Opinión

Las cítaras colgadas de los árboles

Trump no es más que un plutócrata del megacapitalismo rodeado de aventureros

  • El presidente de EEUU, Donald Trump -

Al impulsivo presidente Trump –para qué engañarnos, el hombre más poderoso del planeta—se la ha ocurrido de golpe y porrazo la solución al problema de Gaza: deportar a al pueblo palestino repartido entre Jordania y Egipto donde serán acogidos  (son sus palabras) de grado o por fuerza. ¿Cómo no se nos habría ocurrido esa solución antes de la desoladora devastación de ese martirizado territorio tratándose  una idea tan antigua y tan repetida en la Historia?

Deportaciones masivas ha habido muchas, aunque la más memorable quizá sea la ordenada por Nabucodonosor cuando se llevó a los israelitas a orillas de los canales del Éufrates, cierto que con la anuencia del propio Jehová que, según el profeta, andaba malhumorado con las infidelidades de su “pueblo elegido”. Lean esa crónica en Jeremías y no se pierdan la carta que éste dirigió a los deportados enrareciéndoles el buen comportamiento como garantía para su rescate siete décadas después. Nada de resistencias ni conspiraciones. “Construyan casas, cultiven granjas, cásense y tengan hijos, no dejen que la población merme…”. Ése parecía ser del deseo divino y como tal fue aceptado por el pueblo; no tienen más que leer al autor del 2º Libro de los Reyes o los comentarios de Esdras o Exequiel, gente de toda ella merecedora de confianza, El Psalmo 136 es para llorar: “Junto a los canales de Babilonia/ no sentamos a llorar con nostalgia de Sión./ En los árboles de sus orillas colgábamos nuestras cítaras…” con tal de no complacer a los deportadores que, encima, exigían a los deportados, para su solaz, cánticos y floclore. Lo mismo hicieron los asirios antes que nadie y los romanos al iniciar la diáspora, anunciando lo que repetirían, entre otros muchos, Alberto V, Felipe Augusto o Sisebuto por no hablar de los Reyes Católicos, ya con todas las bendiciones precisas.

Lo humanamente inimaginable es el éxodo masivo de un pueblo y su encaje forzado en vecinos que, sobre su explosivo pasado, bastante tienen ya con sus conflictos y estrecheces

 

A partir del 41, Hitler confinó a los sudetes en Checoslovaquia  y “reasentó” a los sufridos polacos en los recién creados “campos” de concentración y exterminio. lo mismo que haría luego con los vieneses desafectos, los gitanos o los comunistas. La idea de Trump, a la vista está,  resulta que no es ninguna novedad sino  un clásico desde el siglo VIII a.C. ¿Y esto es todo lo que se le ha ocurrido a ese déspota inculto y anacrónico que pretende acomodar el mundo en su primitivo croquis mental? Realmente, casi sin advertirlo, nos hemos despertado –quién sabe si demasiado tarde—con un bárbaro a las puertas de una milenaria civilización en pleno ocaso democrático.

A Jordania ya se le endosó el primitivo terrorismo islamista que terminó como el rosario de la aurora, y ahora parece que ensayarán lo mismo con el actual Egipto a pesar de su frágil situación y de su vecindad con el polvorín libanés. Pero más allá de estrategias y geopolíticas, lo atroz va a ser el problemático el encaje de esos millones de desterrados forzosos que llegarán a sus destinos con una mano detrás y otra delante por todo caudal.

La única esperanza que ahora cabe esperar es la demostrada versatilidad del criterio de Trump, capaz de deshacer en cuestión de horas, junto a sus insensatos planes de anexión abiertamente imperialistas, el disparate de una improvisada guerra de aranceles. Porque lo humanamente inimaginable es el éxodo masivo de un pueblo y su encaje forzado en vecinos que, sobre su explosivo pasado, bastante tienen ya con sus conflictos y estrecheces. Trump no es más que un plutócrata del megacapitalismo rodeado de aventureros. O sea, una alarma más que una amenaza, que nos pide, como Jeremías a los suyos, que colaboremos en paz y concordia con el tirano. “Construyan casas, cultiven granjas, cásense y tengas hijos…”. Sí, ¿pero cómo, dónde y de qué viviremos, y hasta cuándo? Y lo peor es que ahora no hay un inspirado Jeremías al otro lado del hilo, sino que habrá que depender en exclusiva del capricho de  Nabucodonosor.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli