A la vista de la segunda acepción que la RAE atribuye a la palabra ‘secta’, no tengo nada claro que el PSOE, como cualquier otro partido político, no sea una de ellas. “Comunidad cerrada de carácter espiritual, guiada por un líder que ejerce un poder carismático sobre sus adeptos”, sostiene el diccionario. El congreso extraordinario convocado por Pedro Sánchez en el PSOE como palanca de relanzamiento personal en una legislatura viciada por sospechas crecientes de una corrupción masiva sólo puede concluir mañana con la aclamación como impostura. Este congreso es la sumisión como cultura, el cesarismo como narcótico, la ceguera como marca de la casa.
Que se imputa a Begoña Gómez, aplausos. Que llaman ‘asesino’ al presidente, aplausos. Que un comisionista profesional relata en qué fangal de irregularidades se ha convertido la presidencia del Gobierno, aplausos. Que imputan al hermano del presidente, aplausos a rabiar y música celestial. Que miles de valencianos siguen abandonados en el lodo, ovación. Que La Moncloa indica cómo y cuándo debe difundirse un documento de modo ilícito para una operación política, aplausos. Que Pedro Sánchez dice que la oposición patrimonializa las instituciones y las usa “en beneficio de familiares y amiguetes” con el desahogo de un provocador, más aplausos. “Aguanta Pedro”, le gritaban ensimismados en la clausura del congreso de UGT. Que lapidan a Lobato en la plaza pública, el aplausómetro se rompe. Que no hay que creer a Aldama por delincuente, pero sí pactar con delincuentes porque eso es “hacer política”, vengan esos aplausos, hombre. En pie y rompiéndose las palmas de las manos, y que no decaiga.
Desconozco si el PSOE es una secta, pero así, visto desde fuera, lo parece. Esos compromisarios se asemejan a robots programados para el aplauso porque quizás la clave más determinante de todo el mandato de Sánchez haya sido minar desde la base cualquier asomo de disidencia en el PSOE, convertirlo en un páramo de valores y en una escombrera de la coherencia. Hoy sus señas de identidad son la endogamia, la ley del silencio, la protección cuasi militar del mesías, y la construcción de una realidad paralela en la que el delito es honestidad y la honestidad, simple caspa del pasado. Cuando Lobato impostaba su voz alegando que “el PSOE no es una secta”, sonaba a aquello de ‘excusatio non petita, accusatio manifesta’. El congreso del PSOE no va a ser un relanzamiento de un sanchismo herido, sino la culminación de un extraño proceso de autolesión, de dejación de orgullo, de laminación del debate y de renuncia al sentido de Estado. Las similitudes empiezan a recordar por momentos al suicidio de partidos socialistas como el francés o el italiano.
Sánchez emula a un flautista de Hamelin con una única ventaja: por miedo o por carisma, ha tenido la virtud de saber hipnotizar a un partido al que ya le da igual lo que sus militantes piensen sobre la corrupción, el abuso de autoridad, la arbitrariedad o el cortijismo. Han consentido por indolencia ser un partido yermo en ideología. Como si la mutación hacia la sumisión ciega fuese la constante que sustituye al programa, a la esencia. Y Sánchez ha logrado que esa transmutación no importe porque es aceptada con jolgorio y porque su base electoral sigue estando en siete millones de personas que lo perdonan todo. Y ese es un aval real al sanchismo por muy incomprensible que le parezca a la socialdemocracia de viejo cuño. Ya no es ni siquiera el temor reverencial a replicar al líder u osar mirarle a los ojos para que no te guillotine; es la aceptación de la propia inanidad de criterio como valor, como factor de seguridad, como hipnosis.
Esos compromisarios se asemejan a robots programados para el aplauso porque quizás la clave más determinante de todo el mandato de Sánchez haya sido minar desde la base cualquier asomo de disidencia
Se cuenta que Sánchez está cansado, que la militancia musita en los bares y se queja en corrillos resignados de que hay una desazón profunda, que hay una inquietud alarmante, y que el PSOE ha caído en una indefinición impropia de un partido con 145 años de historia. Hablan de la dignidad, de la ética pública, se reviran… pero después apuran su cerveza y aplauden a rabiar. Pedro, quédate. En el fondo subyace una desnaturalización drástica del PSOE, una pérdida de identidad, un negacionismo de lo evidente y la ruptura de fronteras que hasta ahora anclaban a este partido en cualquier práctica democrática lógica.
El garante de la legalidad, todo un fiscal general del Estado, es sostenido por un Gobierno que le aplaude una ilegalidad propia de regímenes autoritarios. Moncloa dice sin rubor que “el fiscal sólo desmentía un bulo, hizo lo que tenía que hacer”, y el PSOE lo aplaude. No por defender a Sánchez, que también, sino porque creen y asumen de buen grado que delinquir forma parte del sentido del deber en la nueva democracia mesiánica que se pretende construir. Da igual si la situación es sostenible o no. Como da igual que el PNV creyese a Bárcenas y no crea a Aldama. Se empieza a hacer raro que los socios del sanchismo no acudan al Congreso cantándole a Sánchez aquello de los estadios: “Oé, oé, oá, hemos veniiiiido a emborracharnos, y el resultado nos da iguaaaal”. Y con toda la bancada socialista aplaudiendo al líder, tan perseguido, pobre, por la ultraderecha.
El congreso del PSOE no va a ser un relanzamiento de un sanchismo herido, sino la culminación de un extraño proceso de autolesión, de dejación de orgullo, de laminación del debate y de renuncia al sentido de Estado
Todo configura la senda de una socialdemocracia envenenada, errática, huidiza de sí misma, connivente con la corrupción, que aclama sin rechistar el ordeno y mando y sin más objetivo que la supervivencia en los parámetros de la nueva política. Esa en la que ya no solo se celebra y jalea la superación de la legalidad, sino que se la invoca como un mérito añadido o como un deber. Y que se jodan los demás con sus principios, peor para ellos, porque esto solo va de poder. Y ahí queda el PSOE, sin musculatura, hipercastigado de esteroides, inconsciente de la implosión del sistema que este partido defendía solo hace seis años. El sanchismo habla de adaptación, de nuevos modelos políticos, de evolución y avance, de una izquierda actualizada que está cambiando el agua de los viejos floreros y solo ve polvo en los jarrones chinos. Creen que la vieja guardia es incapaz de ver al elefante en la habitación y que el fin justifica los medios. Son los que llevan una cloaca como fondo de pantalla y quienes perciben un tufo a rancio en las democracias liberales.
En esta carencia de lógicas comprensibles bajo los códigos tradicionales de la política -¿quién no habría dimitido ya en cualquier otra democracia?- lo que el PSOE mide en este congreso no es el estado de salud del socialismo en España, sino el grado de fanatismo, ceguera y dignidad, o indignidad, que han decidido asumir una siglas que se traicionan a sí mismas. Lo primero que hacen las sectas es levantar muros para aislar a sus sectarios. Un muro. ¿Recuerdan?
jrhbasan9
30/11/2024 01:42
Este articulista, como otros muchos, cuenta con resignación la rendición de un pueblo ante una minoría fanática y corrupta que ha implantado ya de facto una dictadura socialcomunista en un pais sin jefe de estado, sin ejército y sin judicatura, con el apoyo de los falsarios y asquerosos partidos vascos y catalanes. Asi que quién no lucha termina siempre como Boadil, verdad Felipe Garante De La Unidad De España?.
vmm1957
30/11/2024 08:17
El PSOE ha consumado la migración desde la socialdemocracia al ideario populista durante el desdichado periodo sanchista, un régimen político que no es más que un modelo de poder concebido como un fin en sí mismo. Un partido que antaño abanderaba valores muy definidos se ha vaciado de contenido ideológico para someterse al caudillismo de un líder hueco, dispuesto a cualquier cosa por permanecer en el poder. Las alianzas, justificadas bajo el argumento del “progresismo”, han actuado como un ácido corrosivo para el proyecto socialista tradicional, sustituyendo la cohesión ideológica por el vaho de la política oportunista sin compromiso real. Es lamentable que un partido cuyo norte había sido la justicia social se haya transformado en una organización de vividores al servicio de un líder cuya estrategia de gobierno consiste en polarizar, dividir y subsistir. El PSOE ya no debate ideas; se ha reducido a la servidumbre del “señor de las moscas”, un líder idólatra que desprecia los principios históricos que le dieron sentido y fuerza al partido. Este vaciamiento no es solo un problema para su militancia, sino para la democracia misma, que se debilita cuando una de sus fuerzas esenciales se convierte en un instrumento personalista y oportunista al servicio de Pedro, un presidente incuestionable y absolutista. No hay más.
Oberheim
30/11/2024 08:53
Si analizamos a sus votantes, efectivamente es como una secta pero si nos centramos en los políticos profesionales que conforman el gobierno del PSOE y su infraestructura, es una organización mafiosa.
Talleyrand
30/11/2024 08:56
Muy buen artículo. Lo siguiente: el psoe es Waco. Decadencia de unas siglas tomadas por saqueadores de lo público. Baños de masas de forofos sin espíritu crítico. Uso del poder sin Complejos, es decir sin normas. Infestricciones. Dominio de la propaganda y compra de los media para lanzar su mensaje. Pero… Internet esta destruyendo ese modelo que inició Goebbels y dando voz e imagen a cualquiera. Digitales, YouTube y ahora X son el campo de batalla y ahí ya han perdido. Además Trump y Musk van a acabar con Soros y Von der Layen los protectores del autócrata. Tras Sevilla, efectivamente viene Waco.
Mercurio
¿Que no se sabe quienes cometieron el atentado? Zapatero prometió de una forma absolutamente irresponsable, como corresponde a alguien de su corta inteligencia, que si salía elegido retiraría inmediatamente las tropas desplazadas en Irak. ¿El resultado? no recuerdo cuantos muertos, pero Zapatero es tan idiota que ni siquiera se considera responsable de todas esas muertes.
gwy
30/11/2024 09:32
No, no es exactamente una secta. Es un partido político, uno de los usurpadores y secuiestradores de la Soberanía Popular. TODOS están concebidos y organizados siguiendo el modelo socialista y totalitario.
Cuqui51
30/11/2024 09:43
EL PSOE UNA SECTA? ES MUCHO MAS QUE ESO Y SI NO SALIMOS A LA CALLE A DEFENDER NUESTRA TIERRA Y LIBERTAD, SEREMOS COMPLICES DE LO QUE ESTA HACIENDO SANCHEZ Y TODOS SUS COMPICHES.
estupidototal2
30/11/2024 10:28
El artículo es muy bueno, pero le falta la idea de base. Los dirigentes políticos se han ido rodeando de mediocres que solo dependen del partido para subsistir y así que estados no puedan hacerles sombra y a estas alturas prácticamente todos se encuentran en esa situación. No hay mas que leer el curriculum de los diputados y senadores. Cuando un mediocre como Pedro Sánchez llega a la Secretaría General, en base a esas "primarias falsas", el proceso de deterioro aumenta y el listón de la mediocridad aumenta. En estos momentos nuestros políticos, empezando por el PSOE y continuando con los demás, son asalariados de pocos escrúpulos que defienden su CHOLLO haciendo y diciendo lo que haga falta y hasta la muerte. Creo que se han creado partidos NAZIS en el sentido estricto y como la capacidad de engaño es enorme pues con las subvenciones (procedentes de nuestros impuestos) manipulan a la opinión pública, no solo a los indocumentados (no exactamente tontos, aunque los hay que se dejan llevar por las inexistentes y falsas ideologias) pueden mantenerse en el poder. Espero que en este país podamos hacer una regeneración democrática real y no esta farsa en la que vivimos, aunque soy pesimista.
Perhaps
30/11/2024 10:34
El mismo Sánchez lo denominó "mi organización" con un sentido de la propiedad propio de la peor mafia. Si le siguen y le aplauden es que todos son mafiosos de la misma categoría. El àrrtido sanchista ya ni es obrero ni español, incuso le van a votar a Sánchez la descomposición de España a favor de Cataluña y el País Vasco. Basura organizada alrededor de su jefe.
lalo_perez
30/11/2024 17:27
Vosotros los periodistas teníais que hacer algo más, tenéis poder para atacar a los partidos políticos, por mucho menos salimos en todas las capitales de provincia a manifestarnos, era por la amnistía y otras cosas, ahora qué está haciendo la oposición nada, y que no digan que la gente está muy tranquila, la gente necesita líderes que los gien y no tenemos oposición, si ésto pasará en la derecha las calles estaban ardiendo,