Opinión

Las anomalías catalana y vasca

La alcaldesa y candidata a la reelección por Barcelona en Comú, Ada Colau, ejerce el derecho a voto en el Institut La Sedeta
La alcaldesa y candidata a la reelección por Barcelona en Comú, Ada Colau, ejerce el derecho a voto en el Institut La Sedeta EP

Para quien esto escribe resulta tristísimo escribir acerca de los resultados electorales en Cataluña y las Vascongadas sin saber todavía los resultados exactos. Porque dan igual y ya me los sé. Gane quien gane en Barcelona, por poner un ejemplo, la ideología catalanista pijoprogre estará situada en los sillones del poder. Colau, Collboni, Trias y Maragall representan ese pensamiento único, hegemónico y totalitario que se ha impuesto en mi tierra. Fuera del mismo no hay rendija por la que introducir una palanca para romper décadas de ausencia del estado, cuando no de complacencia y apoyo a quienes defienden que “esto” de aquí es otra cosa diferente a España.

Ni que decir tiene que los vascos están todavía peor, porque ahí el debate se produce entre PNV y Bildu. Muerte o muerte. Susto o susto. Imposición o imposición. A diferencia del resto de España, dónde se dirime si el comunismo revestido de sanchismo va a seguir arruinando a los españoles, en estos dos territorios históricos no cabe tal posibilidad, porque esa disputa no existe. No se consideran españoles y, por tanto, su guerra es otra.

Ni que decir tiene que los vascos están todavía peor, porque ahí el debate se produce entre PNV y Bildu. Muerte o muerte

Claro está que una victoria socialista en Barcelona será capitalizada por el que vive en Moncloa y que un incremento del PSC lo venderá como un éxito de pacificación. Pero todos sabemos que claudicar no es pacificar y que el virus que ha expulsado de las vascongadas a miles de votantes constitucionalistas desde hace años, dejado solos a quienes defienden la ikurriña, el euskera, la capucha más o menos disimulada y los onguietorris es el mismo, en esencia, que el catalán.

En mi tierra el catalán es obligatorio y el español es una provocación – hace poco una ex consejera decía que había que “eliminar” a aquellos candidatos que hablasen en español en los debates de TV3 y no ha pasado nada -, el referéndum es de sentido común, la convivencia es perfecta y a VOX casi ni se le ha mencionado en TV3 y otros medios catalanes con muchísimo más descaro que en TVE, lo que ya es decir. El mantra es el mismo: som una nació.

En mi tierra el catalán es obligatorio y el español es una provocación, el referéndum es de sentido común, la convivencia es perfecta y a VOX casi ni se le ha mencionado en TV3 y otros medios catalanes con muchísimo más descaro que en TVE, lo que ya es decir

Ambas anomalías son ácido para la democracia española, porque han contaminado a regiones limítrofes con ellas: Valencia y Baleares en el caso catalán y Navarra en el vasco. Ese germen podrido que es el nacionalismo anula la dicotomía derecha-izquierda porque todo lo subsume en la identidad nacional. ¿Eres o no catalán? Y ahí se acaba el asunto, porque se reservan el derecho a decidir quién puede y quien no otorgar tal título. De ahí que viendo los resultados que van dando y vea unos lugares de azul y otros de rojo me detenga a mirar estas dos comunidades autónomas que cito en el titular.

Con menor participación, porque esto no va mucho con ellos, demuestran que hay ya una parte del territorio nacional que, si no se ha perdido para siempre, sí precisa de una intervención rápida y urgente. Porque ahí da igual que quien gane sea de izquierdas o más de derechas que el palo de la bandera. De la estelada, claro. Todos son nacionalistas, todos sustentan el mismo mantra y si unos representan el papel de moderados y los otros el de talibanes es por azar, asunto de cama, tradición familiar, provecho crematístico o pura chiripa. Si los juntas y los pones a hablar del fet diferencial no habrá ni uno solo que discrepe. De ahí que, o PP y VOX empiezan a trabajárselo muy en serio en las generales o habrá dos lugares que, aun participando en los comicios nacionales, serán otra cosa. Como si pudiesen votar esquimales y habitantes del Kalahari. Y es que los que defendemos la Constitución y a España cada vez somos menos en población porque la gente se va de Cataluña como en su día hicieron los vascos de su tierra. Y en los madriles o nos encontramos con un sanchismo promotor de indultos o con un PP que habla de catalanismo constitucional y se jacta de entenderse mejor con uno del PNV que con uno de VOX.

Basta ya de anomalías, señores.