyo de los escuadrones aéreos de la Ser, mientras la presidenta de la Comunidad de Madrid sigue creciendo en popularidad. También han sido un rodillo implacable contra Vox, pero el partido verde sigue yendo disparado a disputar el dominio de la derecha al PP.

Perder las prioridades

¿Para qué sirve un periódico si no consigue influir en la vida pública del país que mejor conoce? La cabecera de Prisa ya ni siquiera marca la agenda en cuestiones como la literatura, la música popular o las tendencias sociales. Han sido víctimas de la burbuja progresista, que se puede ver y tocar en barrios urbanitas gentrificados y pijiprogres como Lavapiés, Gracia y Malasaña, tan ajenos como alérgicos al giro conservador de los españoles (o directamente a los españoles). Ni siquiera son capaces de autocrítica, al contrario que su diario hermano británico The Guardian, que estos días publicaba una columna de Opinión admitiendo que el 53% de votantes de clase trabajadora en Estados Unidos piensan que el Partido Demócrata fue "demasiado lejos en la ideología woke, había perdido de vista nuestras prioridades, y a cualquiera que discrepara le hacía sentir mala persona". Es algo tan evidente que uno desearía preguntar al 44% que no están de acuerdo cuáles son sus argumentos para oponerse a la premisa.

Los jóvenes que viran hacia la derecha no conocieron el franquismo, pero sí la democracia actual, donde el PSOE gobernó muchos años sin resolver problemas de paro, vivienda y migración

A lo largo de 2024, hay una tendencia social a la que El País ha dedicado especial atención: el giro a la derecha de los jóvenes españoles, que en gran parte se han rebelado contra el feminismo, el separatismo y las fronteras abiertas. Como era de esperar, el periódico de la calle Miguel Yuste lo atribuye a los bulos de Internet y al hecho de que los veinteañeros actuales no han tenido que vivir nunca en una dictadura. Lo que sí han vivido son cuatro décadas de partitocracia, la mayoría de años con el PSOE en el gobierno, en las que se ha disparado el paro juvenil, se ha deteriorado el acceso a la vivienda y se ha pisoteado el sentido de pertenencia, con continuos menosprecios al patriotismo, la familia y la religión católica. Aparte de provocar un cuadro de superioridad moral aguda, ¿sirve para algo El País en los tiempos que corren?

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