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Opinión

En Badalona gobiernan los perdedores

Dolors Sabater, la alcaldesa de Badalona.

El sectarismo del PSC con respecto al PP ha consentido que en Badalona gobernasen hasta ahora las CUP. Todo valía, menos que fuese alcalde el candidato votado masivamente. Ahora quieren gobernar justamente con los concejales del PP. Por aclarar la cosa: concejales del PSC: tres; concejales de las CUP: 5; otros: 7 y Ciudadanos:1.

PP, con Xavier García Albiol al frente: 10.

Nunca le perdonarán a Albiol que ganase

Una de las peores características de la pseudo izquierda de salón es considerar como patrimonio determinadas instituciones. Badalona formaba parte de ese activo que, primero el PSUC y después el PSC, consideraban como algo de su propiedad. La tercera ciudad de Cataluña formaba parte de la corona a través de la cual el partido socialista catalán detentaba el poder de la Diputación de Barcelona, con lo que comporta de cargos y prebendas que repartir entre amigos del alma.

Cuando Xavier García Albiol les arrebató esa ciudad a base de patearse la calle, escuchar a los vecinos y atender sus peticiones, a los de Can PSC les cayó un jarro de agua fría. Como suele pasarles a estos chicos, demasiado despacho y poca realidad. Nadie que conociese Llefiá, los alrededores de Can Cabañes, el Club Bétulo o lo que se cuece en los mercados badaloneses podía dejar de advertir que la tortilla se había girado. Hartos del señoritismo rojeras de Jordi Serra, el por entonces alcalde socialista, hartos de que en las calles grupos de delincuentes organizados llegados de otros países se liaran a tiro limpio – he dicho a tiro limpio y así es, efectivamente -, hartos de la tolerancia rayana en irresponsabilidad del ayuntamiento hacia colectivos que perturbaban la convivencia cívica, la gente dijo basta.

Ese Albiol que les ganó en el pasado es el mismo que, después de que le robaran su vara de mando en una maniobra de todos contra él - ¿les suena? – ahora renuncia a presentarse al cargo de edil para ceder sus concejales a un PSC irrisorio, simbólico, irreal. Si eso no es fair play..."

La pseudo izquierda se cuidó muy mucho en acuñar la imagen del Albiol xenófobo, come niños y malote, pero yo vi en el acto de su proclamación como candidato, dándole todo su apoyo, a los colectivos gitanos de Badalona, los de toda la vida, que decían “no queremos que se nos confunda con nadie”. Ese Albiol que les ganó en el pasado es el mismo que, después de que le robaran su vara de mando en una maniobra de todos contra él - ¿les suena? – ahora renuncia a presentarse al cargo de edil para ceder sus concejales a un PSC irrisorio, simbólico, irreal. Si eso no es fair play, generosidad política y sentido de las instituciones, ya me dirán qué carajo es.

De ahí que Dolors Sabater, la actual alcaldesa cupaire, vaya por los programas de TV3 cual plañidera émula de la Zarzamora, que llora que llora por los rincones, diciendo que no democrático que la echen de su silla. Tiene la inestimable ayuda de la badalonesa Pilar Rahola, que solo se acuerda de su ciudad cuando de atacar a Albiol se trata o para decirle a un municipal que va a multarla eso tan democrático y progre de “usted no sabe con quién está hablando”. El discurso de ambas es el de siempre: Xavi es un xenófobo radical – como si se pudiese ser una cosa sin la otra -, de extrema derecha, integrista, etc. El sábado por la noche se abrazaban ambas en la televisión del régimen con un cariño similar al de dos paisanos de Orense que se encontrasen en el Polo. La burguesita de Cadaqués y paelladora de Mas y Puigdemont abrazada a la, en teoría, radical entre las radicales. Vivir para ver. La última mentira que esparcen es que echa a Sabater una triple alianza de PSC, Ciudadanos y PP. Error.

Sin el PP no hay rock and roll

Cristalino: sin la propuesta de Albiol de poner a disposición del PSC sus concejales, ni habría moción de censura ni perrito que les ladre. Fíjense qué mezquindad. El PSC es capaz de ocupar una alcaldía que, prácticamente, le regala el PP, mejor dicho, Albiol, sin mencionarlo en el futurible alcalde, un tal Pastor.

Y es que los socialistas han tenido mala suerte con Badalona. Los ciudadanos de allí la han tenido peor con el PSC, pero esa sería otra cuestión. Recuerdo a algunos alcaldes que he tratado y la cosa tiene telita. A Joan Blanch, ex trotskista posadista – cosa que debía esconderse, vayan ustedes a saber por qué – ya fallecido, le sobraban los millones. Eso le dijo un día a un periodista crítico, tras citarlo en un restaurante de campanillas. “Mire, usted es pobre y siempre lo será. Yo, en cambio, soy rico, ya lo era antes de meterme en estas cosas. ¿Por qué, entonces, no entendernos?”. Blanch se llevaba fatal con el aparato del partido, y le hizo la vida imposible a personas de una gran categoría personal y política como Juan Felipe, que acabó de delegado del gobierno del PSOE en Menorca, creo, o a Ferrán Bello, uno de los hombres más buenos que he conocido. Blanch acabo en lo del procés, claro. Es lo que tiene ser rico.

Le sustituyó Maite Arqué, a quien los suyos apodaban despectivamente como “la charcutera”, por tener una parada relacionada con el asunto cárnico. Arqué fue tan vacua como su antecesor, no hizo más que política de fuegos artificiales y, mira por donde, también acabó con la cosa del procés.

Al último, Jordi Serra, lo traté bastante más, porque coincidimos en el aparato del partido. Era un esteta, divertido, irónico y, no nos engañemos, poco dado a trabajar. Eso no puedo criticarlo, porque servidor es de los que defienden mucho más “El derecho a la pereza” de Lafarge que “El Capital” de Marx”. Un figura que tampoco fue a remover vidas y condiciones sociales de sus conciudadanos. He hecho este pequeño resumen para que conste en acta que conozco el paño y sé de lo que hablo. Eso es lo que no me perdonan los sociatas, qué le vamos a hacer. También podría hablar largo y tendido de Ferrán Falcó, el líder de Convergencia en Badalona, concejal y actualmente un alto cargo en la Generalitat, pero no toca en este artículo.

Albiol escuchaba a la gente de la calle por primera vez en Badalona, más allá de practicar el clientelismo. Esa fue su ruina política"

Y en eso llegó Albiol. Esa tradición de politiquería elitista de despachos se terminó. Albiol escuchaba a la gente de la calle por primera vez en Badalona, más allá de practicar el clientelismo. Esa fue su ruina política, que no electoral, porque en las últimas elecciones obtuvo treinta y un mil votos, bastante más que en las anteriores, ganando en treinta barrios de los treinta y cuatro, y cito de memoria.

Que se debe haber equivocado en muchas cosas no hay por qué negarlo. La primera, el partido. Ese ha sido su lastre. Lo dejaron más solo que la una. La segunda, hablar clarito respecto a problemas de orden público que son tabú en nuestra tierra. La tercera, no dedicar la mayor parte de su agenda a hacerle la rosca a los dirigentes del PP, a los periodistas “influencers” o a dar premios a los culturetas de toda la vida. El fue a lo suyo, que eran los barrios. Si yo hubiese estado empadronado allí, le hubiera votado, de la misma manera que no votaría a la millonaria Rahola ni para vocal de la junta de vecinos de mi escalera.

Pero decir estas cosas en la Cataluña hipócrita, subvencionada y mediocre de hoy – mucho me temo que la de ayer no le iba a la zaga – no conlleva más que te pongan de chupa de dómine. Pero hay lo que hay: Albiol es quien puede posibilitar que la demagogia populista y el amarillismo separatista dejen de marcar los destinos de una ciudad que merece algo mejor. De entrada, que la gobernase quien ha recibido de manera abrumadora el apoyo de los vecinos.

Como no puede ser, Albiol brinda su apoyo al PSC para que lo haga. Un sacrificio que nadie le va a agradecer, porque llevará colgado para siempre el san benito de xenófobo. Por cierto, Rahola, Sabater y demás comparsas, este domingo VOX ha congregado a más de dos mil personas en el Hotel Barceló-Sants de Barcelona. No me consta que hayáis ido a protestar ante ellos. Porque esos si son de extrema derecha, ¿o no? ¿Solo lo es Albiol?

Que lástima que en Badalona, tiendan a gobernar los perdedores.

Miquel Giménez

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