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Opinión

La bestia yihadista ataca en Viena

Dos agentes de la Policía de Austria hacen guardia durante un control levantado en la capital, Viena

Año 1941. Amin al-Husayni, Gran Muftí de Jerusalén, se reunía con Adolf Hitler. Al-Husayni era un gran admirador de Hitler. En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, impidió la emigración de judíos provenientes de Bulgaria, Rumanía, Hungría o Alemania a Palestina. Antisemita profundo, promovió la creación de la treceava División de Montaña Handschar de las Waffen SS, integrada por musulmanes provenientes de Bosnia y Kosovo. Cobró una triste e infame reputación debido a su extrema crueldad, torturas y crímenes contra la población civil.

Mientras se asesinaba a millones de judíos, gitanos, homosexuales, católicos, protestantes, masones, izquierdistas, conservadores, seres humanos, en fin, al-Husayni vivía confortablemente en una villa de las SS. Permaneció en el Tercer Reich hasta su caída. Tras intentar escapar a Suiza, pasó un año de reclusión en Francia y consiguió al fin evadirse hasta El Cairo donde asumió el mando del Alto Ejecutivo Árabe. A pesar de estar reclamado por crímenes de guerra en Yugoslavia, la Liga Árabe lo protegió, la misma que dio asilo a criminales de guerra como el Standartenführer SS Raulic Mile, asesor militar de Nasser. Integrismo islámico y nacional socialismo se entendían por su odio hacia judíos y católicos. El idilio todavía dura.

Un salto en el tiempo. Declaraciones del jeque palestino Issam Amira el 29 de octubre en la mezquita de Al-Aqsa. “Decapitar a un infiel no es terrorismo, es defender al Profeta Mahoma… el terrorismo es una especie de preparación militar… cuando un musulmán de origen checheno decapitó a un infiel que difamó al Profeta Mahoma la gente lo llamó terrorismo… pero es un gran honor para él y para todos los musulmanes que haya un hombre tan joven para defender al Profeta Mahoma… estos términos como terrorismo serán redefinidos cuando reine la Palabra de Allah sobre la palabra de los infieles.” Se refiere, claro está, al profesor de historia francés Samuel Paty, asesinado bárbaramente por un yihadista que le cortó la cabeza.

Cerca de una de las sinagogas más importantes aparecen cuatro terroristas yihadistas portando fusiles de asalto, posiblemente AK-47, y disparan a la gente indiscriminadamente

Otro salto. Centro de Viena. Ocho de la noche del lunes 2 de noviembre. Cerca de una de las sinagogas más importantes aparecen cuatro terroristas yihadistas portando fusiles de asalto, posiblemente AK-47, y disparan a la gente indiscriminadamente. Balance: cuatro personas asesinadas y diecisiete con heridas severas, siete de las cuales de extrema gravedad. La policía logró abatir a uno de los terroristas. Según Karl Nehammer, ministro del interior de Austria, se trata de un ataque islamista. El criminal abatido tenía veinte años. Un chaval le arrebata la vida a una camarera que trabajaba en un restaurante de la Ruprechstplatz. Un joven como el que asesinó al profesor francés. ¿Qué sentido tiene todo esto?

Pues el que inspira el odio. Y no son nazis quienes lo apoyan, que también. La izquierda, antisemita y pro árabe, está indefectiblemente al lado de ese yihadismo que nos invade, que llega a occidente para, aprovechándose de nuestro sistema democrático, destruirlo desde dentro. Es el mal que nos corroe, infiltrándose entre nosotros con la ayuda de la izquierda totalitaria, del buenismo de los estúpidos. Es mal que permite a 58 ayuntamientos regidos por Podemos aprobar que no contratarán judíos y declarar a sus municipios libres de israelíes. Judenfrei, libres de judíos, ponía en la entrada de los pueblos de la Alemania nazi en los que habían asesinado a todos sus vecinos hebreos.

Las CUP boicotean en el parlamento catalán todo lo que sea israelí junto a los podemitas, el Ayuntamiento de Barcelona hace lo mismo, dirigentes socialistas como Iceta o Álvarez se jactan de ser pro palestinos y anti Israel. Ya lo ven, Israel, la única democracia en aquella zona del planeta; Israel que, si vamos a la parte socialista, tiene en los kibutz un ejemplo igualitario ejemplar. Que se lo pregunten a Borrell, que ha sido kibbutzin. Pero atacar a los judíos está de moda, como atacar a los Estados Unidos, el Ejército, la Iglesia, la empresa privada. Ideología de pensamiento gelatinoso. He ahí con lo que pretenden plantar cara a los que no dudan en coger un arma y cargarse a quien sea puesto que lo hacen por la gloria de Alá.

El Mal está aquí. Solo que ahora empieza a precisar sangre fresca.

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