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Opinión

El doctor Redondo y las ranas muertas de Ferraz

El doctor Redondo y las ranas muertas de Ferraz

Después del chasquido de los cuchillos y los tenedores, su nombre fue lo que más sonó esta semana durante las comidas y cenas en Madrid: Iván Redondo, el jefe de Gabinete de Sánchez, el mismo que ofició con los escaños del PSOE el milagro de los panes y peces. Si el asesor político fue capaz de hacer pasar a Sánchez de 80 a 123, podría superar los 150 en una repetición de las elecciones en otoño. La jugada borraría del panorama a Pablo Iglesias, el hombre que intentó convertirse en moqueta para entrar en un consejo de ministros.

Iván Redondo es para algunos un mercenario, alguien que igual trabajó para Xavier García Albiol o José Antonio Monago como para La Moncloa de Pedro Sánchez . Hay quienes le conceden a Redondo muchos más atributos que su pragmatismo. Lo consideran un hechicero, casi un Pigmalión con guantes de látex, como ha dicho de él Rubén Amón en alguno que otro indulto. Lo cierto es que a Redondo, como a los investigadores del XIX, lo distingue una extraña capacidad para resucitar a los cadáveres políticos a golpe de descargas de efecto.

Alrededor de Pedro, la creación del doctor Redondo, ha crecido una charca de ranas -la mayoría moradas- sobre las que está por caer el leño implacable de la fábula de Esopo

A finales del XVIII, Luigi Galvani empezó a hacer experimentos en los que provocaba convulsiones musculares a ranas muertas administrándoles corriente eléctrica. Unos años después, en 1803, apoyándose en los progresos de Galvani, Gaiovani Aldini realizó una espectacular demostración sobre el cadáver de un criminal que había sido ejecutado. Aplicó a distintas partes del cuerpo varillas conectadas a una pila de cinc, provocándole fuertes contracciones con cada descarga. Una apariencia de vida, un espectáculo de resurrección.

No es de extrañar que a Pedro Sánchez se le atribuyan las características de aquella creación del doctor Frankenstein en la novela de Mary Shelley, pero no por lo remedos y parches de los que está hecho, sino porque él, como aquel monstruo, surgió del corrientazo de la moción de censura y de una campaña electoral con la que Redondo galvanizó a un hombre hasta entonces políticamente acabado.

Al Pedro Sánchez que en 2016 había sido desterrado y desahuciado de la Secretaría General del PSOE, Redondo lo convirtió en el presidente influencer que va camino de forzar la desaparición electoral de Pablo Iglesias (quién sabe si también de Ciudadanos). Alrededor de Pedro, la creación del doctor Redondo, ha crecido una charca de ranas -la mayoría moradas- sobre las que está por caer el leño implacable de la fábula de Esopo. Ellas, claro, no piden un rey, sólo una silla en el consejo de ministros.

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