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Análisis

Cuatro operaciones para matar al soldado Sánchez

Pablo iglesias, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Mariano Rajoy.

Pedro Sánchez puede morir políticamente en la semana en la que el Rey, previsiblemente, le encargará formar gobierno. Pero no será por su derrota electoral ni por su gestión de la misma sino por las infinitas operaciones que intentan cortocircuitar un cambio de signo político en España que podría dar marcha atrás a los recortes económicos, retrocesos sociales y casos de corrupción vividos en los últimos 4 años, algunos de ellos todavía brotando a borbotones como los casos Taula, Acuamed o Rato.

Hay una pinza política y mediática contra Pedro Sánchez

En los próximos días, las nubes que se ciernen sobre Sánchez se preparan para descargar con fuerza. Por ese motivo, el secretario general del PSOE puede morir. Porque contra él confluyen una batería de intereses que han desatado no una sino cuatro operaciones políticas inéditas hasta el momento:

  • Hay una operación personal de Susana Díaz que pretende mantener abiertas sus opciones de gobernar el PSOE. La estrategia de Díaz es un error personal porque la maniobra camuflada de un interés por la “unidad de España” le resta fiabilidad como líder en el mismo partido. Pero, sobre todo, es un fallo de cálculo impropio de una figura política como la suya: creer que el PSOE puede presentarse a unas elecciones con un cuarto cabeza de cartel (tras Zapatero, Rubalcaba y Sánchez) y ganar desafía cualquier estadística. Díaz puede colmar sus ambiciones personales –sucediendo a Sánchez—a costa de condenar al PSOE a años de oposición como ya ocurrió en la Comunitat Valenciana donde el PSOE ha pasado más de 20 años en la oposición desde que Joan Lerma perdió el poder y hasta que Compromís le ha permitido recuperarlo.
  • Hay una operación política de los barones afines a Díaz que caen en la hipocresía de pactar con Podemos a nivel local y regional pero que tratan de impedir el pacto nacional. Resulta sencillamente extravagante escuchar a barones como los de la Comunitat Valenciana, Ximo Puig –que gobiernan la Generalitat con Compromís y con Mónica Oltra como vicepresenta—dudar de la viabilidad de un gobierno con un vicepresidente de Podemos. Resulta más chocante ver a barones como Emiliano García-Page –que se impuso a Cospedal gracias a 2 votos de Podemos—poner límites a los pactos con Podemos cuando se intenta repetir el movimiento a nivel nacional. O cómo desde Extremadura –donde se sumaron 6 votos de Podemos a los 30 del PSOE—o Asturias –donde se gobierna gracias a la abstención de Podemos—se cuestiona la capacidad de la formación morada para facilitar gobiernos tras haber sido investidos por ellos mismos.
  • Hay, además, una operación mediática de grupos que están desarrollando la versión editorial de lo que en tiempos de Anguita y Aznar se denominó “la pinza”. La “pinza mediática” está alimentando al PP desde canales de la derecha y a Podemos desde la izquierda para romper al secretario general del PSOE en una maniobra que se disfraza de periodismo pero que es pura política y que pretende poner y quitar a secretarios generales afines en el partido, tal y como ya ha sucedido en el pasado. La pinza mediática sirve a Mariano Rajoy desde distintos ángulos, dividiendo a las izquierdas en favor del PP.
  • Por último, hay una operación empresarial de corporaciones que temen legítimamente que un gobierno de coalición con Podemos podría disparar la presión fiscal sobre ellas. Paradójicamente, esas empresas son las únicas que están actuando con coherencia. Declaran de forma transparente cuál es tanto su interés comercial como el de sus accionistas y hablan sin disfraces. Y desde su punto de vista, su preocupación es genuina: una alianza de izquierdas, sin duda, aumentaría la presión fiscal vía Impuesto de Sociedades y multiplicaría las inspecciones de la Agencia Tributaria en esa dirección.

Esa confluencia de intereses intenta frenar cualquier pacto que descabalgue al Partido Popular del poder. Y esa confluencia de intereses pasa por exterminar al soldado Sánchez.

OPOSICIÓN LEGÍTIMA AL PACTO DE IZQUIERDAS

Quienes pretenden erigirse como portavoces de la ciudadanía no debieran tener un problema con que la ciudadanía se exprese directamente

Hay quien se opone a ese pacto de izquierdas sin motivos espurios. Hay quien cree sinceramente que ese acuerdo sería negativo para el país. A quienes honestamente se escandalizan ante la posibilidad de que dos fuerzas que suman 10,8 millones de votos pacten o a quienes temen un pacto de izquierdas --que en el parlamento representan a 12,5 millones de ciudadanos—debiera recordárseles que el PP tiene las mismas posibilidades de intentar alcanzar ese pacto. De hecho, el PP tiene derecho preferente a intentarlo. Pero que Rajoy no lo consiga no significa que nadie más pueda intentarlo. Si Rajoy renuncia a sus opciones de formar gobierno, la Constitución prevé que alguien más lo intente.

Pedro Sánchez tiene el mismo derecho a intentar ese pacto que el actual Presidente del Gobierno en funciones y acierta al sortear a sus barones y someter a las bases su acuerdo como acierta Podemos al hacer lo mismo. Al fin y al cabo, todos lo que pretenden erigirse y reclamarse como “portavoces” de la ciudadanía no debieran temer a que sea la ciudadanía la que exprese su voz directamente.

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