Opinión

El discurso más cínico de Pedro Sánchez

Desactivados los servicios de inteligencia a pedido de socios que son declarados enemigos del Estado, el PSOE se ha convertido en un grave problema de seguridad nacional

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Foro de Davos
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Foro de Davos EFE

Irremediablemente, el PSOE es ya un partido extremista. Se pudo comprobar con el cese de la directora de los Servicios de Inteligencia, Paz Esteban, exigido por los aliados de Putin en España. Sabían lo que hacían, como Pedro Sánchez conocedor de los informes reportados por el CNI sobre las relaciones de sus socios con el genocida ruso. En consecuencia, no pudo ser más cínico el discurso del presidente del Gobierno en Davos.

Con la solemnidad habitual de sus peroratas proclamó que su batalla contra la ultraderecha es equiparable a la de Ucrania contra Rusia. Aunque al jefe del PSOE le importa una higa la coherencia, aquí se le fue la mano. Es una evidencia que, a la hora de captar colaboradores en otros países, Putin practica la promiscuidad ideológica. En su objetivo central de desestabilizar la Unión Europea le sirven por igual la extrema derecha y la extrema izquierda.

Puede comprar al izquierdista Melenchon o a la derechista Le Pen, a Salvini o a Beppe Grillo, al neonazi Amanecer Dorado o al comunista Syriza, a  rojos o azules, en Francia, Italia, Alemania o Grecia. Los mejores investigadores lo demuestran inequívocamente, de Catherine Belton (Los hombres de Putin, 2022) al imprescindible Timothy Snyder (El camino hacia la libertad, 2018). Sánchez no lee libros, pero lo sabe. Tiene todas las pruebas en la composición de su Consejo de Ministros.

En marzo de 2014, tras la ocupación rusa de Crimea, Podemos votaba contra el acuerdo de amistad UE-Ucrania. En el Parlamento Europeo, su portavoz  Pablo Iglesias reprodujo íntegramente la propaganda de Putin. “Parece que a la URSS nos la va a traer de nuevo la OTAN”, sentenció en una rancia intervención contra la Alianza Atlántica. En marzo de 2022 todos los grupos políticos que formaron el bloque de la moción de censura con el PSOE volvieron a apoyar sin complejos los intereses de Putin.  Podemos, IU, Bildu, independentistas, todos votaron contra el apoyo a Ucrania de nuevo atacada por Rusia, como denunció Luis Garicano.

“Cataluña será independiente o habrá una guerra civil” difundía este activista pro-ruso ahora apadrinado por Amnistía Internacional, que ignora los crímenes de Putin en Ucrania

El CNI y todos los servicios de inteligencia de nuestros aliados tienen pruebas, que Sánchez conoce, sobre la implicación de Putin en el golpe separatista del 1-O en Cataluña. David Alandete investigó detalladamente aquella injerencia (Fake news, 2019). En España, como en otros países, emplearon a fondo sus armas para “operacionfides de guerra informativa”. En ese ataque contra España  tuvo un papel estelar Julian Assange, fundador de Wikileaks defendido en los tribunales por Baltasar Garzón. “Cataluña será independiente o habrá una guerra civil” difundía este activista pro-ruso ahora apadrinado por Amnistía Internacional, que ignora los crímenes de Putin en Ucrania.

Como apunta Alandete, la colaboración rusa fue decisiva para que “los independentistas proyectaran hacia el exterior una imagen de fuerza mucho mayor de la que tenían”. Sánchez lo sabía cuando lanzó su proclama en Davos. Igual que los amigos de Putin que eran entrevistados en Russia Today. Por esa televisión de la propaganda rusa pasaron los comunistas Iglesias y Monedero, el independentista Puigdemont -en tres ocasiones-, el izquierdista Baltasar Garzón o el socialista Zapatero. En lenguaje sanchista, todos de la ultraizquierda. Si ha encontrado algún informe del CNI que relacione a Vox con Putin, dígalo.

Hoy la política exterior y de seguridad y defensa la decide en España un gobierno anti-OTAN y pro-Putin. El problema del PSOE es siempre el mismo: no puede sostener la propaganda que hace circular si se contrasta con la realidad. Los ultras son quienes niegan ayuda militar a Ucrania utilizando el argumentario ruso sobre “escalada militar”. En Davos, retórica electoral izquierda-derecha, pero, a la hora de decidir sobre la naturaleza del apoyo a quienes defienden nuestros valores democráticos, lo que digan los colaboradores de Russia Today.

No hay agenda internacional improvisada que pueda ocultar la debilidad del gobierno Sánchez. En la cumbre hispano-francesa de Barcelona no pudo ser más obvio. Todo lo que allí tuvo algún interés estaba pensado para la imagen de liderazgo europeo de Emmanuel Macron. Ni el desbloqueo de los ocho pasos fronterizos con Francia pudo lograr nuestro campeón de petanca. Todo se limitó a un “por aquí, amigo Pedro”.

El proyecto de “regeneración democrática” propuesto por Núñez Feijóo en Cádiz remite a la política anti-extremos de Macron

Previamente, vía entrevista con Javier Cercas, el presidente filósofo envió algunos mensajes. Los demagogos, respondió al escritor, se ubican a derecha e izquierda y son igualmente dañinos: “lucho contra los extremos”. A la gramática gastada del bipartidismo le replicó con la geometría electoral francesa de dos radicalismos y un bloque de gobierno que él representa en la centralidad. Respondió contundente a los tópicos de la Europa de los mercaderes, el euro contra los pobres, etcétera, habituales en la izquierda reaccionaria -según feliz definición de Félix Ovejero-. El proyecto de “regeneración democrática” propuesto por Núñez Feijóo en Cádiz remite a la política anti-extremos de Macron. Si es capaz de adaptar el PP a ese ambicioso cambio nacional, está por ver.

Una foto con Franco

Por su parte, la confianza socialista en la proyección exterior de Sánchez, con un gobierno anti-OTAN y pro-Putin, tiene mucho de quimera. Desactivados los servicios de inteligencia a pedido de socios que son declarados enemigos del Estado, el PSOE se ha convertido en un grave problema de seguridad nacional. Para mejorar la situación, Zapatero se fotografió el pasado fin de semana echando unas carcajadas con el dictador Maduro, acusado de genocidio por el TPI. Fue como si el socialdemócrata Olof Palme se hubiera hecho una foto similar con Franco.

Afortunadamente, el sábado en Madrid se constató cambio atmosférico. La irritación indisimulada con la manifestación retrató un sanchismo político y mediático desconcertado al que ya no le da réditos “la foto de Colón”. Llamar facha a Fernando Savater empieza a sonar a chiste malo.