Quantcast

Opinión

Por higiene democrática hay que intervenir TV3 y Catalunya Ràdio

Vicent Sanchis, director de TV3

El último capítulo perpetrado por esa máquina de propaganda llamada medios de comunicación públicos catalanes dependientes de la Generalitat ha sido la entrevista al cesado President y a los cuatro ex Consellers que lo acompañan en Bruselas. Hasta ahí se ha desplazado la gurú del periodismo secesionista. Con el dinero de todos los catalanes. Es de escándalo.

Mónica Terribas, más independentista que los independentistas

La presentadora de las mañanas en la radio del régimen separatista nos tiene acostumbrados al sectarismo que destilan sus entrevistas, así como sus inequívocas simpatías respecto a la independencia. Nadie que no sea de la cuerda puede, a día de hoy, ocupar un lugar importante los medios de comunicación catalanes y Terribas no iba a ser una excepción. Pero hay límites que incluso el pelota más pelota de las plantillas de TV3 o Catalunya Ràdio no se atreve a cruzar, lo que es mucho decir. Pedir por antena a los oyentes que informen acerca de los lugares en los que se halla la Guardia Civil o la Policía Nacional el día del pseudo referéndum, acosar literalmente a los políticos de la oposición cuando se ve obligada a entrevistarlos, editorializar a diario acerca de lo buena que es la independencia, todo eso ya se lo habíamos visto hacer a la ex directora de TV3, accionista del diario vinculado a Esquerra Ara y musa del periodismo secesionista. Creíamos que no podía superarse a sí misma. Nos equivocábamos. La Terribas cogió los micrófonos de la, repetimos, radio pública catalana y se plantó en Bruselas. ¿Motivo y alcance de la visita? Hacerle un masaje al cesado Carles Puigdemont junto a la banda de los cuatro que le acompañan en su dulce estancia belga.

Ya no es noticia que en todo momento les diera el trato de President o el de Consellers, que ya no lo son desde que fueron cesados, o que se refiriera en todo momento al “actual Govern”, cuando este tampoco está funcionando, es algo bastante más perverso. A fin de cuentas, en todos los programas de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales se sigue tratando a los golpistas como cargos electos, con el tratamiento y la unción que les dedicaban antes de la aplicación del 155. Véase cualquier informativo de TV3 o escuchen a Xavier Grasset, ex cómico devenido en supuesto periodista, que modera, es una manera de hablar, la tertulia política nocturna en dicha cadena. Hasta el circunspecto Ramón Pellicer - ¿ha olvidado su paso por TVE como presentador del Telediario? – sigue la consigna acerca de como tratar a los huidos o encarcelados en su Tele Noticies.

Pero lo último, la entrevista en Bruselas a esa corte del faraón que se ha organizado allí simplemente para huir de una justicia que tarde o temprano les alcanzará, ha sido de premio de fin de carrera. Ni una sola respuesta del cesado ha sido repreguntada por Terribas, ni una sola de sus afirmaciones extraídas del léxico pro etarra – “en España hay presos políticos”, “España no es un país democrático” o “el estado ha enloquecido, está furioso y con gente furiosa no se puede hablar”– ha sido refutada, todo han sido jaleos, complicidad, entusiasmo por la causa, en fin, lo que jamás debería producirse en una entrevista en la que el profesional del periodismo tuviese un mínimo de ética.

Son muy duros desde su cobarde y cómoda posición

Terribas sabe estar a la altura del lenguaje duro, muy duro, que emplea Puigdemont, el cesado. Este no ha tenido reparos en asegurar que no puede cesarlo el PP, un partido que según el mismo es una minoría ínfima en Cataluña. Tampoco acepta lo que dice y hace el delegado del Gobierno español, Enric Millo, que ha salido al paso de las calumnias vertidas por el ex President dirigiéndole una educada pero contundente respuesta. Ambos, el cesado y Terribas, son muy valientes desde sus posiciones confortables, uno en Bruselas, la otra parapetada tras su micrófono que pagamos entre todos. Micrófono que nos cuesta cientos de miles de euros anuales a los contribuyentes en una región en la que cada vez hay menos camas de hospital o aumentan el número de barracones escolares.

Una radio pública, la catalana, que está al servicio del partido en el poder, no podía por menos que arrojarle flores al President cesado, colocándole una suntuosa alfombra roja para que la pisotee con sus mentiras y sus medias verdades. No conozco a ningún periodista serio que aceptase de su entrevistado frases como que en España se vulneran los derechos humanos simplemente por hacer cumplir la ley a cargos públicos que juraron aceptarla.

No hay el menor asomo de vergüenza en la actitud de los que están al frente de los programas en los medios de la Generalitat. ¿Y con estos mimbres nos asegura Mariano Rajoy una campaña limpia? ¿Destilando veneno a diario? ¿Manipulando la realidad? En mal momento pactó usted, presidente, con el PSOE que no se tocarían TV3 y la radio catalana. Fue un error tremendo, casi un crimen de estado, porque esa es la principal trinchera desde la que los que han intentado dar un golpe de estado se van a parapetar las próximas semanas. Ya no le hablo de lo que nos cuestan ni de la bajísima audiencia que tienen ni de la ínfima calidad de sus productos, le hablo del totalitarismo que impregna todo lo que allí se dice y se hace. Que no nos vengan los del PP diciendo que tienen un ojo puesto encima de ellos, porque no es verdad. Han hecho ustedes igual que en su día hizo el tripartito de Maragall y, posteriormente, el de Montilla, dejando los medios en manos de auténticos talibanes que, no lo duden, ni van a moderase ni van a concederles la menor oportunidad.

El sentido del estado debe ir más allá del titular de la mañana, la encuesta de la semana próxima y el vuelo gallináceo de la política del pan para hoy hambre para mañana. Debería usted haber escuchado más a Ciudadanos. Estos conocen muy bien el paño catalán en materia de radio y televisión. Pero refirió escudarse en ese PSOE ambivalente, que piensa más en como echarle a usted de la Moncloa para colocar a ese señor que parece un vendedor de crecepelo que en el interés general.

Y que no se nos diga que para controlar a esos medios existe el CAC, porque ya ha dado numerosas pruebas de parcialidad. En Cataluña nadie ha llegado a un puesto de responsabilidad en materia audiovisual sin ser del rollo nacionalista, y aunque existan organismos en los que participan otras formaciones políticas, la mayoría siempre cae del lado de los secesionistas. Eso no es garantizar unas elecciones libres, eso es jugar con las cartas marcadas.

¿O es que los asesores de Moncloa no ven los informativos de TV3, las tertulias, el programa diario que tiene el comisario político Toni Soler? ¿Nadie le informa de que, en cualquier programa, sea del tipo que sea, se introducen esteladas y mensajes acerca de la independencia? ¿Están ustedes ciegos, sordos o son, como Puigdemont, unos cobardes, incapaces de coger el toro por los cuernos?

Señor Rajoy, usted se harta de repetirnos, y con usted sus ministros, que los catalanes no estamos solos, que el gobierno de España nos protege. Sinceramente, hasta que no vea intervenida la Corporación no me lo creeré, porque si necesario era intervenir las finanzas o los Mossos, mucho más necesario es cortar de raíz el altavoz que tienen los separatistas. Si más no, para no tener que aguantar entrevistas como la de Bruselas y personajes como Terribas, que se burla de los que apenas llegan al salario mínimo interprofesional con su vida regalada a costa de los impuestos de la gente, solamente por hacer de aduladora del poder.

¿Tiene usted lo que hay que tener? 

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.