Quantcast

Opinión

Las cuentas de la lechera de Pere Aragonés

El vicepresidente del Govern y conseller de Economía, Pere Aragonès

Y eso que este es de los “serios” del aquelarre que Torra denomina gobierno. Pues menos mal. Acostumbrados a tanto orate apocalíptico, claro, cualquier cosita que no pregone que Teresa de Ávila era más catalana que el pa amb tomàquet resulta el culmen de la sensatez. Debe ser por eso que consideran a Aragonés poco menos que la reencarnación de los Siete Sabios de Grecia, ya saben, aquella pléyade de conocimiento encarnado en Cléobulo de Lindos, Solón de Atenas, el gran legislador, Quilón de Esparta que quería controlar a los altos funcionarios, Bías de Priene, Pítaco de Mitilene, Periandro de Corinto y, ¡ay!, Tales de Mileto, filósofo, poeta y matemático del que Aragonés no ha heredado ni las uñas.

Los números no son lo suyo, como tampoco son fueron de Oriol Junqueras. El separatismo podrá muy bien contar los pasos en una sardana y saber cuándo son largos y cuando no, pero a la hora de acometer un presupuesto, máxime cuando está condicionado a la ayuda del Estado, queda perplejo e inane, sin saber qué hacer. ¿Qué le queda entonces a Aragonés, a Esquerra, al separatismo que venimos a denominar como inteligente, simplemente por no compartir estrategia con Puigdemont y su carlistada? Pues nada, salvo decir enormidades como las que el actual vicepresidente y responsable de economía de la Generalitat ha dicho.

En primer lugar, salirse del Fondo de Liquidación Autonómica, del que los separatistas que fingen gobernarnos han obtenido desde el 2012 nada menos que 63.000 millones, supone quedarse sin el paraguas financiero que tiene la administración catalana. Añadamos que el ochenta por ciento de la deuda de la Generalitat está en manos del Estado porque nadie quiere financiar a la administración autonómica, que tiene honor de haber obtenido la calificación de bono basura a sus emisiones. ¿No quieres España? Pues toma tres tazas. Así que, de apartarse del FLA que, en teoría, supone un control financiero sobre las cuentas catalanas, nada de nada. Control bastante discutible, porque desde Palau se siguen financiando los instrumentos de propaganda y agitación separatistas sin que nadie haya movido un dedo. El señor Aragonés también anuncia que, a partir de enero del 2019, se pasará a depender del Fondo de Facilidad Financiera como si eso fuese el equivalente de la Gran Evasión con Steve McQueen al frente. Digamos que, de entrada, FLA y FFF son organismos del Estado con la misma misión, poner pasta en comunidades que lo tienen crudo. El primer instrumento es, en teoría, más intervencionista en las cuentas; el segundo, no tanto. Aragonés quiere vender una burra que no se sostiene, porque seguirá dependiendo de que España le pague las facturas. De hecho, de los más de ocho mil millones que precisa la Generalitat del lacito amarillo y las pegatinas de presos políticos, siete mil los va a poner ese bonito FFF. Qué más dan las siglas, Aragonés de mi alma, si la ventanilla va a ser la misma, el Estado, ese Estado que quisisteis cargaros a la brava hace un año porque, según decíais, os robaba, sin daros cuenta que aquí, robar, lo que se dice robar, solo lo han hecho los de vuestra bancada, los de la derechona convergente, vuestros socios y amiguetes. Que mucho Gürtel y mucho rollo, pero bien calladitos que os quedáis cuando se habla de Pujol, del tres por ciento o del Palau.

Aún resultará que la prestigiosa agencia de acreditación crediticia Fitch está vendida a Madrid, porque este otoño ratificaba la condición de BB – bono basura – a Cataluña, señalando la condición débil de su economía. Lo mismo podrían decir de Standard and Pool, que fía la mejora de Cataluña en la inyección de millones aportada por el Estado. No es extraño que la Generalitat haya anulado el contrato que mantenía con esta firma en materia de rating. Total, para que te digan que lo tuyo no hay por dónde cogerlo, mejor ignorarlo. Esa es la increíble y abracadabrante política económica actual del gobierno catalán. Seguimos poniéndole la mano al Estado, decimos que estamos en vías de dejarlos plantados y, además, que vamos a empezar a buscar financiación por esos mundos de Dios. Tracatrá. Sabíamos de la contabilidad creativa, pero esto supera todas las expectativas.

Por lo pronto, Aragonés va a pedirle a Sánchez 8.500 millones del flas, flis o flús, da igual. ¿Y si no? Vayan ustedes a saber, igual los contactos que los de Puigdemont iniciaron con China y Rusia para que financiasen el golpe de estado dan resultado y en mi tierra acabamos por tener rublos o renminbis en lugar de euros. Es lo que tiene hacer cuentas de la lechera, que pierdes la leche por una tontería. La buena, porque la mala parece imposible perderla de vista.

 Miquel Giménez

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.