Opinión

Después de la derrota

Ayuso garantizó a Feijóo su "apoyo incontestable" la noche del 23-J en un encuentro de una hora en Génova
Alberto Núñez Feijóo, Cuca Gamarra e Isabel Díaz Ayuso en el balcón de Génova el 23-J Europa Press

En el sistema constitucional español, el ganador de las elecciones es el partido que es capaz de formar gobierno. Ahora mismo, parece harto improbable que el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo sea capaz de hacerlo, así que me temo que la derecha ha perdido.

Creo que es muy importante recalcar este detalle, porque tras el 23-J, un amplio sector de los medios conservadores, así como muchos políticos del PP y Vox, están actuando como si las elecciones nunca hubieran sucedido. A pesar de la derrota en las urnas, están repitiendo exactamente las mismas consignas sobre Txapote, el fugado de Waterloo, los separatistas, el comunismo y demás estridencias que no han servido para desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Tras cuatro años de asedio mediático y político con esta clase de mensajes, es obvio que no han funcionado. La derecha ha perdido. Es hora de cambiar de estrategia.

El detalle más importante de los resultados electorales es que los partidos de derechas sacaron más votos y escaños que los partidos de izquierdas, pero aún así no van a poder formar gobierno. PP y Vox suman 169 escaños, una cifra que les deja muy cerca de la mayoría absoluta. En el hemiciclo hay cuatro partidos conservadores con los que podrían intentar acuerdos, PNV, Coalición Canaria, UPN y Junts. Estas cuatro formaciones suman catorce diputados una cifra más que suficiente para poder gobernar. De hecho, ni siquiera necesitan a todos los partidos de esa lista.

El problema para el PP no es que Vox se haya quedado atrás, sino que su mera presencia es la excusa para que el resto de los partidos manifiesten su rechazo a cualquier acuerdo

La respuesta de tres de estos partidos cuando Feijóo o alguien de su entorno ha sugerido abrir conversaciones con ellos ha sido, no obstante, un rechazo completo y automático, cuando no una carcajada. Al PP no quieren verle ni en pintura. Y el principal motivo no es el propio PP, sino sus compañeros de viaje.

El resultado del PP el 23-J fue espectacular. Tras el desastre del 2019, el partido ha subido doce puntos y cuarenta y siete diputados, cifras fantásticas se miren por donde se miren. Vox, mientras tanto, ha sacado un resultado muy flojo, perdiendo casi tres puntos y diecinueve escaños. El problema para el PP, no obstante, no es que Vox se haya quedado atrás (bien que les han hurtado un montón de votos), sino que su mera presencia hace nadie quiera acercarse a ellos. Vox es incompatible con cualquier otro partido que no sea el PP. Y en España, ahora mismo, uno necesita esos partidos para poder gobernar.

Por mucho que los señores de Vox y columnistas extremocentristas madrileños insistan en lo contrario, en nuestro país hay dos regiones que tienen identidades nacionales y culturales propias, con electorados que son increíblemente quisquillosos cuando alguien insiste en negarlas o minimizarlas. También, por mucho que esos mismos señores y columnistas quieran ignorarlo, en España hay muchos votantes que la existencia de esas minorías no les parece una crisis existencial, y que no van a cambiar el voto por mucho que les repitan eso de "los amigos de la ETA". Las últimas (tres) elecciones han demostrado con meridiana claridad que uno no puede formar mayorías de gobierno cargando una y otra vez contra estas dos realidades. El techo del voto anti- nacionalista periférico es demasiado bajo para poder llegar a la Moncloa.

Hasta que el PP no elimine a Vox de la ecuación parlamentaria, el PSOE siempre será la primera opción para pactar de los nacionalistas

El techo del voto anti-nacionalista periférico es demasiado bajo para poder llegar a la Moncloa.

Para la derecha española, es el momento de tomar una decisión. Las estridencias anti- periféricas de Vox hoy (y de Ciudadanos hace cuatro años – algo que pagaron con su propia extinción) son un callejón sin salida. Si quieren volver a la Moncloa, es hora de cambiar de estrategia, y tiene que hacerlo cuanto antes mejor.

Hasta que el PP no elimine a Vox de la ecuación parlamentaria, el PSOE siempre será la primera opción para pactar de los nacionalistas.  El PP, sin embargo, no puede anular a Vox a base de parecerse tanto a ellos que acaben por generar el mismo rechazo que ellos, así que necesitan encontrar un mensaje con urgencia que les permita este equilibrio.

El primer paso, si fuera dirigente del PP, es organizar lo antes posible cinco o seis grupos focales (focus groups) con votantes de Vox. El objetivo debería ser buscar un mensaje que por un lado sea atractivo para ellos y que les recupere para el partido, pero que sea lo suficiente ambiguo o inofensivo como para no generar rechazo en Cataluña y Euskadi. Acto seguido, deberían probar varios de esos mensajes en grupos focales con votantes de esas dos regiones, y hacer un sondeo a nivel nacional para calibrar sus conclusiones.

Creo que el PP, por ejemplo, haría bien en abrazar la descentralización, aprovechando que controlarán tantos gobiernos autonómicos, y dejar que los votantes de cada comunidad decidan en temas importantes

La pregunta, obviamente, es cuál es ese mensaje mágico, o si ni siquiera existe realmente. Obviamente tengo mis teorías sobre qué puede funcionar, qué estrategias son viables (y creíbles) viniendo del PP, y cómo articularlas para recuperar el terreno perdido. Creo que el PP, por ejemplo, haría bien en abrazar la descentralización, aprovechando que controlarán tantos gobiernos autonómicos, y hablar sobre dejar que los votantes de cada comunidad decidan en temas importantes, no Pedro Sánchez. Pueden hablar sobre libertad de forma sincera, y atacar a Vox por sus tendencias medievales (España es un sitio bastante libertario). Pueden hablar mucho más sobre apoyar a los trabajadores e igualdad de oportunidades, y hablar sobre cómo mejorar la educación en Cataluña y Euskadi para que el idioma no sea una barrera.

El trabajo de los profesionales de comunicación del PP debería ser el de encontrar qué ideas de las mencioandas podrían dan en la diana. El muy buen resultado del PP el 23-J es una señal clara que la moderación les sirve para ganar apoyos y que iban por el camino correcto,  pero no basta. Es hora de ir más allá y encontrar una forma de librarse de Vox y volver a ser un socio viable para los nacionalistas.