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Opinión

El dardo de Arranz

'Villarejadas' al amanecer, cloacas contra Podemos y otros asuntos que aburren

Quien escuche a los protagonistas de esas grabaciones, dirá: ¿de verdad me tengo que fiar de lo que escriba esta gente?

José Manuel Villarejo
José Manuel Villarejo Europa Press

Hubo una época -más o menos cercana- en la que los sueldos de los periodistas se desplomaron y una buena parte de los diarios emprendió el camino hacia la quiebra. Sucedió a partir de 2008, cuando la 'gran recesión' volvió a demostrar que quienes gestionan estas empresas siempre han estado más pendientes de poner el cazo ante el anunciante de turno que de asegurar el futuro de su negocio. La peor parte no llegó ahí, sino cuando apareció el primer teléfono móvil inteligente -invento del demonio-. Eso restó valor a los formatos tradicionales y a la actividad periodística, lo que recrudeció la crisis de los medios. Los redactores de postín -caninos y con hipoteca- buscaron refugio en las mesas de debate de las televisiones públicas. Otros, se encomendaron a la 'generosidad' de las cadenas privadas.

Algunos de estos tertulianos pluriempleados decidieron este domingo por la noche defender a Antonio García Ferreras en sus redes sociales. Lo hicieron después de que un nuevo periódico digital -otro más para el saco- difundiera unas conversaciones entre el periodista y el excomisario Villarejo que no dejaban en muy buen lugar al director de Al Rojo Vivo. No es la primera vez que esta armada de informadores de postín acuden al rescate de La Sexta. En esta ocasión, pareció incluso que se habían coordinado. Curioso...

No merece la pena entrar en el contenido de la última villarejada por dos razones. Primero, porque sacar una conversación privada fuera de contexto es sencillo y hay quien se ha acostumbrado a emplear estas grabaciones para ajustar cuentas pendientes o para que su nombre siga apareciendo en los titulares, en un ejercicio de vanidad muy habitual entre quienes se asoman al abismo de su decadencia personal.

Pero es que, por otro lado, estos documentos tampoco ayudan a conocer más aspectos de la personalidad de sus protagonistas, más allá de los que eran sabidos por cualquiera. Como siempre, Pablo Iglesias utilizará esta información para negar algo evidente, y es que Podemos ha obtenido más réditos que perjuicios de La Sexta. Porque este canal les ayudó a crecer y les concedió un generoso espacio -al menos, hasta que Roures se enemistó con Ferreras-. A partir de ahí, la caída del partido es responsabilidad exclusiva del personalismo de su líder.

Ojo, tiene razón cuando denuncia la existencia de una cloaca de descarriados, en el Ministerio del Interior, que se dedicó a fabricar basura contra el partido (y que también manejaba datos sobre Bárcenas, Corinna y derivados). Pero, como buen ególatra, falla cuando busca razones de su declive político más allá de su propia persona.

Villarejo aburre

Dicho esto, la segunda cuestión que conviene plantearse es la relativa a la 'villarejología' y los 'villarejólogos'. ¿De verdad son importantes los ajustes de cuentas que afloran, día sí, día también, relacionados con los policías macarras y sus periodistas aliados y desencantados? ¿De veras no resulta disparatado que cada cierto tiempo aparezca un nuevo medio de comunicación para difundir la última venganza sobre este tema? Y lo más importante: ¿Todo esto tiene relevancia para los ciudadanos? ¿O sólo le interesa al grupo de afectados y obsesionados con el tema?

Siempre que se plantean estas dudas, conviene acudir al vídeo que mejor ilustra sobre la desconexión entre los medios de comunicación y los ciudadanos. Es el que publicó la revista digital Ctxt hace un tiempo, en el que uno de sus reporteros pregunta a un trabajador -que llevaba una placa de pladur a cuestas en un día de lluvia- acerca de a quién iba a votar en las próximas elecciones. Ni corto ni perezoso, el obrero afirma: “A Vox”.

Esto descolocó al periodista, quien, tras escuchar esas palabras, afirmó: “¿Pero tú no tienes conciencia de clase?”. A lo que el 'currante' respondió: “Yo es que he vivido muy bien cuando ha gobernado la derecha en este país”. Seguramente, el empleado de la construcción se equivoque al pensar que la derecha patriotera y sobreactuada tiene la capacidad -y la voluntad- de aliviar sus dolores de cabeza, pero, sin duda, su error no será mayor que el de ese medio, y otros muchos, por no decir todos, que construyen su relato a través de fantasías ideológicas inexistentes. Como la que defiende ese concepto absurdo de la “lucha de clases”. O el del paternalismo de la izquierda con los trabajadores.

Àngels Barceló se refería a estos 'audios' este lunes en su programa y afirmaba: es injusto decir que todos los periodistas somos iguales. Así es. Convendría preguntarle: ¿leyó usted El País -periódico de su grupo- cuando comenzó a difundir 'villarejadas' en mitad de la crisis de Pegasus?

Con las 'villarejadas' sucede algo similar. Los medios las abordan y construyen complejas teorías de la conspiración a partir de las grabaciones, pero -y esto es una opinión- a los ciudadanos les importan un pimiento. Porque los audios, las persecuciones, la información vaginal y las emboscadas de ese grupo maloliente de policías, periodistas, políticos de Podemos y comisionistas mediáticos (ay..., los comisionistas mediáticos) son poco relevantes. No merecen tantas páginas ni tanta atención, máxime en un momento en el que el país se aproxima al colapso y en el panorama internacional se ha iniciado una peligrosa carrera armamentística.

Pero ya se sabe, los medios inflan y desinflan burbujas a su conveniencia. Y, desde que la información saltó a internet, este fenómeno se ha acentuado. Incluso surgen nuevos medios, de forma periódica, para difundir las pestilencias relacionadas con temas concretos.

Todo esto aumenta la desafección de los ciudadanos hacia la prensa. Primero, porque se centran en temas que al lector corriente se la traen al pairo; y, segundo, porque quien escuche a los protagonistas de esas grabaciones, dirá: ¿de verdad me tengo que fiar de lo que escriba esta gente?

La respuesta es clara: no. Entonces, buscarán otras formas para informarse. Y comenzarán a desconfiar de los verificadores de las verdades periodísticas y de quienes se lucran con ese negocio. Harán bien. Harán lo correcto.

Por cierto, Àngels Barceló se refería a estos 'audios' este lunes en su programa y afirmaba: es injusto decir que todos los periodistas somos iguales. Así es. Convendría preguntarle: ¿leyó usted El País -periódico de su grupo- cuando comenzó a difundir 'villarejadas' en mitad de la crisis de Pegasus?

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