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Opinión

La democracia amenazada

Que osadía utilizar un púlpito neoyorquino para dar lecciones políticas y morales de lo contrario que practica

Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE

"Dime de que presumes y te diré de qué careces", reza un refrán español de aplicación al discurso que acaba de dictar en la ONU nuestro presidente de gobierno. Según Pedro Sánchez "la democracia está amenazada", pero se le olvida decir por quién —él mismo!—, mientras que llama a defenderla "frente a cualquier deriva totalitaria, excluyente e intolerante" que define con toda precisión a la actual coalición parlamentaria que le permite ocupar su cargo.

Se les llena la boca a nuestros progresistas con la palabra democracia, muy excepcionalmente utilizada por los verdaderos demócratas —los liberales— empeñados históricamente en la defensa de la libertad y el cumplimiento de la ley por gobiernos elegidos —no asamblearia, sino indirectamente— con poder limitado en un marco institucional con clara separación de poderes.

Nuestros progresistas, como es bien sabido, profesan admiración por la Revolución Francesa, mítico origen de su concepción democrática de la política… totalitaria; consistente en la elección asamblearia —"volonté general"— de gobiernos con poderes ilimitados para imponerse contra los derechos de las minorías, la libertad individual e incluso la ley, pues según Rousseau "no existen otras leyes que las que se dan los vivos".

La "deriva totalitaria" es la tónica del gobierno de Sánchez, como demuestran los siguientes hechos:

  • En esta legislatura el vicepresidente —en presencia del presidente— del Gobierno anunció en sede parlamentaria que "no habrá ya más lugar para una alternativa política de gobierno" además de declararse judicialmente inimputable.
  • Con la inconstitucional excusa de la covid, el Parlamento fue inhabilitado y su labor de control del poder ejecutivo suspendida.
  • Abuso constante y sin justificación alguna de los decretos leyes —luego anulados por el Tribunal Constitucional— propios de las democracias totalitarias.
  • La división de poderes del Estado, que constituye el bastión frontera que separa las democracias verdaderas —las liberales— de las falsas —las totalitarias— se ha convertido muy justificadamente—para los social-comunistas y secesionistas en el objetivo cardinal a batir desde sus aspiraciones políticas mediante la subordinación y control de la Justicia.
  • Los sagrados requisitos de las verdaderas leyes —no ser retroactivas, ser conocidas y ciertas, e iguales para todos— no se respetan.
  • El flagrante incumplimiento de las leyes, incluido el libre uso de la lengua oficial del Estado, está a la orden del día.
  • El derecho de propiedad, primer mandamiento de todo orden social civilizado, se pone en cuestión en el ámbito de la vivienda, con la limitación de los alquileres y la protección de los "okupas".
  • Los libros de texto de la enseñanza secundaria están, fundamentalmente, escritos desde una perspectiva totalitaria que abarca la economía, la política y la historia.
  • La función empresarial es sistemáticamente obstaculizada mediante normativas totalitarias en contra del libre mercado.
  • Se pretende reescribir la historia al gusto totalitario de la ideología del gobierno.

Mientras tanto, en el orden moral:

  • La mentira se ha normalizado hasta extremos inimaginables.
  • La meritocracia se considera despectivamente una virtud burguesa.
  • La frugalidad se ha metamorfoseado en una especie de "granja de los animales" orwelliana.
  • La integridad —pensar, decir y hacer lo mismo— es ajena a nuestros gobernantes.
  • El cumplimiento de las promesas acaba con su enunciado.
  • La transparencia en la gestión pública solo vale para los demás.
  • La ejemplaridad en el comportamiento carece de sentido.
  • La responsabilidad no se ejerce jamás.
  • La vergüenza, simplemente no existe.
  • La rendición de cuentas es inconcebible por quienes nos gobiernan.

Todo lo dicho, y más aún que se podría añadir, revela un gobierno sin escrúpulos, es decir, "sin dudas o recelos que punzan la conciencia sobre si algo es o no cierto, si es bueno o malo, si obliga o no obliga; lo que trae inquieto y desasosegado el ánimo..." según la RAE.

Las actuaciones morales y políticas carentes de escrúpulos como las descritas están conduciendo inexorablemente a la degeneración de nuestro inicial estado democrático liberal de derecho en una democracia totalitaria: objetivo explícito de los programas políticos de comunistas y secesionistas que, de hecho, está marcando el rumbo de la política del gobierno.

Otro viejo refrán nos cuenta que "el maestro Ciruela, que no sabía leer, puso una escuela". ¡Que osadía, utilizar un púlpito neoyorquino para dar lecciones políticas y morales de lo contrario que practica, y resulta evidente, todos los días el gobierno!

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