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Opinión

Cuando éramos bonitos

Sánchez se muestra amable con quienes niegan la existencia de España y fiero ante los que le recuerdan sus errores, contradicciones y dejaciones

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la presentación del plan España 2050.

A pesar del tiempo transcurrido la frase permanece, para enmarcar o esculpir en el mármol: “Sobra el ministerio de Defensa” (El Mundo,4-10-2014). Pedro Sánchez no tuvo un lapsus, ni siquiera fue un desliz. El silencio, bien escaso, hay que saber lo que vale. El presidente del Gobierno se desplaza por España y el resto del mundo en los aparatos del Ejército del Aire. Las tripulaciones se cuadran y dan el taconazo al paso de su persona. Un servicio directo que las Fuerzas Armadas prestan a Sánchez en su condición de presidente del Consejo de Ministros del Gobierno de España. En Ceuta ha aparecido un pelotón de soldados (legionarios) no solo para defender la democracia, es este caso la soberanía nacional gracias al papel asignado a los militares en la Constitución del 78, sino, sobre todo, a un dirigente político, jefe de la ministra de Defensa, noqueado por la acción de la diplomacia más hábil y peligrosa de nuestro entorno a la que o se trata desde la edad adulta, con una política de Estado bien pertrechada de experiencia, y sin perderles de vista, o se sucumbe cualquier amanecer, con la guardia baja, en la cabeza de una playa.

Nombres por goteo para conseguir que nada fuera todo. La dimisión de uno de los elegidos, burlador de Hacienda, pinchó el dichoso relato

Las arenas ceutíes embarran, tras el colapso en el muelle de Arguineguin, a un Gobierno que nada más llegar se equivocó al organizar un espectáculo, apoteosis de un relato alejado de la realidad de la política de altura. En el episodio del Aquarius, Sánchez engordó el álbum de fotos. No hubo más. España rompió la línea de la Unión Europea por una sola vez y a Sánchez le trazaron la raya en el agua a partir de entonces. No más espectáculos particulares a costa de la inmigración. Eran los tiempos del “Gobierno bonito”, con los ministros anunciados por fascículos, cual serie de televisión. Nombres por goteo para conseguir que nada fuera todo. La dimisión de uno de los elegidos, burlador de Hacienda, pinchó el dichoso relato. Lo de contar sin hacer no lo han dejado. Ni parece que tengan intención hasta 2050.

El origen de la crisis

Los bocados de realidad han difuminado aquel Gobierno bonito. Queda para seminarios con expertos en marketing. La respuesta parlamentaria de Sánchez a Casado, desabrida y destemplada, en la sesión de control del pasado miércoles, puso el colofón a una crisis en la que España ha sido zarandeada y utilizada por un régimen que no juega con las mismas reglas y con el que hay que estar a bien, casi siempre disimulando, para evitar las humillaciones y los chantajes que emergen a la superficie, a conveniencia y discreción de un vecino especializado en la explotación del agravio. Sánchez estalló contra Casado. Quería el presidente un apoyo sin condiciones para tapar los errores sin tener en cuenta ni el origen de la crisis, ni las maneras en las que el ministerio de Asuntos Exteriores se ha manejado.

Sánchez repele el control parlamentario y pide adhesiones inquebrantables para después exigir sumisión. Ya le ocurrió al PP, al votar a favor de los tres primeros decretos de alarma a cambio de nada. Sin negociar una coma. En el PP admiten que a Casado le faltó cordialidad con el presidente en un momento clave. Casado no se contuvo. Sánchez exige al PP unidad en la defensa de la integridad de España después de echar a Rajoy con la ayuda del medio centenar de diputados independentistas -partidarios de trocear la soberanía nacional y de entregar las ciudades norteafricanas a un Reino del que nunca formaron parte- y de Podemos, activista a favor un referéndum en el Sáhara que ni Estados Unidos, ni tampoco Francia, apoyará jamás. Sánchez se muestra amable con quienes niegan la existencia de España y fiero ante los que le recuerdan sus errores, contradicciones y dejaciones.

A los servicios de inteligencia de su majestad el Rey de Marruecos no se les escapa una brizna de aire desde el desierto del Sahel hasta el bosque de las Ardenas

Si había razones humanitarias para el traslado del líder del Polisario, enemigo de Marruecos, a nuestro país a petición de Argelia, no se deben ocultar y menos con engaños en la identidad del acogido para eludir la presencia en España de una persona reclamada por la Audiencia Nacional. En cuanto se ha sabido, el caso ha sido reabierto. ¿A qué lumbrera se le ocurrió pensar que los marroquíes no se iban a enterar? A los servicios de inteligencia de su majestad el Rey de Marruecos no se les escapa una brizna de aire desde el desierto del Sahel hasta el bosque de las Ardenas, pasando por los campos de refugiados en Tinduf. España y Francia saben de la importancia de la colaboración antiterrorista con Marruecos.

El Gobierno debe tener el apoyo general en la defensa del territorio nacional ante un ataque deliberado y retador. Marruecos ya ha sacado otra vez su tajada con la miseria como lancha de desembarco. El respaldo no invalida la crítica de la oposición y de la prensa. Sánchez ha aplicado la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza, para la expulsión inmediata de casi 6.000 personas. El Tribunal Constitucional rechazó el recurso presentado por el PSOE de Sánchez en noviembre del año pasado, permitiendo la devolución en caliente, salvo de los menores. ¿Qué estaría diciendo el actual presidente del Gobierno como jefe de la oposición? Hay respuesta: “Sí. Pedimos la derogación total de la Ley Mordaza y rechazamos rotundamente las devoluciones en caliente”. Dicho el 13 de septiembre de 2017 en la red social Twitter. Cuando éramos bonitos.

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