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Opinión

Una 'app' para ver las vacas de Quique Setién

El entrenador del Barça parece demasiado buena persona para el cargo que ocupa y está consiguiendo cosas increíbles como que Messi no brille en el Bernabéu o que Ter Stegen sea el que más tiene el balón

Quique Setién en el banquillo del Santiago Bernabéu.

Nada mejor que empezar a escribir sobre fútbol cuando acaba de jugarse un clásico. Pero antes de entrar en harina, detengámonos en algo relevante. ¿Quién decidió llamarlo así? En mi infancia, tierna y no tan lejana, se hablaba de derbi, por aquello de que jugaban los dos grandes rivales de un mismo país. Había derbi cuando había partido entre Madrid y Atleti, Barça y Espanyol o Athletic y Real Sociedad y también cuando se enfrentaban los dos grandes del fútbol español.

Dice el diccionario de la RAE que "derbi" es el "encuentro, por lo común futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen constante rivalidad, casi siempre por motivos regionales o localistas". Del nivel de "rivalidad" no hace falta añadir palabras. ¿Y qué hay más "localista o regional" que la pelea entre las dos principales ciudades dentro de un país? ¿Qué es más "localista" que un nacionalismo?

Me temo que tal vez el cambio de "derbi" a "clásico" fuera un invento de los indepes por aquello de que según su visión se enfrentan dos equipos de países distintos o, peor incluso, fuera una concesión lingüística, una más, de los amantes de lo políticamente correcto pero, al no estar en condiciones de descifrar el origen de tamaño cambio, iremos ya al grano.

Este domingo se jugaba todo un Madrid-Barça, clásico o derbi, pero la noticia era otra y estaba en este periódico. Adelantó Marcos Sierra la posibilidad de que en un par de años La Liga emita sus partidos en una app y vía streaming porque es probable que ninguno de los operadores tradicionales quiera pagar la desproporcionada millonada que cuestan los derechos para emitir los partidos de la competición liguera.

El fútbol y el negocio

Esto es algo más que relevante desde el punto de vista del negocio, que es, desde hace años, lo único que importa en este deporte. En contra de lo que decía Boskov con su español macarrónico, el fútbol ya no es fútbol o ya no es sólo un deporte, y de eso hablaremos por aquí hasta que nos dejen. El caso es que ni los grupos mediáticos ni los gigantes de las telecos van a querer pagar al Tebas de turno y sus mariachis para asegurar a los sufridos clientes que podrán ver un Levante-Osasuna, con todos mis respetos a los seguidores de ambos clubes.

Parece que la cosa se encamina, nos guste o no, a ese artefacto que está urdiendo el todopoderoso Florentino Pérez y que llaman superliga, con el preceptivo prefijo que requieren hasta las ventosidades del presidente de ACS y del Madrid. Porque esa fiesta, similar a la Euroliga de Baloncesto, sí la querrán pagar todos.  

Venga, ya, ahora un poco del partido. Recuerdo que cuando fichó como entrenador del Barça (del estropicio que fue el despido de Ernesto Valverde hablaremos otro día), Quique Setién expresó su felicidad porque tan solo unas horas antes "estaba con mis vacas". Tras ver el derbi del domingo y después de mucho pensarlo, lo que yo quiero y necesito es una app para observar a las vacas de Setién. Porque tal vez observándolas a ellas por streaming podamos entender quién es en realidad y qué piensa este buen futbolista y enigmático entrenador de cara irremisiblemente triste. 

Setién y sus logros

En verdad Setién, que acentuó su aflicción perpetua al presentarse al derbi vestido de luto, quizás porque auguraba una mala noche, está consiguiendo cosas increíbles como que Messi no brille en el Bernabéu, que Ter Stegen sea el jugador de su equipo que más tiene el balón en sus pies, que los azulgranas batan en cada partido el récord de pases horizontales sin peligro alguno, que los fallos defensivos sirvan para resucitar a rivales como Mariano o que los periódicos madrileños, siempre tan entusiastas, ya vean posible la remontada ante el City de Guardiola.

Ocurre que estos logros son justo lo contrario de lo que esperan los aficionados del Barça, incluido un servidor. Claro que él no es el único culpable del desastre. Los jugadores del conjunto culé deambulan por el campo medio anonadados, como si no entendieran a qué juegan. Físicamente están peor que nunca y parecen no tener cuerda para noventa minutos. Sin Luis Suárez no hay gol. Y no parece que Martin Braithwaite, que al menos corre más que la media, tenga opciones de ganar el Balón de Oro ni de quedar entre los 500 primeros clasificados.

Las vacas, sean de la raza que sean, son animales complejos que necesitan amplios cuidados. Hacen falta una sensibilidad especial y un profundo conocimiento, y no un carné de animalista en Twitter, para cuidarlas bien. Al parecer Quique Setién, cuyo gesto apunta a que es demasiado buena persona para el cargo que ocupa, es un fenómeno en la materia bovina. Es preocupante pensar que sus vacas estén abandonadas precisamente en este tiempo de enorme tribulación para los ganaderos. Pero pronto el entrenador del Barça volverá con ellas.

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