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Opinión

Confesión de parte

Entre los socialismos de nuestros días existen gradaciones: los de los países ricos son más amistosos con sus empresas que nuestro social-comunismo

El actual líder del PSOE, Pedro Sánchez, junto con el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero

Gracias a la perspicacia periodística de Mercedes Serraller hemos podido saber, como merecida noticia principal de primera página de Vozpópuli de hace unos días, que el Gobierno español en su escrito a la UE sobre los deberes que se impone para recibir sus fondos confiesa que: los obstáculos que opondrá al desempeño de la función empresarial no serán desproporcionados.

Es bien sabido que en la economía de mercado la creación de riqueza está felizmente en manos de los empresarios, mientras que  la economía planificada comunista genera pobreza a raudales extinguiendo la actividad empresarial.  Entre ambos paradigmas económicos se sitúa el socialismo democrático de nuestro tiempo magistralmente descrito por el profesor Jesús Huerta Soto como: “Todo sistema de agresión institucional y sistemática en contra del libre ejercicio de la función empresarial”.

No se trata de hacer imposible por completo la función empresarial, sino solo limitarla hasta que sea posible mantenerla con vida, aunque sea malamente

El Gobierno español, seguramente sin haber leído dicha definición,  no solo la aplica sino que además la predica en voz alta, con el matiz -para evitar ser tildados de comunistas- de que sus impedimentos no serán desproporcionados. Esta confesión de parte nos viene  decir que no se trata de hacer imposible por completo la función empresarial, sino solo limitarla hasta que sea posible mantenerla con vida, aunque sea malamente. Menos mal que las empresas que han inventado, fabricado y distribuido la vacuna de la covid -de la que tanto presume Sánchez- no han podido ser obstaculizadas para evitar que las produjeran; al fin y al cabo estaban, felizmente, fuera del alcance de su política obstruccionista.

Entre los socialismos  de nuestros días  existen gradaciones: los de los países ricos son más amistosos con sus empresas que nuestro social-comunismo y por eso crean más riqueza y empleo. Veamos algunos ejemplos domésticos:

  • Según el Economic Freedom of the World, 2021 Annual Report del Fraser Institute, España ocupa la posición 96 en el mundo en legislación laboral y la 105 por el tamaño económico del estado, gracias al socialismo.
  • La estructura impositiva española, a diferencia de la de los países europeos más ricos castiga el trabajo, el ahorro y la inversión, a cambio de menores impuestos indirectos –IVA–, medioambientales y tasas fiscales.
  • La fiscalidad laboral de España -según la OCDE– es de un 33,9% sobre el coste laboral,  un 40% más elevada que la media del 24,4%.
  • La proliferación normativa -obviamente obstaculizadora de la función empresarial- en España, siendo descomunal, crece sin cesar.
  • La unidad de mercado, un bien esencial para el desarrollo y expansión de las actividades económicas, ha devenido -gracias al social-nacionalismo- un reino de taifas con sus correspondientes “fielatos” políticos.
  • La innovación –“hija de la libertad y madre de la prosperidad”– sufre en España mas represión política que en los países que debiéramos imitar para bien.

Miremos ahora al país tecnológicamente más avanzado del mundo, con pleno empleo y más rico, EEUU, gracias a que el socialismo allí está entrando con retraso, al menos hasta ahora:

  • La renta per cápita de EEUU, que en 1970 era un 20% más elevada que la de la UE, es ahora un 54% superior.
  • La legislación laboral facilita enormemente la creación de puestos de trabajo, con unas cotizaciones empresariales a la seguridad social que son un 37% de las de la UE y un 27% de las españolas.
  • La innovación empresarial está a la orden del día en ausencia de “obstáculos proporcionados” y con ella la permanente renovación de sus tejidos productivos –ausente de Europa y España- y el cada vez mas incuestionable liderazgo mundial.
  • EEUU disfruta de un verdadero mercado único, algo inexistente en la UE y en la propia España, que catapulta el éxito y lo convierte en ecuménico.
  • Tres cuartas partes del capital riesgo de todo el mundo se invierte en EEUU.

El tándem Zapatero-Sánchez

Hasta principios de este siglo, España venía de converger en renta per cápita y empleo con la UE  con un nivel de deuda moderado. Pero con la llegada al poder del socialismo del siglo XXI –Zapatero & Sánchez– y la puesta en marcha de sus obstáculos proporcionados a la función empresarial, los resultados obtenidos han sido desastrosos. He aquí un resumen de los mismos, como suma de los datos acumulados de los años de gobierno de ambos:

  • España, que en el último medio siglo –con la salvedad de la Transición que conllevó un retroceso del 7%– estuvo convergiendo con la renta per cápita media de la UE hasta alcanzar un 97,64% si sitúa ahora en el 85,41%  -como en 1965– tras una caída “socialista” del 15,11%, parcialmente compensada por el gobierno de Rajoy.
  • Si a comienzos del siglo XXI la tasa española de desempleo se situaba en la media de la UE, con Zapatero se duplicó y aunque desde entonces ha descendido,  sigue siendo el doble que la europea.
  • La deuda pública de principios de siglo se ha triplicado como % del PIB hasta alcanzar el nivel alcanzado al comenzar el siglo XX.

La relación causal entre los obstáculos socialistas al libre desempeño de la función empresarial y los pésimos resultados cosechados por su autores no ofrece dudas y sin embargo, como si se tratara de un juego infantil,  en el Gobierno andan irresponsablemente  enfrascados y disfrazados de buenos –menos obstáculos- y malos –más obstáculos- enemigos del desempeño empresarial, sin reparar en sus consecuencias para la creación de riqueza y empleo. Hasta que la sociedad  se haga cargo de los estragos causados y vote en consecuencia.

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