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Opinión

Bárbaros en los museos

Fueron a hacer daño y si no lo consiguieron no fue por falta de voluntad, sino por pura suerte

Dos militantes de Futuro Vegetal en el museo. / EXTINCTION REBELLION (EFE/EXTINCTION REBELLION)

Una vez consumado el ataque, el personal del Museo Egipcio de Barcelona pudo atar cabos. El día anterior habían tenido unos visitantes algo peculiares que merodeaban entre las vitrinas en las que se exhiben las piezas milenarias sin hacerles demasiado caso. A posteriori resultaba evidente que habían estado preparando el terreno para la acción destructora del patrimonio que tenían pensado perpetrar al día siguiente. El día de los hechos se presentaron en el museo seis personas que pagaron cada una su entrada: dos “terroristas culturales”, tres personas encargadas de filmar el ataque para colgarlo rápidamente en medios y redes sociales y un coordinador. Un ataque perfectamente organizado contra la cultura.

Los delincuentes no pueden excusar una acción tan bárbara como estúpida en su poca edad puesto que estos sujetos que arrojaron la melaza sobre la vitrina que cobija un sarcófago ptolemaico y sobre las fotos históricas del descubrimiento de la tumba de Tutankamón dejaron los treinta muy atrás, demostrando una vez más que hay gente que llega a vieja sin haber madurado por el camino, con el cerebro intacto por falta de uso y sin una sola sinapsis neuronal por encima de las estrictamente necesarias para ir al baño solos. Una vez consumado el ataque, farfullaron con gran dificultad y escasa concordancia gramatical cuatro excusas banales. Mientras tanto, los visitantes que en ese momento disfrutaban de la visita a la institución cultural atacada, indignados e impotentes, se enfrentaban a los indeseables y les llamaba lo que son, salvajes.

Clos creó la fundación que lleva su nombre y un museo modélico que se mantiene sin subvenciones y cuya visita recomiendo a todos los que pasen por Barcelona

El Museo Egipcio de Barcelona, que es el mayor museo privado de arte egipcio de Europa, es obra de una sola familia. Coleccionistas apasionados, la familia Clos ha plasmado su amor por el arte en una colección extraordinaria que en vez de disfrutar en privado ha puesto a disposición de la ciudad, creando la fundación que lleva su nombre y un museo modélico que se mantiene sin subvenciones y cuya visita recomiendo a todos los que pasen por Barcelona. Ese idealismo de los Clos hace aún más sangrante el ataque que han sufrido porque si, en vez de aportar generosamente cultura y civilización a la ciudad en la que viven, hubieran decidido legítimamente disfrutar de su colección en privado, no se verían hoy en la amarga tarea de tener que evaluar daños y analizar las posibles consecuencias adversas que ha podido tener en el sarcófago ptolemaico, (y no una reproducción, como miente impunemente en su comunicado la banda atacante) la melaza derramada. Fueron a hacer daño, y si no lo consiguieron no fue por falta de voluntad, sino por pura suerte.

Están en contra de la civilización. Y las razones vagamente ambientales esgrimidas para justificar la agresión son solo eso, palabrería, farfulla y nada

Como los talibanes que con ciega determinación destruyeron los budas de Bamiyan a golpe de martillo, o el Estado Islámico que usó bulldozeres para acabar con las nobles ruinas de la ciudad romana de Hatra, esta gente que se pega a los cuadros o destroza vitrinas siente por el arte desprecio y temor. Desprecio por lo que intuyen muy por encima de ellos mismos, temor por el efecto contagioso que la belleza y la preservación de los tesoros creados por la humanidad a lo largo de los siglos pueda tener en sus mentes ahora ciegas e irracionales. Atacan el arte porque ni lo aman ni lo comprenden. Porque están en contra de la civilización. Y las razones vagamente ambientales esgrimidas para justificar la agresión son solo eso, palabrería, farfulla y nada.

Cuando llegaron los mossos al Museo tuvieron que llamar a una ambulancia. Un empleado necesitó atención médica al tenerse que enfrentar a la cerrazón mental y al cerrilismo violento de los autodenominados activistas. Esa reacción le honra y quiero pensar que su actitud nos representa a todos los que defendemos la cultura y la preservación de la belleza y el arte, a todo lo que nos hace verdaderamente humanos y nos aleja de la barbarie. Tendremos que defendernos. Que caiga sobre estos vándalo el desprecio y la reprobación de la sociedad y todo el peso posible de la ley.

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