Opinión

El día que Feijóo deje de jugar al trantrán

Gobernar puede ser un deseo, pero es también un camino de señales. Y estas no llegan. O mejor dicho, no se ven

  • Núñez Feijóo, entre sombras -

Hablo, discuto más bien con un buen amigo, que critica a aquellos columnistas y tertulianos que, hartos de Sánchez, se dedican a afear la oposición que viene haciendo Núñez Feijóo. Y yo le digo a mi amigo que si queremos que las cosas cambien y la democracia responda a sus fundamentos, conviene no errar el tiro, y asumir que para escribir desde el pesebre ya hay muchos apuntados a la nómina sanchista. Debe ser verdad aquello de Georges Brassens, que a la gente no le gusta que los demás tengan su propia fe. Y pienso en aquellos que no venden la pluma y tampoco la alquilan. Para los políticos suelen ser bultos sospechosos. Para el sustento de la democracia, una verdadera necesidad.

No deberíamos explicar que lo normal es que, quien está contra los desmanes de este Gobierno pueda estarlo también con la forma en que el Pp pretende llegar al poder. Si se trata de cambiar las cartas, y eso es lo que parece algunos días, mejor pensar en otra cosa.

Le sigo diciendo a mi amigo que, aunque el Pp no gobierne, como partido con pretensiones de hacerlo, forma parte de las estructuras del poder. Y que mal haríamos faltando al primer mandamiento que da, o debería dar, vigor a nuestra profesión, que dicho está en tres palabras: Contra el poder. Creer que criticar a Feijóo es debilitarlo y, al mismo tiempo, fortalecer a Pedro Sánchez es un error de libro que sólo conviene a los que sueñan con que el principal partido de la oposición siga haciendo su trabajo de forma anodina, unas veces, confusa, otras.

Hace tiempo que deberíamos saber quiénes acompañarán a Feijóo cuando pueda gobernar. Qué gentes de la economía, el empresariado, la cultura o política internacional estarían a su lado

La forma en que el Pp ha votado, o tragado, la segunda versión del llamado decreto ómnibus es un fiel ejemplo de lo que digo. Por no hablar de los guiños que, a la luz del día, hace a Puigdemont, y bajo lo mesa al Pnv. Tienen claro que con Vox no quieren nada, y sin embargo se pongan como se pongan en la calle Génova, son estos los que más se les parecen, y con ellos va a tener una oportunidad clara de gobernar este país. Feijóo hace política como los más discretos jugadores de mus mueven la partida, al trantrán. Así, a lo más que uno puede aspirar es a ganar sólo por desistimiento y errores del adversario. Hace tiempo que deberíamos saber quiénes acompañarán a Feijóo cuando pueda gobernar. Qué gentes de la economía, el empresariado, la cultura o política internacional estarían a su lado. Los espartanos tenían escrito en su cabeza la idea de que cuanto más sudaran en el gimnasio, menos sangrarían en la batalla. No estaría mal que alguien, aunque fuera en los baños de la calle Génova, pintara semejante sentencia en la pared a ver si lo van pillando. Si se trata del poder por el poder, y lo que vemos es que no tiene más compañía que la que le rodea, poco parece. Y haremos bien en señalarlo. Es tan deficiente la situación que hace una semana que los sindicatos amigos del Gobierno se manifestaron en contra de la oposición. Y menos mal que fueron cuatro gatos. ¿Escucharon a alguien del PP denunciar semejante desatino? Ya, era domingo, y a la hora el vermú. Gobernar puede ser un deseo, pero es también un camino de señales. Y estas no llegan. O mejor dicho, no se ven.

Si se trata de ayudar para que el sanchismo desaparezca, bastante favor están haciendo al PP Álvaro García Ortiz, Conde Pumpido, José Luis Ábalos y Begoña Gómez. A todos estos ya no se les puede pedir más. Ahora falta que las diatribas de Miguel Tellado se conviertan en ideas inteligentes capaces de traspasar las paredes del Congres; que las simplezas y obviedad de la señora Cuca Gamarra descansen en el silencio, y que el sentido común del que hacía gala Borja Semper, cuando estaba fuera del Pp, se trasforme en una fuerza capaz de demostrar que ese partido desea ganar las elecciones sin necesidad de que se las regalen.

Mezclar a Dios con un almendro

La semana pasada, en una comida de distinguidos colegas periodistas, alguien preguntó cómo se llama el director de Comunicación del Pp. Se dieron varios nombres, pero nadie dio con el bueno: Luis de la Matta. En su pueblo lo han de conocer bien. Feijóo, y su aseada lista de edecanes sin fuste, me recuerdan la ingenuidad de aquel proverbio chino que aprendí en mi infancia: Le dije al almendro que me hablara de Dios. Y comenzó a florecer. Claro, con el tiempo descubres la trampa de mezclar a Dios con un árbol. Así se puede engañar a una criatura, pero no alcanzar el gobierno de tu país.

Cuando el presidente del Pp afirmó aquello de que tenemos la peor clase política española de la democracia, incluido su partido, muchos aplaudimos semejante gesto de sinceridad. Y de realidad. También pensamos que, hecho el diagnóstico correcto, lo que tocaba era ponerse a trabajar. Ahí están los mismos, hablando de la urgente necesidad de una regeneración política que nunca empieza por ellos. Con el peor Pp de la democracia Feijóo debería saber que no puede, o mejor dicho, no merece alcanzar el poder. Jesucristo explicó a sus discípulos la imposibilidad de que una higuera diera otra cosa que no fueran higos. Y concluyo: Por sus frutos los conoceréis. Pues eso.

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