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Opinión

Anticuerpos y otros virus

Expertos analizan muestras de plasma.

Estos días se habla mucho de anticuerpos contra el coronavirus a cuenta de la segunda oleada del estudio de seroprevalencia que, en puridad, nos ha dejado tan preocupados como estábamos. Solo el 5% de la población ha estado infectada y el resto aún tiene papeletas de contagiarse. La ya famosa "inmunidad de rebaño" -gloriosa expresión que anidará en nuestras memorias- está incluso más lejos de lo que se creía. O sea, estamos jodidos si hay rebrote. 

No sé a ustedes pero a mí estos inquietantes resultados del estudio me hacen pensar en otros anticuerpos y otras inmunidades para hacer frente a otras enfermedades que nos azotan, sean endémicas u ocasionales. Entre estas últimas, las dolencias colectivas puntuales, destaca estos días una que resulta tan insultante como dolorosa. Me refiero al obsceno baile de cifras sobre los muertos por coronavirus. 

Ya hace tiempo, cuando morían setecientas personas al día, comentábamos aquí cómo los números de fallecidos se pronunciaban fríamente en las ruedas de prensa, como si en vez de personas se estuviera hablando de alguna sustancia intangible y abstracta. Se desnaturalizaba la muerte y se ninguneaba a las numerosas víctimas de esta pandemia. Pero la cosa, con ser grave en origen, está llegando al paroxismo a la hora de contabilizar a quienes han perecido en estos días extraños. 

Medios internacionales como el 'Financial Times', varios organismos españoles como el Instituto Carlos III o el Instituto Nacional de Estadística, los datos de las funerarias y el registro civil y hasta la mismísima OMS discuten o contradicen las cifras gubernamentales

El Ministerio de Sanidad no para de cambiar de criterio sobre la forma de contar a los muertos. Y sus números no cuadran con los de las comunidades autónomas, de manera que el día que el Gobierno dice que no hay muertos por la covid-19 varios regiones del país contabiliza varios fallecidos. Medios internacionales como el Financial Times, varios organismos españoles como el Instituto Carlos III o el Instituto Nacional de Estadística, los datos de las funerarias y el registro civil y hasta la mismísima OMS discuten o contradicen las cifras gubernamentales. Pura confusión que no ayuda ni tranquiliza a la gente durante esta "desescalada" aunque se cambie de fase alegremente. 

Decía al principio que tampoco parece que haya anticuerpos para afrontar otras enfermedades crónicas que padece nuestra sociedad. Así, por ejemplo, no hay forma de frenar el guerracivilismo, el cainismo o el enchufismo de nuestra clase política ni tampoco habrá vacuna para acabar con el catastrofismo o el partidismo de la enorme mayoría de medios de comunicación. Al igual que terminará pasando con el coronavirus, ya estamos acostumbrados a vivir con estos males perpetuos y así tendremos que seguir.

En nuestra sociedad también tenemos acendrado otro virus que es tan crónico como invisible, tan evidente como negado y que ahora vuelve a mencionarse en los telediarios por lo que pasa a 8.000 kilómetros de aquí

Sin embargo, en nuestra sociedad también tenemos acendrado otro virus que es tan crónico como invisible, tan evidente como negado y que ahora vuelve a mencionarse en los telediarios por lo que pasa a 8.000 kilómetros de aquí. Me refiero, ya lo saben, al racismo. Por supuesto que existe y por supuesto que hay que seguir buscando una vacuna porque es una pandemia social intolerable. Llámenme optimista, pero creo que este virus es cada vez más minoritario a pesar de que tiene muchas caras y pese a que algunos trasnochados agiten discursos xenófobos

Crónicas o puntuales, para enfrentarnos a unas y otras enfermedades creo que conviene no bajar la guardia ni dejarse guiar por modas grotescas a golpe de tuit y selfie. Tenemos que perseguir la inmunidad, sí, pero sin olvidar que somos un rebaño maltratado por pastores de muy diversa índole

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