Opinión

Durmiendo con el enemigo

Un policía se infiltra entre radicales y mantiene sexo con varias mujeres de estos. Ay, las cosas del querer…

Iradia
Mujeres activistas frente a la Ciutat de la Justicia de Barcelona Iridia

Como explicaba ayer en esta casa Ana Carvajal los antisistema están que trinan al descubrirse que tuvieron entre ellos a un policía infiltrado que, además, mantuvo relaciones “sexo afectivas” con cinco militantes. Las afectadas han procedido a querellarse contra el agente. Hablan de violencia institucionalizada, de agresión sexual, de que no se habrían ido a la cama con él de haber sabido que era policía y no descartan que puedan existir más afectadas. Cierto es que el tálamo es inmejorable para obtener información y no son pocos los servicios de inteligencia que lo han usado.

Todos hemos oído hablar de las chicas del KGB, de las cocottes del Salón Kitty de Heydrich o del caso Profumo en Reino Unido. Solo que aquí es el hombre quien habría supuestamente utilizado el sexo para sonsacar informaciones de interés para los servicios españoles. Cabe señalar que las letradas que asisten a las demandantes pertenecen al centro Iridia, la misma organización que quiere meter en el trullo a los policías que frenaron el 1-O y que recibió el año pasado 269.981 euros de subvención de la generalidad y 83.500 de Ada Colau según Antonio Gallego, diputado de VOX .

Aquí es el hombre quien habría supuestamente utilizado el sexo para sonsacar informaciones de interés para los servicios españoles

Si esto es, como pretenden las demandantes, delito de tortura al atentar de manera directa contra la integridad moral de las afectadas ya lo dirá el juez, que para eso está. Pero como dichas relaciones se produjeron con el consentimiento mutuo no sé yo. Tengo para mí que lo que les sucede a estas mujeres es que temen el cachondeo que pueda producirse cuando sus compañeros de lluita las vean en un mitin, una quema de contenedores o cualquier otro acto festivo de los suyos. Las van a señalar con el dedo apostrofándolas y, conociendo a este personal, es muy posible que se vean sometidas al ostracismo.

Antiguamente, a la muchacha que se quedaba con un bombo sin que del padre se viera ni el polvo del camino, con perdón, a la familia siempre le quedaba meterla en un convento, quedarse el hijo y criarlo como propio, enviar a la descarriada a un lugar lejano, de preferencia con una tía amargada y solterona o, simplemente, ponerla de patitas en la calle por aquello de la honra. Pero estando en el siglo ¿qué medidas adoptarán estos radicales con unas mujeres que lo único que hicieron fue irse a la cama con un tío que les gustaba? Las viejas soluciones son inútiles, especialmente el convento, porque estos dicen “La única Iglesia que ilumina es la que arde” u organizan performances en las que las señoras se ponen en tetas en plena misa.

¿Qué medidas adoptarán estos radicales con unas mujeres que lo único que hicieron fue irse a la cama con un tío que les gustaba?

Si yo fuera amigo suyo les aconsejaría que dijesen si se lo pasaron bien, si el chico les molaba o incluso si se enamoraron. Si las respuestas son afirmativas, bendito sea Dios, que servidor también se ha ido a la cama con algunas personas que parecían muy buena gente y no veas como eran. Más malas que la tiña. O sea, que comprendo su cabreo por sentirse engañadas, estafadas, enredadas que decimos en catalán. También entiendo tengan el síntoma de la despechá que canta Rosalía, pero compañeras del metal, de ahí a hacer una causa penal va un abismo. También habría, en justa reciprocidad, que preguntarle al infiltrado si se encamó por necesidades del servicio o por placer. Recordemos la escena en la que Bond desliza la cremallera del vestido de una señora mientras musita “Las cosas que hay que hacer por Inglaterra”.

Así pues, propongo que les den a todas la medalla de sufrimientos por la Patria, al agente la Laureada individual y ya está. Que a veces es más divertido dormir con el enemigo que con el amigo.

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