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Opinión

Cristalino: nada de más fuertes

Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados

Mi quiosquero ha recuperado la sonrisa porque le han puesto nuevamente enfrente de su negocio la terraza cuyos clientes terminan comprándole algo.

-Ya saco más por los cromos y las revistas que por los periódicos, me dice esta mañana.

-Cada vez vendo menos diarios. Y menos que se venderán. ¿Pero tú crees que hay alguien que pueda comprar un periódico hoy?

Y entonces me los pone encima de la mesa. Todos, sin excepción, en su falsa portada llevan, con la firma del Gobierno de España, la misma leyenda: Salimos más fuertes.

Y ya no sigo contándoles lo que a continuación soltaba este pequeño y urbano Séneca del barrio del Niño Jesús de Madrid, porque hemos de ser todos cuidadosos con las formas y con el lenguaje. 

Lo pone fácil el Gobierno de Sánchez. No criticaré que haga publicidad, y menos ahora que el sector vuelve a boquear de nuevo. Sí critico que la publicidad la conviertan de forma tan infame en propaganda. ¿Quién va a salir mejor de esto? ¿Quién, señor presidente? ¿Quién, cristalino vicepresidente Iglesias, estará mejor en unas semanas? El Gobierno habla en las portadas como si ya hubiéramos superado la pandemia. Pasamos del riesgo cierto de muertes a la relajación sin saber porqué y a cuento de qué.

¿Qué ha cambiado en una semana?

Hace unos días la epidemia estaba en todo lo alto. El Gobierno necesitaba una prórroga de un mes porque el riesgo de muertes y contagios era cierto. Hace una semana se decretó el cierre de la fronteras para el turismo. El sábado Sánchez, travestido en un operario turístico que vende viajes y gastronomía, daba a entender que ya estamos fuera del peligro. 

Si el presidente televisivo y el vicepresidente cristalino salieran por la calle sentirían vergüenza de la campaña. Si patearan las calles, si vieran las caras de las personas, lo poco o nada que reímos; las miradas, esas que nos lanzamos unos a otros, con mascarilla y sin ella. El silencio en los supermercados. En los autobuses y vagones de Metro. El silencio casi conventual ayer en un reabierto Retiro plagado  de  corredores.

No, no salimos más fuertes. Salimos desconfiados, más débiles, temerosos, inquietos. Y preocupados cada vez que reparamos en quien nos está gobernando. Ayer, en los mismos periódicos que llevaban en la portada el consabido Saldremos más fuertes se podía leer que el Banco de España -un organismo muy por encima de la reputación del  Gobierno y otras instituciones del Estado-, advertía de que los contratos temporales cada vez duran menos. El Banco sigue advirtiendo de que los trabajadores se enfrentarán cada año a mayor precariedad. ¿Quién, cristalino vicepresidente,  saldrá mejor de esto? Seguimos sin saber el número de muertos, 28.000 asegura el mando único. El doble, afirman otros organismos.  

Pregunte a esas familias cómo están saliendo de esto. Pregunte a los miles de sanitarios contagiados y exhaustos. Los contagiados se acercan a los 250.000. Los parados se cuentan por decenas de miles y los trabajadores en un ERTE pasan de los tres millones y medio. FEDEA acaba de avisar de lo que se nos viene encima: una tasa de paro efectiva del 26% con 8,4 millones de parados. Nadie, repito saldrá mejor, y menos que nadie este presidente instalado en la mentira, el secretismo y la improvisación. Y el atrevimiento, porque hace falta valor para montar en 24 horas una campaña como esta. 

El PSOE es Sánchez

Me dice un socialista de toda la vida que ya no quiere guerra, que jamás estuvo el partido así. Sin brújula, al mando de una señora desaparecida, Adriana Lastra, que no soporta una entrevista en condiciones, y menos desde que por encargo de su jefe asoció al partido con Bildu.

-Con la mano de hierro de Alfonso Guerra al control del PSOE el partido tenía  eso que llamaban diferentes sensibilidades. Broncas en las ejecutivas, y criticas en aluvión en los comités federales. 

Le pregunto entonces cuál es la solución, por qué no hay nadie enfrente de Sánchez.

-No hay solución porque lo que hay es miedo.

El pacto con Bildu

Uno de los presidentes socialistas que, de vez en cuando habla, aunque poquito,  porque si no lo hace revienta, me dijo el día que echaron a Sánchez de la secretaria general que de no haberlo hecho hubiera acabado con el PSOE. Se lo recuerdo de vez en cuando y responde con un gesto que viene a decirme que esto es lo que hay. Que quizá ha terminado con ese PSOE, aunque no lo quieran reconocer.    

El partido que fue de Felipe González, Virgilio Zapatero, Almunia, Peces Barba, Benegas, Redondo Terreros y otros, es un grupo desdibujado y acrítico. En manos de un político temerario al que el vicepresidente cristalino ya le ha metido mano en la cartera. Es el más listo, lo que no es un mérito en un Gobierno que, salvo algunas excepciones, vive entre la torpeza y la embestida pastueña que le marca el capote de Sánchez. Ayer ABC publicó la ultima encuesta de GAD3. retengan este dato: la mitad de los votantes del PSOE, el 51% están en contra del pacto con Bildu, pero el 92% de los de Podemos lo aprueban. Bien, cristalino vicepresidente, muy bien. 

Un Gobierno silente ante el escarnio y la desvergüenza del pacto con Bildu es el que dirige los destinos de España. Derogar la reforma laboral puede ser un error. Lo es. Pero nada comparable a poner en un papel el logotipo del PSOE junto al de Bildu y, culpar después al PP. 

Nadie saldrá más fuerte. Y menos que nadie el Gobierno. Aunque ellos no lo sepan. O eso parece. 

Desazón del cronista

Imposible terminar un artículo con este Gobierno. Nueva rectificación. Ahora los turistas podrán venir a España desde el día 1 de julio sin necesidad de enclaustrarse en un hotel o una habitación dos semanas. El que tomó la decisión, ¿sigue en su puesto o sólo hay destituciones para la Guardia Civil?

Recurro nuevamente al aserto de la semana pasada: aciertan cuando rectifican. 

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