Opinión

Análisis de medios

Yolanda Díaz y la reflexión filosófica sobre 'la nada'

Los españoles no se tragarán el mantra mediático de que 'Yolanda es distinta a Pablo'. Quizás tenga una pose más amable y un discurso “chuli”, a lo Kamala Harris pálida y española. Pero ese populismo ya no cuela.

Yolanda Díaz
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz Europa Press

Yolanda Díaz existe, aunque siempre ha habido una discusión filosófica al respecto. Básicamente, porque hay quien niega su existencia... y también hay quien considera que la 'nada' es real, dado que, aunque nadie la ha visto, es un concepto y se piensa. Incluso se reflexiona. Heidegger la buscó y llegó a la conclusión de que es lo contrario del 'ser'. Como para 'ser' hay que habitar en el tiempo, 'la nada' equivaldría al 'no ser'.

¿Cómo encontrar ese espacio, en el que podríamos hallar a la vicepresidenta del Gobierno? Sartre concluyó que lo máximo que podríamos aproximarnos a 'la nada' es con la angustia, dado que es el sentimiento que nos hace temer la pérdida. Y en ese territorio, en el que se demuestra la contingencia de las cosas, y se halla lo que pudo ser, pero nunca llegó a serlo, nos acercamos de la mayor forma posible a la 'nada'.

La teoría que quizás resulta más útil para localizar a Díaz -en mitad de ese océano tenebroso e insondable, que es la inexistencia- es la de Mario Bunge, quien considera equivocado tratar de convertir una idea abstracta en una cosa concreta. El pensador y científico argentino consideró que la nada es una hipótesis, en cuanto a que es indemostrable. Dado que nuestra naturaleza nos permite comprender muchos conceptos a partir del análisis de los opuestos, es estúpido intentar entender o localizar 'la nada'. Tampoco podríamos estudiar el resto de los colores si sólo existiera el azul o comprender qué es estar vivo si no observáramos la muerte en ninguna de sus formas. ¿Cómo analizar lo jugoso y repleto de contenido si sólo conociéramos los discursos de la vicepresidenta?

Habrá quien piense que Yolanda Díaz es difícil de encontrar porque es 'la nada'. Pero dado que existen certezas de su existencia, podría concluirse que es un 'ente difuso'. Alguien que sufre a cada momento el dilema del náufrago. ¿Qué hacer? ¿Esperar la llegada de un barco en la playa, pese al riesgo de morir de inanición? ¿Ponerse a nadar y ahogarse? ¿Adentrarse en el bosque y ser devorado por algún animal? Ante el peligro que entraña cualquiera de estas opciones, lo más cómodo es situarse a la sombra y trazar un plan que nunca termina de aplicarse, mientras se bebe de algún coco que esté por el suelo. Que eso no da vigor, pero al menos permite esquivar la muerte.

¿Qué es Yolanda Díaz?

Así que Díaz bebe del coco mientras intenta encontrar un acomodo en la sociedad española para lo suyo, que es 'la nada'. Ni sí, ni no. Ni a favor, ni en contra. Bastó ver la entrevista que le hizo Gonzo, en Salvados, para apreciar lo completamente vacía de contenido que está la vicepresidenta. Todo lo que decía -y dice- formaba parte de un guión. Desde su apego a Galicia hasta su pertenencia a una familia con inquietudes y reivindicativa. Es imposible sacar titulares de sus discursos porque están construidos de tal forma que parezca que dicen algo, aunque sea todo lo contrario. De tanto querer alejarse de la izquierda que ya existe, se ha adentrado en el terreno de lo indescriptible.

Quizás se demuestre con el tiempo que este análisis es equivocado, pero da la impresión de que Yolanda Díaz es la enésima 'verdad mediática' que parte desde los despachos de los grandes medios madrileños, pero que nadie ha reclamado ni tiene impacto a pie de calle. Principalmente, porque es imposible saber exactamente lo que es y lo qué ha venido a aportar. ¿Algo distinto a Podemos, al PSOE y a IU? ¿Más justicia social de ésa que se predica y asegura desde Moncloa, pero nadie aprecia?

Politología y otros mitos

Los especialistas en marketing suelen cometer un error de principiante de forma habitual -incluso en su madurez-, y es el de intentar imponer a los consumidores productos que ni han reclamado, ni necesitan ni aportan ningún valor añadido. A veces tienen éxito y consiguen que se infle una burbuja, pero eso suele ser flor de un día. O dos.

Esto es lo que ocurre con Díaz. Porque, ¿alguien podría definir lo que es? Está claro que es una mujer que quiere ocupar un espacio entre Podemos y el PSOE. Es decir, entre la izquierda personalista de Pablo Iglesias y la personalista... de Pedro Sánchez. Lo quiere hacer además con un estilo que también es personalista. Pan con pan...

También es alguien cuyo discurso es una mezcla de gestos forzados, teatro y frases hechas con los que trata de convencer al votante de que otra España -más justa y más dialogante- es posible. Y se encuentra en una posición extraña, pues no comparte la política hostil de los morados, pero tampoco quiere que le asocien al PSOE, como tantos otros exmilitantes de IU que terminaron escuchando misa en Ferraz. Sólo escucha de forma activa y promete metas que ya se propuso su Gobierno; y que no ha cumplido.

Quizás la mejor aproximación a lo que es 'el fenómeno Yolanda Díaz' se encuentre en el sur de España, donde el partido que apoyó en los últimos comicios, Por Andalucía, consiguió cinco escaños y 281.000 votos. Es cierto que la izquierda radical se presentó fragmentada, pero también lo es que la vicepresidenta no ha conseguido frenar la decadencia de este espacio político. Ni lo hará, dado que los españoles -desencantados- no se tragarán el mantra mediático de que 'Yolanda es distinta a Pablo'. Quizás tenga una pose más amable y un discurso “chuli”, a lo Kamala Harris pálida y española.

Ese populismo absurdo, que surgió tras el 15-M y que pasa por empoderar a los ciudadanos, escucharlos, mimarlos y legislar en función de sus propuestas, ya no cuela

Pero ese populismo absurdo, que surgió tras el 15-M y que pasa por empoderar a los ciudadanos, escucharlos, mimarlos y legislar en función de sus propuestas, ya no cuela. Porque al final lo que genera es caudillos de partido. Como la propia Díaz, que no deja de ser un personaje poco verosímil de anuncio de teletienda. Basta cambiar el juego de cuchillos por el escudo social en el discurso para apreciar las similitudes.

Los medios pro gubernamentales la inflan porque saben que el PSOE, sin la muleta morada de turno, no tiene posibilidades de ganar en las próximas elecciones. Ha habido casos peores, como el de Alberto Garzón, al que se situó como un estadista porque recitaba tópicos keynesianos como un papagayo en Radiotelevisión Española hace una década.

Quien escuche a los tertulianos de turno proponer debates sobre las posibilidades de que Díaz gane peso en la política del futuro se sentirá como delante de ese cuñado al que todo le ha salido mal en la vida, pero que siempre apuesta por el caballo ganador. Por la opción “disruptiva": los sellos de Fórum Filatélico, las pulseras que equilibran la energía del cuerpo, las pastillas que mejoran el campo magnético del agua, Yolanda Díaz y el protector de bocas que vende el doctor César Carballo para no pillar la covid-19 al empinar el codo. Puede sonar a broma, pero en realidad son lo mismo.

Mientras tanto, la nada. Al principio y al final.