Quantcast

Opinión

Una censura en clave europea

Pedro Sánchez, unos minutos después de haber prosperado la moción de censura contra Rajoy

Veamos lo sucedido con alguna fría distancia. La censura del presidente Rajoy, y su sustitución por el presidente Pedro Sánchez, ha sido posible porque nuestra Constitución posee el mecanismo de censura constructiva, el mismo que tiene Alemania, otro país que perdió su democracia porque en el pasado sus gobiernos caían y caían en votaciones, producto de mayorías coyunturales de parlamentos cabreados.

Esta es la primera vez que un gobierno es derribado por un parlamento cabreado, pero esta experiencia ha sido relativamente frecuente en la mayoría de países europeos, que no tienen la exigencia de votar mayoritariamente en sus parlamentos a un presidente si quieren echar al que está en el cargo.

Esto es lo que le ha pasado al presidente Rajoy. Examinando sus reacciones a la famosa sentencia del caso Gürtel nos explicamos que la censura haya triunfado. Se pueden coleccionar hechos acerca de la soberbia del Gobierno, su antipático conservadurismo, etcétera. Yo me quiero fijar sólo en un dato, relevante en mi opinión: el desdén, o la reluctancia de Rajoy al debate parlamentario.

Tras la sentencia de la Gürtel, Rajoy podía haber activado el artículo 112 de la Constitución presentando una moción de confianza y condicionando el nombre de su sucesor. ¿Por qué no lo hizo?

Nuestro sistema parlamentario (que fue un invento asociado inseparablemente a las Monarquías, y no a las Repúblicas, cuyo modelo fue el de Estados Unidos o Francia, donde los parlamentos no eligen a sus gobiernos), se basa en el debate parlamentario. Pero en nuestro país, los partidos políticos, que son entes reforzadamente presidencialistas, han ido convirtiendo nuestro sistema parlamentario en un engendro presidencialista. Para elegir al presidente del Gobierno, la Constitución exige no una investidura, sino un previo “debate de investidura”. ¿Qué sucedió cuando Rajoy no consiguió la mayoría absoluta en 2015? Le manifestó al Rey que renunciaba al debate porque no tenía los votos suficientes. Con ello, Rajoy estaba diciendo que el Parlamento, y su debate, son un mero expediente formal para obtener el poder. ¿Se extraña alguien de que los platós de las televisiones hayan sustituido al Parlamento como espacio de la discusión democrática? ¿Sorprende que los líderes actuales surjan de las televisiones? ¿No es significativo que Pedro Sánchez sea un líder que no era parlamentario?

Pero sigamos con la censura al presidente Rajoy. Cuando se conoció la sentencia Gürtel, Rajoy no presentó la “cuestión de confianza” del artículo 112 de la Constitución. Previa “deliberación del Consejo de Ministros”, el presidente podía plantear ante el Congreso de los Diputados su visión de esa sentencia. Si no hubiera obtenido la mayoría absoluta que exige la “cuestión”, para obtener la confianza de la Cámara, Rajoy hubiera presentado su dimisión al Rey, y el Jefe del Estado hubiera puesto en marcha una nueva investidura. Rajoy se hubiera marchado como ahora, pero el Grupo Parlamentario Popular, sin duda, podría haber condicionado el nombre de su sucesor, y no es descartable que un candidato o candidata de su Grupo hubiera alcanzado otra mayoría para seguir gobernando.

En cualquier caso, vivimos, también en política, con incertidumbre. En Italia las circunstancias son parecidas a las nuestras. Pero aunque la tendencia de incertidumbre sea común, sea Italia hoy, o ayer Gran Bretaña, Grecia, Hungría, Polonia y Estados Unidos, etcétera, la generalización difumina la realidad de cada caso. A diferencia de esos países, en España no existe algo parecido al antieuropeísmo italiano, inglés o de los demás países del Continente, o el furioso “América lo primero” de los republicanos y del presidente Trump.

El nombramiento de Sánchez ha reducido la tensión con los independentistas. Será algo pasajero, por lo que, en este asunto, no sería aceptable que los otros dos partidos constitucionalistas no colaboren con el Gobierno

Pedro Sánchez ha sido propuesto presidente del Gobierno por una mayoría coyuntural e imprevisible, pero el proyecto europeo puede ser uno de los elementos en los que pueda condensar acuerdos de fondo político. El Gobierno de Sánchez podría encontrar en Europa un factor de fortalecimiento del Estado, sea hacia el exterior, o sea hacia el interior de España. Los problemas con Cataluña exigen esa doble dirección, y los fracasos del Gobierno Rajoy, después del 155, fueron debidos a que no tuvo política europea. Por eso, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores será clave para el éxito de su Gobierno.

El nombramiento de Pedro Sánchez ha producido una reducción de la tensión de los independentistas catalanes con las instituciones constitucionales de España. Será pasajero, y efecto de las expectativas ante un Gobierno desconocido. Pero no sería aceptable que en este asunto los dos partidos constitucionales no colaboren con el Gobierno. Es difícil, porque se piensa que las elecciones están próximas, y que los electores españoles acabarán votando a dos partidos fuertes, pero aún no se puede saber qué dos partidos serán. Además, Pedro Sánchez, si fuera necesario, puede encabezar una defensa de Constitución más enérgica que la que en la práctica hizo su antecesor.

Vivimos en incertidumbre, porque el orden mundial de la posguerra está en revisión, y por eso la Unión Europea es un seguro de estabilidad, por lo que es necesario que el nuevo Gobierno retome el europeísmo de sus mejores antecesores.  

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.