Opinión

Los datos del 'progreso' socialista

El progreso socialista de nuestros días como el prehistórico comunista, consiste en un claro y empecinado regreso, sin pausa alguna, a tiempos peores felizmente superados

Sánchez y Zapatero, durante un acto público
Sánchez y Zapatero, durante un acto público EFE

El concepto progreso aplicado a la política es inequívocamente comunista, aunque ha terminado siendo la divisa de todas las izquierdas y semánticamente un criterio de demarcación, que siguiendo el dictado de Stalin, divide al mundo político –también ahora en España- en dos categorías: los progresistas y los fascistas.

La soberbia intelectual del “país de los soviets” planteó a Occidente y sobre todo a EEUU el desafío de comparar los logros materiales del comunismo frente a los del capitalismo. Visitando en los años setenta del pasado siglo las escasas y precarias librerías de los países comunistas, entre sus muy limitadas existencias destacaban los libros editados por Editorial Progreso dedicados a comparar datos –obviamente falsos– que beneficiaban los logros de la URSS frente a los de los países capitalistas. Por ejemplo, los titulados: La URSS en cifras para 1975 (1975) y URSS: Preguntas y Respuestas. Progreso El país de los Soviets (1976). Una cierta competencia en la carrera espacial y el colaboracionismo de los partidos progresistas, los medios afines y los –a sí mismos llamados- intelectuales occidentales propagando las supuestas conquistas económicas y sociales de la URSS, mantuvieron absurdamente de pie la grandeza del progresismo soviético.

Visitando y conociendo muy de cerca –por razones profesionales- la URSS de tiempos de Gorbachov, saltaban a la vista sin excepción alguna las miserias del comunismo y su enorme retraso tecnológico, industrial, económico y social; amén de su sempiterna ausencia de libertad. Viene al caso este recordatorio, porque el actual gobierno y sus medios afines, dan por sentado –como en la pretérita URSS– que puesto que son políticamente progresistas, sus políticas generan necesariamente progreso; una increíble tautología, que atenta contra las verdades más elementales y la dignidad intelectual.

Ante tan abrumadora evidencia empírica comenzaron a quejarse de la desigualdad, mientras ignoraban descaradamente los grandes progresos -verdaderos- logrados por el capitalismo

Es bien sabido, con datos a la vista, que con la caída del Muro de Berlín el mundo conoció la mejor y más larga época de expansión económica y prosperidad social de la historia y que ello benefició como nunca a los más pobres de la tierra. Pero los –a sí mismos llamados- intelectuales progresistas occidentales, ante tan abrumadora evidencia empírica comenzaron a quejarse de la desigualdad, mientras ignoraban descaradamente los grandes progresos -verdaderos- logrados por el capitalismo.

Frente a ellos se alzaron enseguida una miríada de estudios y ensayos de base empírica que desmontaron por completo las falacias progresistas en contra del progreso capitalista, destacando al respecto -por su iconoclasta y desacomplejado estilo- un libro de Steven Pinker: Enlightenment Now (2018).

La hazaña de Pinker se basa en atacar de frente las lacras progresistas con abrumadores datos, después de explicitar en términos muy rigurosos y precisos en qué consiste el progreso generado por el capitalismo en los países más pobres, que los progresistas niegan tras los grandiosos fracasos comunistas. Nos dice Pinker que para la mayor parte de la gente: la vida es mejor que la muerte, la salud es mejor que la enfermedad, la buena alimentación es mejor que el hambre, la paz es mejor que la guerra, la seguridad es mejor que el peligro, la libertad es mejor que la tiranía, iguales derechos son mejores que la intolerancia y la discriminación, el alfabetismo es mejor que el analfabetismo, el conocimiento es mejor que la ignorancia, la inteligencia es mejor que su ausencia, la felicidad es mejor que la miseria, las oportunidades de disfrutar de la familia, los amigos, la cultura y la naturaleza son mejores que las drogas y la monotonía. Pues bien: todas estas cosas pueden ser medidas, y si mejoran a lo largo del tiempo, esto es el progreso.

Aplicando la epistemología de Pinker a la España contemporánea, veamos en que ha consistido el progreso socialista en el siglo XXI:

  • La renta per cápita es la expresión incuestionable del –verdadero– progreso económico de las naciones. Con Zapatero y Sánchez en el poder, estos han sido sus logros:

-Crecimiento acumulado de la renta per cápita: Zapatero (-6%) + Sánchez (-4%)

-Convergencia con la UE: Zapatero (-9,85%) + Sánchez (-5,33%)

-Años de convergencia/ divergencia con UE: Zapatero (0/7) + Sánchez (0/4)

En los anales estadísticos de España –y posiblemente de Europa- nunca se han dado datos tan negativos.

  • El nivel de empleo, la más evidente manifestación de la economía inclusiva que predican los progresistas, nunca ha sido compañero de viaje de nuestros gobiernos socialistas, sino todo lo contario. He aquí el ranking de las tasas medias anuales de creación de empleo: Aznar +9,93%, Rajoy +8,48%, Sánchez +0,81% y Zapatero -16,76%. Los gobiernos progresistas son imbatibles creando paro; incluido el actual, cuya ministra de trabajo se manifiesta sumamente satisfecha duplicando el desempleo de la UE.
  • La deuda pública, que obliga ilegítimamente a las nuevas generaciones a hacerse cargo de los despilfarros progresistas y cuyos excesos sitúan al borde de la suspensión de pagos o la vergonzosa intervención extranjera de nuestras cuentas públicas, es –junto al desempleo- la principal e´nseña de los gobiernos progresistas, sin excepción. Con Zapatero, España perdió su autonomía financiera y ahora con Sánchez está a punto de reproducirse un escenario parecido. Veamos el ranking del crecimiento del endeudamiento público como % del PIB: González +52,72%, Zapatero +43,29%, Sánchez +18,90%, Rajoy +12,30% y Aznar -23,15%. España ha pasado de tener una deuda pública equivalente al 60% de la media de la UE en 2007 al casi el 120% en 2021, debida fundamentalmente a Zapatero y Sánchez.

A las tres trascendentales variables examinadas, cuyos incontestables datos no pueden ser rebatidos –y por ello son sistemáticamente eludidos – por los políticos e intelectuales progresistas con la desvergonzada y religiosa excusa de que “vendrán tiempos mejores”, hay que añadir la deconstrucción de nuestro orden constitucional, el destrozo de la educación y la subversión de los valores morales sobre los que se ha construido nuestra civilización occidental.

El progreso socialista de nuestros días como el prehistórico comunista, consiste en un claro y empecinado regreso, sin pausa alguna, a tiempos peores felizmente superados. Y sin embargo, muchos votantes siguen sentimentalmente encandilados con la propaganda –ajena por completo a la realidad– que tan bien manejan las izquierdas. ¿Hasta cuándo?