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Análisis

Mariano Rajoy y el precio del secesionismo

Hoy el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha sido, por fin, más contundente que de costumbre. Y también, con todas las salvedades, bastante más claro. Y es que la ratificación de la ley de consultas catalana y el decreto de convocatoria del referéndum del 9 de noviembre no dejaban ya margen para la ambigüedad y el silencio contemplativo. Se acabó ese darle hilo a la cometa por si finalmente el viento afloja. El envite nacionalista llega a su tramo final. Y a Mariano Rajoy no le ha quedado más remedio que vestirse de presidente, porque España se juega mantener vigente su fisionomía, ese mapa que estudiamos en la escuela, dentro del cual están contenidos, además de los nombres de los ríos, los legítimos derechos de todos los españoles. Derechos frente a los cuales no deben prevalecer las ensoñaciones de ninguna minoría, por más que tal injusticia se quiera travestir de ejercicio democrático.

Parece darse perfecta cuenta el presidente de que Mas está a merced de ese independentismo asambleario que ERC ha propagado a lo ancho y largo de Cataluña

Diálogo sí, pero dentro de la ley, es decir, dentro de la Constitución, ha dicho Mariano Rajoy. Todo cabe dentro de la legalidad, nada fuera, ha insistido. Y es que el presidente aún confía en que es posible reconducir la situación, sabedor de que lo que comenzó siendo una huida hacia delante de una Cataluña en quiebra, ha terminado escapando al control de Artur Mas y los suyos, ante la mirada estupefacta de una burguesía catalana que, lo admita o no, siempre ha sido parte del problema, lo cual no deja de ser alucinante.

Parece darse perfecta cuenta el presidente de que Artur Mas está a merced de ese independentismo asambleario que ERC ha propagado a lo ancho y largo de Cataluña. Que ya no controla a una sociedad que él mismo ha contribuido a enardecer con altas dosis de aflicción identitaria. Y que o proporciona a Artur Mas una salida, la que sea, o el problema se les irá a todos de las manos. De ahí que el presidente se haya insinuado por tres veces dispuesto a facilitarle a Mas un salvavidas. Esto es, una reforma de la Constitución que dé cabida a una Cataluña aún más autónoma, sobre todo en cuestión de dineros, que es lo que importa. De esta forma, el actual mapa de España quedaría intacto. Aunque informalmente ya no será el mismo, eso seguro.

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